Pablo Casado habrá echado sus cuentas y habrá llegado a la conclusión de que el voto de los murcianos es más decisivo que el de los ciudadanos de CLM; si no, no hay quien se explique sus últimas declaraciones a favor del mantenimiento del status quo del trasvase Tajo-Segura. Quizás alguien le ha dicho que a la hora de la verdad lo que pesa en el electorado son otras cuestiones muy diferentes, por mucho que en los medios de comunicación parezca otra cosa.

El trasvase, defienden algunos observadores y asesores, es un tema agotado para la mayoría de la población de CLM, y sin embargo se percibe como vital en Murcia. Solo la limitada población de la cabecera del Tajo y la del Tajo medio, siente el tema como algo medular e imprescindible en cualquier oferta política. De manera que el rendimiento en votos está muy por debajo de lo que los medios y los grupos ecologistas pretenden.

En la España del siglo XXI, el componente nacionalista de cualquier programa de partido se antoja imprescindible. Los discursos y relatos nacionales no están en su mejor momento. La lógica evolución en la acomodación a la implantación del Estado de las Autonomías ha llevado a los partidos de gobierno a adoptar el componente regionalista de una manera natural. Esa tendencia los lleva una y otra vez, a izquierda y derecha, a darse de narices con sus contradicciones.

Ahora le ha tocado a Pablo Casado dejar a Paco Núñez a los pies de los caballos; pero que nadie se preocupe, que no pasará mucho tiempo antes de que Sánchez o alguno de sus ministros vaya a Murcia y haga lo mismo con García-Page. Así ha sido desde siempre y me temo que por mucho que retuerzan el discurso y vendan el trasvase de diferente manera, estaremos en las mismas. Todavía no he visto a ningún líder a nivel que en Murcia y en Castilla-La Mancha mantenga el mismo discurso sobre el agua y el trasvase. Una cosa en Murcia, otra muy diferente en Toledo.

Y lo que ha seguido tras las soluciones de Casado para el Mar Menor murciano ha sido lo que cabía esperar de un lado y de otro. Gran regocijo entre las huestes de Emiliano García-Page; silencio en las de Paco Núñez. Nada nuevo bajo el sol. Alegría ante el gol marcado en propia puerta y humildad franciscana para callar porque cualquier respuesta amplifica tus propias contradicciones. Cosas de la política, de la sequía de agosto y de los peligros de viajar a Murcia en cualquier época en los tiempos que corren.