Imagínese usted, señora, que mañana le llama el director del banco:
— Hola, Dolores.
— Hola.
— Le llamo porque quiero hacerle una propuesta estupenda, algo que no va a poder rechazar.
— A ver, dígame, pero dese prisa, que tengo que ir a por la chica a la extraescolar.
— Mire, usted sabe que tiene una deuda con nosotros de 3.000 euros por el préstamo que le concedimos.
— Sí.
— Bien, pues voy a hacer desaparecer esa deuda.
— ¿Cómo dice?
— Como lo oye. A partir de mañana, esa deuda aparecerá reflejada en la cuenta bancaria de su marido.
— Entonces, me quiere usted decir que mi familia seguirá teniendo esa deuda, ¿no?
— Sí, bueno, pero cuando usted entre en su cuenta verá que ya no le aparece ningún adeudo.
— ¿Pero le aparecerá a mi marido?
— Así es.
— ¿Me está usted tomando el pelo?
Efectivamente, señora, si eso sucediera, significaría que el director de su banco le está tomando el pelo.
Y eso es, exactamente, lo que sucede con el trampantojo de la condonación generalizada de la deuda de las comunidades autónomas. María Jesús Montero, que actúa en este sainete como la directora del banco, pretende que nos creamos que cambiar de lugar esa deuda es lo mismo que hacerla desaparecer.
Y, como buena trilera que ha aprendido del mayor estafador de la política española, Montero se atreve a amenazar a las regiones gobernadas por el PP que, con buen criterio, se han negado a aceptar el chantaje. Esos 83.000 millones de euros que el Gobierno quiere “condonar” van a cambiar de cuenta bancaria: la deuda dejará de estar en el banco de las comunidades para estar en la caja del Estado.
¿Y quién va a seguir pagando esa deuda? Usted, señora.
Aquí, en Castilla-La Mancha, andan los socialistas muy revueltos, tratando de engañar al personal y presionando al PP. Y, como no podía ser de otra manera, han sacado el comodín de Cospedal, a quien, diez años después, siguen echando de menos. No se explica de otro modo la obsesión que tienen con esta mujer. Ha dicho la senadora Torralba que Cospedal recortaba servicios públicos, despedía personal y subía los impuestos. Lo que se le ha olvidado a esta señora es que, en 2011, Barreda se fue de la Junta dejando una deuda de 12.500 millones de euros y más de 600.000 facturas sin pagar a proveedores por importe de 3.000 millones de euros. Se fue el socialista a descansar al Congreso, incumpliendo su promesa de retornar a su carrera universitaria, con un déficit del 6,4 % del PIB y una deuda con los ayuntamientos de 380 millones de euros. Eso por no hablar de las tropelías de la CCM. ¿Qué tal esta memoria histórica?
Lo que debería hacer la senadora Torralba es hablar con su compañera Montero o con su amado líder Sánchez y decirles que es una absoluta vergüenza que hayan regalado ese pacto fiscal injusto a Cataluña para conseguir los votos de Esquerra. Para empezar. También podría decirles que es injusto que el Gobierno de Cataluña, que ha gastado durante lustros lo que no tenía en zarandajas diplomáticas y ensoñaciones identitarias, vaya a ver ahora cómo van a pagar su deuda los ciudadanos de otras regiones más austeras (y más pobres, en términos de renta per cápita).
Así que, señora, usted, que me lee mientras echa cuentas a ver si le llega para pagar la vuelta al cole, no se olvide de sumar a sus números una parte del despilfarro que otros han llevado a cabo; porque es usted quien va a terminar pagando el precio de los votos que Sánchez necesita para seguir yendo a su tele a que le entreviste Pepa.