Editorial

Discurso en exceso triunfalista del presidente García-Page en el Debate de la Región

19 octubre, 2017 00:00

Es lógico y previsible que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, prepare su discurso del Debate sobre el Estado de la Región, que es junto al de los presupuestos el gran debate parlamentario del año, con el objetivo de llevar a cabo un repaso de sus logros de Gobierno y un catálogo de sus planes y promesas de futuro. Es lo que siempre hacen los políticos con responsabilidades directas de gestión y particularmente es una actitud muy enraizada y tradicional en la personalidad política de Page. Este miércoles en la tribuna de las Cortes de Castilla-La Mancha el presidente de la Junta, como no podía ser de otra manera, no dudó en utilizar durante sus más de dos horas de discurso para ensalzar su propia gestión y la de todo su Ejecutivo y anunciar una cascada de iniciativas y proyectos. Y hacerlo, además, sin el menor asomo de autocrítica y con una denuncia constante, directa o indirecta, a la herencia del anterior Gobierno de Castilla-La Mancha, presidido por María Dolores de Cospedal.

Desde luego creemos que el mayor reproche que se le puede hacer al discurso del presidente García-Page en el debate de este miércoles, además de estar tocado por una cierta altanería, es el exceso de triunfalismo y autoestima que se dejaba notar en cada frase y el dibujo de una realidad tergiversada y a ratos inexistente de la vida cotidiana de los castellano-manchegos, ni tan idílica como dice la propaganda oficial ni lamentablemente con tan buenas perspectivas como quiere hacer creer el mandatario socialista. Entre el discurso oficialista y el día a día de Castilla-La Mancha existe una realidad paralela que habla de graves problemas sociales como los altos índices de paro por encima de la media nacional, unas insoportables tasas de pobreza que sitúan a la región en el furgón de cola de España, un nivel excesivo de fracaso escolar y falta de infraestructuras, una sanidad insuficiente por completo, una baja industrialización y, por no hablar otras cuestiones, unos indicadores de déficit y deuda pública tan elevados como preocupantes. Ayer mismo, en pleno debate, el Ministerio de Hacienda comunicó por carta al Gobierno de Page que sus cuentas vuelvan a estar bajo control del Fondo de Liquidez Autonómica ante los últimos y graves incumplimientos.

Está muy bien que García-Page, como líder y presidente regional, proyecte optimismo y visión de futuro pero el estado de la región, que es de lo que se trata en este debate, está muy alejado de la visión institucional y partidista que pretende el Ejecutivo, independientemente de que haya logros innegables de este equipo de gobierno y errores de bulto notables, igual que siempre ocurre con cualquier Administración y color político que la controle. En el plano de las responsabilidades, que el Gobierno de Page atribuye sistemáticamente a Cospedal cuando se trata de cuestiones negativas y a sí mismo cuando son logros o aspectos positivos, la verdad es que hay que poner las cosas en su sitio mediante una proyección histórica: salvo los cuatro años de la legislatura 2011-2015, en plena crisis económica, que estuvieron bajo el poder del PP, el resto del periodo democrático en Castilla-La Mancha fue dirigido sucesivamente por Gobiernos del PSOE, de manera que los "éxitos" y las "culpas" deben ser directamente proporcionales al tiempo de ejercicio del poder. Castilla-La Mancha es lo que es y está donde está a tenor de este modelo de proporciones políticas y de gobierno.

Escuchar este miércoles al presidente Page pronunciar un discurso tan parcial y poco objetivo es una simplificación de la realidad poco digerible. Sus aciertos ahí están, pero la realidad también.