Recuerdo perfectamente cuando escuché las primeras canciones de Extremoduro. Nunca he tenido mucha cultura musical ni me he interesado en profundidad por ningún grupo, pero sí me ha gustado la poesía. Andaba ya, desde adolescente, tonteando con las letras de Sabina, emocionándome con los versos de Silvio y riéndome con la filosofía de Pata Negra cuando se cruzó en mi vida una canción de Robe. Bueno, realmente la primera que escuché la cantaba Robe, pero no era de Robe.
Yo estaba en una residencia universitaria que grosso modo se dividía en dos grupos: las chicas a las que les gustaba que viniera la tuna a cantarles -ya sé que suena muy friki, pero era así- y las raritas -ya sabéis a qué grupo pertenezco- que nos juntábamos a escuchar otras cosas, a leer otras cosas. Una amiga me puso "Ama, ama, ama y ensancha el alma". Yo, cuando escuché eso de "hay que dejar el camino social alquitranado porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas", me volaba la cabeza. No es que me hiciera adicta a la música de Extremoduro; yo me hice adicta a las letras.
A partir de ahí, según fueron pasando los años e iba creciendo mi círculo de compañeras, amigos y amigas, novios... una de las primeras cosas que hacía era poner una canción de Extremoduro. Yo decía: "¿Conoces a Extremoduro?". Si era un sí, el listón ya estaba muy alto; y si era un no, pues les ponía, por ejemplo, "La vereda de la puerta de atrás". Cuando dice eso de "si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado a ver si llego yo"... yo miraba la reacción. Si no se le rasgaba el alma en ochenta pedazos ya tenía la sensación de que no íbamos a ser almas gemelas.
Un adiós a Robe que nos deja el corazón encogido💔🎸
— EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha (@elespanolclm) December 12, 2025
En su columna de este viernes, @suerteasi recuerda cómo una canción pudo "volarle la cabeza" y cómo las letras de Extremoduro se convirtieron en un auténtico "detector de sentimientos comunes"✨
👇 Aquí puedes escucharla pic.twitter.com/2QjdCZPSXh
Porque el mundo no se divide entre gentes de izquierdas o de derechas, gente de barrios pijos o barrios obreros, gente con un gran o un pobre nivel formativo. O no debería dividirse así. El mundo se divide entre personas que se rompen al unísono, que sienten como se les agrieta el corazón con las mismas cosas y gente que se conecta en lo más profundo, que son las emociones. Atención, las emociones propias, no las emociones generadas por la propaganda.
Robe y Extremoduro eran para mí un detector de sentimientos comunes, un termómetro de gente que podía hermanarse más allá de sus circunstancias personales, del tipo de vida que tuviera. Gente que, al oír "se le nota en la voz por dentro es de colores y le sobra el valor que le falta a mis noches", notan cómo el estómago se les comprime o cómo una lágrima se les cae. Si te vas, ahora que te has ido, Robe, a todos los tuyos, los que vibramos juntos, con las mismas letras, con las mismas notas, nos quedan tus canciones. Me llamo Ángeles, déjenme que hoy mire al cielo y no les enseñe mis demonios.