Emiliano García-Page, aclamado este fin de semana en el Congreso del PSOE de Castilla-La Mancha. Foto: Javier Longobardo.

Emiliano García-Page, aclamado este fin de semana en el Congreso del PSOE de Castilla-La Mancha. Foto: Javier Longobardo.

Opinión LAS CARGA EL DIABLO

Del puto amo de Page al dinosaurio de Sánchez: el congreso del PSOE de Castilla-La Mancha en cinco brochazos

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EL DINOSAURIO. Pasan los años, los congresos y las infamias y el dinosaurio sigue ahí. Así que, en efecto, Emiliano García-Page no es el puto amo, como él mismo ha reconocido: el puto amo del PSOE es Pedro Sánchez, y así se encargó en su momento de recordarlo el ministro Óscar Puente a los diletantes. Ni el congreso por aclamación de Page del fin de semana ni su discurso de este domingo, por muy crítico que fuera, han dicho lo contrario. Éxtasis y abrazos.

O sea, que nadie derriba a Sánchez en el PSOE y, desde luego, tampoco Page: si termina cayendo el sanchismo, que eso está por ver, será por su propia descomposición, que ya empieza a apestar, y no por la escasísima pegada real de las baronías críticas que tan bien se han integrado en el paisaje. Por muy honestas que sean, como la de Page, que quiere a Sánchez lo más lejos posible. Llueve sobre el mar, llueve y llueve, y sigue siendo el mar.

INCONTESTABLE. Dicho esto, otra cosa es el PSOE de Castilla-La Mancha, donde Page es incontestable. Aquí sí, el puto amo y casi de forma absoluta. Hasta se llevó una ovación del congreso. Y lo admirable: con guante de seda, habiéndose labrado con los años un perfil de cercanía y cordialidad que, real o no, le sitúa a años luz del presidente del Gobierno y secretario general de su partido. Un tipo listo y sin rival. Sánchez lo sabe, lo asume, se va a Toledo a hablar de su libro y luego se fuma un puro, sin meterse donde no le llaman, y viceversa. Cada uno en su rincón: como dice el gran Javier Ruiz, Sánchez es el puño y Page la rosa.

O sea, que el presidente castellano-manchego está en un momento de madurez política y de tan sólida popularidad que no hay, ni por asomo, una figura de su talla en la franja autonómica de su partido, de manera que arrolla por aclamación. Ahí lo tienen. Poco me está pareciendo que haya conseguido sólo el apoyo del 99,4 por ciento del congreso, donde, por cierto, hilvanó uno de sus mejores discursos de los últimos tiempos: inteligente, vigoroso, elevado, crítico, con sentido del Estado. El mejor Page posible. A la contra de Sánchez, a la contra del muro, a la contra del frentismo entre españoles, a la contra de la decadencia moral, intelectual y política del régimen. Así que Sánchez le aguanta sus andanadas en la distancia, oye llover y sigue ciego su camino.

MIMETIZADO. Otro subrayado del congreso de Page, fraguado a fuego lento desde su larga Presidencia de la Junta, es su evolutiva capacidad de adaptación al medio. Ha quedado patente. A estas alturas Page está perfectamente mimetizado con Castilla-La Mancha, es el líder político que más se parece a la región y su figura ha superado las ideologías concretas para situarse en ese difuso estadío superior en el que ya se suma a derechas, a izquierdas y a mediocentros y el líder de un partido se convierte en el presidente de (casi) todos. Que esto sea un perfil de realidad o una simple simulación ya es otro asunto, pero este es el aquí y el ahora de la política regional: un máquina por encima de lo que fue Pepe Bono, a años luz de José María Barreda y mostrando un camino socialdemócrata que a Sánchez, sin embargo, le trae sin cuidado.

EL PARTIDO DE PAGE. Es decir, que la camiseta de Page es la de Castilla-La Mancha y el partido de Page no sabemos muy bien cuál es. El PSOE de Sánchez desde luego que no. “Castilla-La Mancha siempre, siempre, siempre, por delante”, como dijo este domingo, “por encima de los intereses de mi partido”. Obviamente, esto lo discutirá Paco Núñez, presidente regional del PP, pero Page se ha marcado un sendero político en el que ventila muy bien sus prioridades. Y donde Page es el partido de Page: a estas alturas de su carrera, acercándose poco a poco a los sesenta, su figura política, tan recrecida, la tiene muy bien armada y, como vengo teorizando, anda ya liberado de según qué clase de ambiciones y vanidades en cuya hoguera no quiere arder. Eso le da libertad, templanza y capacidad de tomar decisiones propias.

Felipe González le quiere de líder socialista del postsanchismo, pero probablemente a Page, a estas alturas, haya que llamarle a la puerta del Palacio de Fuensalida unas cuantas veces antes de que el celador salga a abrir. Un dejarse querer y luego ya se verá. La política, antes que ninguna otra cosa, es un ejercicio existencial de simulación, pero tal vez la trayectoria ya dilatada del líder socialista de Castilla-La Mancha le haya acomodado en su techo actual y cualquier otra batalla, si llegara ese caso improbable, se la tienen que dar ganada. O no, que diría Rajoy y con ánimo por mi parte de no perderle el paso a otras opciones. El congreso demostró un gran liderazgo de Page a demanda de su propio estado de ánimo.

EL ESTATUTO. Por supuesto, el nuevo Estatuto de Castilla-La Mancha ha tenido su cuota de protagonismo en el congreso regional del PSOE. Es una clave política de esta legislatura y Page parece muy empeñado en sacar esta reforma adelante. Pero, aunque los socialistas digan lo contrario, no podrán hacerlo sin el PP, por mucho que el presidente de la Junta se empeñe "personalmente" en ello, como ha venido diciendo.

El entorno de Page baraja, o lo parece, irse directamente a Génova y saltarse la rotunda negativa actual de Paco Núñez, pero no creo que la dirección popular vaya a aceptar una ampliación de la horquilla electoral (que es la clave del lío actual que PSOE y PP tienen montado) que favorezca a Page y donde las opciones de los populares vayan a menos. A Paco Núñez le metieron un gol los socialistas cuando apoyó eliminar la limitación de mandatos en la Junta y dieron todas las cartas ganadoras a Page, pero no parece que ahora tenga ninguna intención el PP de cometer este segundo error. Núñez se dio cuenta tarde, pero a tiempo, y pegó un volantazo, ya veremos con qué resultado final. Ahora el PSOE tiene que mover ficha, aunque el asunto está complicado tirando a imposible.