Javier García, el restaurador principal de la empresa In Situ Conservación y Restauración, ha sido contundente en su diagnóstico sobre la ausencia de medidas que protejan las recién restauradas cerámicas del pórtico de la Basílica de Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina: “Es como tener un Velázquez en la calle”.

El temor al vandalismo, no es el único que cualquier persona mínimamente  sensible al arte señalaría en cuanto a la futura conservación de los más de mil setecientos azulejos de la más genuina cerámica talaverana, que componen una de las obras más conocida y reproducida, procedente en origen de la desaparecida ermita de San Antonio, ubicada en el barrio de la Puerta de Cuartos. Cualquier persona puede tocarlas sin ningún esfuerzo, pero además hay que recordar, que la cerámica es un material muy sensible a los efectos de los cambios de temperatura y los demás factores meteorológicos y será necesario buscar soluciones para el futuro.

Hay que recordar que aunque  las últimas generaciones de talaveranos han contemplado estás obras cerámicas decorando el pórtico de la basílica fueron en origen pensadas para permanecer en el interior de otro templo. Don Juan Ruiz de Luna fue el impulsor de la conservación de estas obras en su actual ubicación y no hay nada que reprochar a las decisiones tomadas entonces porque los criterios de conservación de la cerámica estaban entonces a años luz del rigor de los actuales.

Hoy día está claro que una obra de estas características difícilmente se colocaría a la intemperie y sin ninguna medida de protección a los vándalos de nuestro tiempo y a los que simplemente piensan que cualquier obra al alcance de la mano está allí puesta para ser tocada, porque si no, alguien habría puesto las medidas oportunas para que no sucediera.

Está también claro que todas esas medidas imprescindibles para que las cerámicas de la iglesia del antiguo Hospital de la Orden Hospitalaria de San Antonio Abad permanezcan protegidas en el lugar que llevan más de cien años, no serán precisamente baratas si se abordan, como no puede ser de otra manera, con el rigor y los criterios de conservación marcados por los técnicos en restauración y conservación y comunes hoy en el mundo del arte.

El informe al respecto de los últimos restauradores debe ser una prioridad en el apartado de conservación y restauración para la política cultural del actual ayuntamiento que, sin ninguna duda obtendrá un abrumador consenso de la sociedad talaverana y del mundo de la cultura. En esto no caben diferencias entre grupos políticos ni medias tintas en la gestión.