La vida y la especie humana, todos nosotros, estamos llenos de contradicciones. Una de esas grandes contradicciones se refleja en nuestro trato a los animales. Me explico. Estos días celebramos San Antón y serán muchos los que lleven a sus mascotas a bendecir. Son imágenes tiernas, emotivas, de perros, gatos, canarios, tortugas a los que tratamos como parte de la familia; es que son familia.

Casi el 50 % de los españoles tiene al menos un animalito en casa, forman parte de nuestro hogar y nuestra vida. Algunos llevan hasta el extremo ese "amor animal". Me refiero a esos que los visten con abrigos de Ralph Laurent de más de 300 euros o correas de Gucci, vaya usted a saber a qué precio. Aquellos que les compran caviar para comer o los llevan a spas para que se relajen. En mi opinión, eso no es amor a las mascotas, sino ego, inseguridad y problemas emocionales de los dueños.

Pero, en general, tenemos un trato excepcional con ellos, como debe ser. Pero, al tiempo que esto ocurre, que integramos a los animales en nuestras casas como uno más, casi 300.000 perros y gatos son abandonados anualmente en nuestro país. 40 millones de animales en el mundo viven en condiciones lamentables y son sacrificados para comercializar su piel. Entre 8000 y 10.000 toros de lidia son sacrificados en las plazas españolas en eso que llaman el arte del toreo. 600.000 animales como corzos, ciervos o jabalíes son tiroteados en eso que llamamos deporte, la caza mayor, y millones de conejos, perdices o liebres corren la misma suerte en la caza menor. No los matamos para comer, no. Los matamos por diversión. Y cientos de galgos y de perros de rehala que nos han ayudado a matarlos, cuando los consideramos inservibles son abandonados o ejecutados.

Y los que comemos carne, y me incluyo, tenemos que ser conscientes de que no podemos consumir casi 40 kilos de carne al año por persona, porque eso es insostenible para el planeta y fomenta también las pésimas condiciones de vida de los animales. Los tiempos del consumo extremo en los que vivimos pervierten algo tan básico como usar solo lo necesario para vivir y eso también afecta a nuestras conductas con los animales.

Me pregunto si esa contradicción que nos lleva a ser capaces de adorar a nuestro gato y disfrutar del espectáculo de la muerte de un toro en una plaza no la tenemos también con los humanos, cuando a algunos les encumbramos y a otros les tratamos como basura. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.