El año 2022 ha sido largo, largo. El tiempo, sin embargo, es una percepción subjetiva que convierte el espacio transcurrido en insoportablemente lento o veloz como la caída de un rayo. Esa percepción contradictoria del tiempo empezamos a sentirla en el año 2020 en el que una epidemia desconocida hizo su aparición en el mundo. El tiempo se aceleró y desaceleró con igual intensidad, creando un caos cósmico en el que cualquier cosa era posible. Como los tres días de febrero, de 2022, que acabaron con el "Nuevo PP", liderado por el Sr. Casado.

Esta es una de las historias que siempre se querrá olvidar. No ocurrió, no pasó, no sucedió. Fue la terrible y confusa crisis interna del PP en la que, en menos de una semana, el líder, salido de un Congreso para construir un "Nuevo PP", fue suprimido. Había llegado a la presidencia del PP para superar los restos fangosos de corrupción de las etapas anteriores. Tendría que competir con otros líderes, de edades parecidas y rasgos externos semejantes, que habían surgido en el PSOE, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, que anunciaba su asalto los cielos y el Sr. Rivera, de Ciudadanos, que amenazaba en su ascenso estelar con barrer al PP tradicional. Con la elección del Sr. Casado se creaba una nueva estrella en la galaxia política, económica y mediática de la derecha española. Pero a comienzos del año 2022, tras tres días de estupor y asombros, el proyecto se derrumbaría.

Ignoramos sí el Sr. Casado quiso combatir en serio la corrupción del partido conservador introducida en la organización como la grasa en los músculos de un buen jamón ibérico. Llegaría a anunciar que el PP se trasladaría de la sede de Génova, que había sido remozada con dinero en negro, según sentencia judicial. Una metáfora del rumbo nuevo del partido: en sede nueva, partido nuevo. Nunca lo haría, aunque no hubiera sido ajusticiado, aunque se rumoreó que la sede había sido puesta a la venta.

El 16 de febrero se filtró el espionaje a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Madrid ha sido la madre de todas las corrupciones, desde los tiempos de la Sra. Aguirre que se hizo con el control del gobierno autonómico, mediante la compra de dos diputados socialistas. Una magnifica inversión para que el dinero público diera grandes beneficios privados. El 17 de febrero la Sra. Ayuso respondía públicamente para anunciar que querían destruirla. Ella era la pieza de unos cazadores sedientos de sangre. La víctima. Nada tan conmovedor que presentarse como víctima, aunque tan inútil en Madrid como se había demostrado en la defenestración de la Sra. Cifuentes. También ella sugirió que su caída se debía a su oposición a la corrupción interna del PP. El día 18, en la escalada que dejó a España atónita, como años antes había ocurrido con revuelta en Ferraz contra el Sr. Sánchez, el Sr. Casado hacía unas declaraciones, alertando de la gravedad del problema. Dijo "la cuestión es que cuando morían 700 personas al día sí se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros de comisión". O también: "No es ejemplar que un hermano cobre de un contrato adjudicado por mi gobierno". ¿Quería el Sr. Casado limpiar el partido y comenzar por Madrid como ejemplo? ¿O era un encontronazo entre jóvenes del "Nuevo PP" que buscaban abrirse hueco en las alcantarillas de la organización partidaria? En los días siguientes de aquella semana de febrero, el Sr. Casado, líder del "Nuevo PP", elegido democráticamente en un Congreso nacional, desaparecía de la política. El "Nuevo PP" iba a ser cambiado por el "PP de Feijóo". Continuará.