Está claro a estas alturas de la democracia, y hay que recordar a algunos que afortunadamente ya ha durado más años que el franquismo, que la única mayoría válida en las urnas es aquella que acaba poniendo a uno en el poder. Lo mismo da que sea en forma de mayoría absoluta o de una mayoría que permita sumar contra el ganador. Hoy por hoy es el sistema electoral vigente, y hasta que no se decida un cambio, como podría ser segunda vuelta en municipales y autonómicas, siempre que no hubiera mayoría absoluta, es lo que hay, y lo de los pactos entre caballeros y damas para respetar a la lista más votada no dejan de ser brindis al sol.

Un buen ejemplo de lo que uno llama "mayoría conveniente" son las propuestas cruzadas de estos primeros días de campaña no oficial entre los dos grandes partidos para respetar a esas mayorías.

En lo que nos toca, la primera propuesta del pacto de respeto a la lista más votada ha venido desde el PSOE regional y a través de su secretario de Organización, Sergio Gutiérrez: previsiblemente y según apuntan todas las encuestas, la de Page sería la favorecida por el pacto, y la única posibilidad para Paco Núñez de sumar con un pacto con Vox, se vería cortada de raíz: mayoría conveniente para Page. Lo curioso es que desde el otro lado ha venido la misma propuesta. Eso sí, patrocinada por la dirección nacional que preside Alberto Núñez Feijóo y puesta en escena por la portavoz parlamentaria Cuca Gamarra…

No hace falta ponerle demasiada imaginación para ver la previsible cara de Paco Núñez ante la propuesta. Esa propuesta de respeto a las mayorías es tan conveniente para Page y su PSOE regional, como para Feijóo y su tablero de ajedrez de territorios sacrificables por un bien mayor, aunque me temo que la conveniencia de Núñez Feijóo, Alberto, no coincida con la de Núñez y Núñez, Paco.

En el PP regional, con Paco Núñez a la cabeza, han saltado las alertas de una situación que ya se vivió en los tiempos de Bono y sus mayorías absolutísimas, cuando desde Génova-Madrid, Castilla-La Mancha entraba en la consideración de territorios perfectamente sacrificables, dada la imposibilidad realista de levantarle el sillón al omnívoro Pepe Bono.

Así que lo del respeto a las mayorías, mientras la ley electoral vigente y que tanto juego ha dado a lo largo de cuatro décadas, no deja de ser, como siempre pasa en la política y en la vida, una mayoría conveniente y solo medible en la conveniencia desde el exclusivo cristal del que la contempla y la sufre. Mientras Page o Núñez no consigan la mayoría absoluta el próximo mayo, el uno o el otro se tendrán que consolar con la utopía de la conveniencia: lo que viene no conviene y lo que conviene no viene. Pues eso.