Foto de familia en el encuentro de periodistas en la Galería Cerdán de Talavera de la Reina.

Foto de familia en el encuentro de periodistas en la Galería Cerdán de Talavera de la Reina.

Opinión NEGRITAS

Histórico y maravilloso encuentro de periodistas en la mejor casa de Talavera de la Reina

Clara Mesones
Publicada
Actualizada

Sí, histórico y maravilloso, si me lo permiten. Qué bonito encuentro, qué entrañable y qué alegría. Resulta que, al amor de la lumbre de la siempre acogedora casa de Sara Tornero y Manolo Cerdán, un notable grupito de veteranos elementos del periodismo talaverano (y alrededores) se han reunido a bote pronto este sábado y, en torno a una comilona informal, han pasado largas horas de convivencia, magnífica y gratísima conversación, tertulias paralelas y muchas ganas de estar juntos, e incluso revueltos. Y disfrutar de las risas, la compañía y los buenos alimentos y los vinos manchegos.

Vaya por delante que la singular noticia de esta bulla me ha llegado de rebote y que no pienso perdonar a ninguno de los presentes la mala educación de no haberme invitado a la algarada. A esta práctica modernamente se le llama “ghosting” o algo parecido. Ellos sabrán. Pero no puedo resistirme a pegar la hebra y contarlo, a ver si se me sale del corazón el resquemor de mi ausencia involuntaria, probablemente malintencionada. Ya me vengaré.

El caso es que la nómina de plumillas folloneros que se presentaron en casa de Manolo y Sara ha sido todo un espectáculo, según me cuentan. Ahí va: Lidia Yanel, Carmen Jara, César García Serrano, Eugenio Fernández, Antonio Monje, Fernando Lucas, Javier Ruiz, Pedro Antonio López Gayarre y Eusebio Cedena, con el maravilloso aderezo de la veterinaria y amiga Sonia Díez y, por supuesto, los anfitriones, que son gente increíblemente generosa y siempre con la casa abierta y encendida.

Otra imagen del encuentro.

Otra imagen del encuentro.

Cuando digo histórico no me refiero expresamente a los años que suman entre todos, que son unos chavales, sino al hecho cierto de reunir en torno a una mesa, y al entrañable calorcito de una chimenea, a buena parte de aquellos que en la segunda mitad de los ochenta y los noventa entraron en combativa pero sana colisión profesional en Talavera y le dieron al periodismo local tal triple salto mortal de calidad, altitud e imaginación que fue un gustazo y un privilegio vivir aquellos tiempos. Claro, con la excepción del mancheguísimo Javier Ruiz, que tiene su negociado a caballo entre Toledo y Ciudad Real y es un mago de la radio y la columna y un gran amigo, incluso mío.

Yo a todos los adoro y ellos bien lo saben. Pese a la traición. ¿Y por qué fueron capaces de juntarse y celebrar esta epopeya? Me lo han chivado: la idea salió al alimón de las cabecitas y los corazones de Lidia y Carmen y el resto fue todo rodado, con el apoyo entusiasta, por supuesto, de Sara y Manolo, que no pueden resistirse a una buena faena. ¿Con que motivo? Por que sí, o sea, por su amistad, por su compañerismo, por sus treinta y tantos años de carrera, por los tiempos que corren y por los que corrieron, porque fueron capaces de pelearse en la profesión sin dejar de ser amigos y buenos colegas siempre. En definitiva: porque les da la gana, porque se admiran y se quieren y porque les gusta estar juntos. Lo dicho, un peligro.

El rato parece ser que fue magnífico y, ya medio anochecido, se fueron todos tan felices a sus casas, un hecho relevante y singular que sólo dos personas son capaces de lograr en Talavera: efectivamente, Manolo y Sara, y viceversa, que son los perfectos mesoneros del desprendimiento y la largueza. Gente de bien, gente de corazón, gente a los que, a la fuerza, una los tiene que querer. Talavera es su casa y la de todos. Estelar reunión de periodistas y de amigos, un lujo y una joya. Por favor, la próxima vez que me pongan en la lista de invitados, amén. 

PD: Que los quiero, amigos, cuantos son.  

Y un momento más.

Y un momento más.