Buenos Humos

El Santiago “erótico” de Membrilla o el delirio de un artista

20 febrero, 2018 00:00

Uno, la verdad, ha visto casi de todo en esto del arte y ya no se espanta de nada. Albert Boadella, el genial bufón, creador de Els Joglars y presidente de Tabarnia, acaba de decir lo que el ochenta por ciento calla ante una buena parte de la obra de San Pablo Ruiz Picasso: “El noventa por ciento es pura basura”, “con el tiempo la obra de un genio se fue convirtiendo en un acto puramente financiero…”. En fin, en la ópera “El pintor”, que se representa en estos días en Madrid, Boadella se despacha contra Picasso, el arte contemporáneo y los camelos que en nombre de la modernidad y la revolución artística le cuelan a uno cada día. En la obra aparece don Diego de Silva Velázquez y le trata de “fulero”, algo que todavía hoy es una herejía que sólo se puede permitir un bufón de la Casa Real como don Albert.

En nombre del arte y de la libertad artística se han malgastado toneladas de oleo y aguarrás, aunque se hayan llenado unos miles de tomos de crítica de arte. Solo un espíritu que no teme al ridículo se atreve a decir lo que es evidente a cualquiera.

Trae uno esto a cuento a estos buenos humos al leer en este mismo papel digital que Antonio Ximenez, pintor de Membrilla y residente en Miami, había protestado ante el Arzobispado de Ciudad Real por la retirada de un cuadro de su autoría de la Iglesia de Santiago el Mayor de su localidad natal. Sospechaba el artista que detrás de lo que el Arzobispado calificaba como "cambio de ubicación de mobiliario" se escondía, en realidad, una censura por el erotismo que Santiago transmitía, enseñando pierna peluda y bien formada a la manera de aquellos San Roque, que mostraban llaga y aprovechaban para mostrar la rodilla.

Por lo que nos contaba la noticia, el párroco anterior al actual le había solicitado la donación de una obra sobre Santiago El Mayor, que resultó ser cuando estuvo acabada y colgada en la iglesia a plena satisfacción del comitente. Y en este punto, uno, la verdad sea dicha, al ver una reproducción de la pintura, no tiene otra que poner en duda el gusto artístico del párroco en cuestión y el talento del artista. La obra, para colmo de gran formato, es de un adefesio que a uno le pone los pelos de las piernas tan de punta como los que luce el Santiago el Mayor de Antonio Ximénez a través de la saya, desde la que muestra la suya derecha sin llegar a la ingle. Y, en esto, uno también se pregunta si el octogenario pintor, además de un peculiar gusto artístico, no tiene también otro peculiar e intransferible sentido de lo erótico.

Y es que, así como no puede haber un político sin ambición, es imposible un artista sin vanidad y que no crea que el mundo no puede vivir sin su obra. En Membrilla, con el silencio unánime y estruendoso de los feligreses, que ha acompañado a la airada protesta del artista agraviado, se lo han recordado con rotundidad. Nadie se acuerda del Santiago de Antonio Jiménez... y menos de su pierna.