Juanma Moreno, San Juanma como ya le ha apodado en alguna radio, ha dado un vuelco a la historía política de Andalucía que sin duda tendrá consecuencias en la historia política del resto de España, incluidas las comunidades más acérrimas a lo antiespañol y al separatismo. El PSOE de Pedro Sánchez, que ha hecho todo lo que estaba en sus manos para que el PP barra en las urnas en Andalucía, no cree que el resultado del 19-J sea extrapolable a otras elecciones autonómicas o a las generales. En realidad no es que no crea sino que no quiere que se extrapole. Pero es inevitable.

Los socialistas están renunciando a gobernar en España. Ya lo hicieron en Galicia, en Madrid, en Castilla y León y ahora, de forma casi humillante, en Andalucía. Y todo por aliarse con Podemos, ERC, PNV e incluso los filoetarras para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa. Ahora falta saber si este PSOE de Sánchez va a cambiar de rumbo o seguirá en esa misma dirección renunciando a gobernar en Aragón, en Extremadura o en la Valencia de Mónica Oltra ("Que se olvide de mí", ha gritado García-Page). Y, claro, también en Castilla-La Mancha.

Aquí las cosas parecen distintas porque el presidente de la región y secretario general del PSOE-CLM, Emiliano García-Page, trabaja desde hace tiempo a la contra de Pedro Sánchez, pero el tsunami que representan los nuevos líderes "populares" como Ayuso, Moreno y Feijóo se puede llevar por delante el poder socialista en todas sus variantes. Puede que a Page le ocurra lo que a Bono, que mantuvo la mayoría absoluta cuando en toda la España autonómica el PSOE perdió las elecciones o tuvo que pactar con Izquierda Unida para poder gobernar, pero no puede descuidarse.

En el PP de Paco Núñez han tenido muy claro hasta ahora que en 2023 podrán formar gobierno con el apoyo de Vox. Tras lo de Andalucía ya no está tan claro, aunque todo indica que hoy por hoy el partido de Abascal está en condiciones de lograr un número de diputados en las Cortes castellano-manchegas similar al que tiene Ciudadanos en esta legislatura. En ese caso, si se mantiene esa expectativa de voto a Vox hasta mayo y a poco que suba el PP, que al igual que ha ocurrido en Andalucía podría recuperar la mayor parte de los electores de Ciudadanos, podría la derecha superar con cierta holgura la barrera de la mayoría absoluta.

Pero insistimos, Page es el único barón socialista que pone en entredicho las políticas de Pedro Sánchez y su alianza con las fuerzas nacionalistas, radicales y populistas de izquierdas, y eso influirá por fuerza en el voto de los castellano-manchegos, que ya le dieron una contundente mayoría en el 19. Cuenta con la ventaja añadida de que el voto de la izquierda en la región está muy concentrado en el PSOE y que el propio Page representa una figura transversal que han dejado de tener los dirigentes socialistas a nivel nacional.

Lo que ha quedado claro después de Andalucía es que el año electoral en Castilla-La Mancha ha comenzado con más interrogantes electorales que lo que ya existían y que las encuestas conocidas hasta ahora no habían podido despejar. Hay partido y habrá que ver cómo lo juegan los contendientes.