Emiliano García-Page ha ratificado el traslado de la colección de cerámica Vicente Carranza al Museo Ruiz de Luna de Talavera de la Reina, su lugar natural. No se podía esperar otra cosa después del anuncio realizado hace meses cuando gobernaba Talavera una corporación encabezada por su compañera de partido Tita García. Hoy, la decisión, o ratificación, como ustedes quieran, no deja de tener su importancia y significación, vistos los tiempos de sectarismo feroz corren en la cúpula nacional de su partido, que no es otro que el de Pedro Sánchez. Emiliano no ha hecho otra cosa que lo que tenía que hacer para Talavera, para su museo y para todos sus habitantes, por encima de las siglas del alcalde que gobierna actualmente.

Y es que desgraciadamente desde hace dos décadas se ven como lo más natural las actitudes sectarias a la hora de tomar decisiones que podrían beneficiar al adversario político, sin tener en cuenta a los ciudadanos que las sufren. Afortunadamente a la era García-Page, fuera del abuso en culpar de todos los males a sus antecesores como la muleta que sirve tres legislaturas después para justificar cualquier cosa para la que se carece de argumentos, no se le puede achacar esa grave lacra que lastra hoy toda la vida política.

Porque hay que decir que, si por la voluntad del propietario y vendedor de la colección fuera (muy bien pagada, aunque a algunos les cueste poner precio al arte), nunca habría llegado a Talavera de la Reina, ciudad de la cerámica. Su idea era, como todo la de todo coleccionista, que su magnífica colección luciera sola sin competencia y con un torrente de visitantes asegurado en una ciudad emblemática y en un lugar único, como Santa Cruz. Don Vicente Carranza no quería oír hablar de la opción del Museo talaverano, porque allí sabía que su colección sería una más diluida entre la riqueza de la colección fundadora. En Santa Cruz luciría sin competencia.

Hoy, con la perspectiva del tiempo hay que decir que la única concesión a Talavera fue la magnífica exposición de la que salió el no menos espléndido catálogo “Talaveras en la colección Carranza”. Eso sí, al día siguiente la colección no estaba en Talavera.

García-Page tomo la decisión que el sentido común pedía: agrupar toda la riqueza cerámica en torno a su lugar natural, una decisión que ratifica su voluntad de apartarse de sectarismos a la manera sanchezca, y eso es algo que hay que agradecer y reconocer.

Talavera ha cambiado de signo político y la mayoría de los talaveranos, que por cierto le votan mayoritariamente, esperan que la línea de colaboración y apoyo con  el ayuntamiento presidido por Títa García, no se rompa con el de José Julián Gregorio. Y que así sea, amén.