Dos camareras de piso.
El desempleo femenino baja en Castilla-La Mancha, pero sube su peso relativo: ellas son dos de cada tres parados
El número de demandantes mengua para ambos sexos, aunque la creación de nuevos puestos de trabajo repercute con más intensidad en los hombres.
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Los datos del paro del mes de julio en Castilla-La Mancha arrojaron un resultado muy favorable para el empleo femenino. Algo más del 77 % de los nuevos trabajadores fueron mujeres, un dato celebrado por los agentes sociales y que alivia una de las grandes desigualdades definitorias del mercado laboral en la región.
La región cuenta con 40.131 hombres parados y 77.015 mujeres desempleadas. La cifra de demandantes escala hasta los 117.146 vecinos. Respecto al pasado mes anterior, la estadística ha descontado 400 varones y 1.371 mujeres -unos guarismos que sugieren más contrataciones en actividades de carácter estacional.
No obstante, los efectos positivos de este descenso son comparativamente menores si se toman las cifras correspondientes al último año. Al finalizar el séptimo mes de 2024, la comunidad autónoma contaba con 122.646 desempleados, de los que 42.249 eran hombres y 80.397 se correspondían con mujeres.
La caída ha beneficiado a 2.188 hombres y 3.382 mujeres. Aunque ellas acumulan el 61,5 % de los puestos de trabajo creados en Castilla-La Mancha en los doce últimos meses, frente al 38,5 % de los hombres, su peso comparativo en las listas del paro se mantiene muy por encima.
En julio de 2024, las mujeres representaban el 65,5 % de los desempleados en Castilla-La Mancha. Un año después la proporción se ha elevado hasta el 65,7 %, dos décimas más.
Por tanto, la evolución favorable de los indicadores laborales confirma el privilegio de los varones. La velocidad de creación de puestos de trabajo entre las mujeres no alcanza la velocidad suficiente para menguar la brecha.
La distribución del desempleo femenino por territorios dentro de la comunidad autónoma muestra una diferencia de más de seis puntos porcentuales entre la provincia con los datos más benévolos y la que lamenta una tasa más elevada.
En Guadalajara, las mujeres representan el 61,7 % de los parados, mientras que en Cuenca alcanzan el 63 % de los demandantes de empleo. Ambas provincias muestran la menor brecha porcentual por razón de sexo; además, son las que tienen una tasa de paro más baja en Castilla-La Mancha -las dos con ratios próximas al pleno empleo.
El peor comportamiento se observa en Ciudad Real, un territorio en el que las mujeres acaparan el 67,9 % del desempleo. En Albacete, representan el 66,5 % del paro provincial; en Toledo suponen un 65,4 %, la tasa más próxima a la media regional.
En el conjunto de España, las mujeres concentran el 60,7 % del paro nacional. Aproximadamente, 1,45 millones de mujeres no tiene empleo: el total de demandantes rebasa los 2,4 millones de personas en todo el país.
Así, la proporción de población femenina sin trabajo es cinco puntos más elevada en Castilla-La Mancha que en el conjunto del país.
Recuperación desigual
En julio de 2015, el dato de paro de Castilla-La Mancha se disparaba hasta los 215.136 demandantes, casi el doble que el último registro publicado por el Ministerio de Trabajo.
El reparto por sexos de aquella cifra se correspondía con 90.600 hombres sin empleo y 124.536 mujeres en busca de un desempeño profesional.
El desempleo femenino en la región, por tanto, suponía el 57,9 % del total, una tasa más de siete puntos inferior a la actual.
La evidente mejora que ha registrado el mercado laboral de la comunidad autónoma en el último decenio ha beneficiado con mayor intensidad al sexo masculino. La brecha de género, lejos de diluirse, se ha agrandado.
Más allá de los números relativos, la realidad es también tozuda cuando se expresa en términos absolutos. En los últimos diez años, se han descontado 50.469 hombres y 47.521 mujeres de la lista de demandantes.
La evolución del mercado laboral en Castilla-La Mancha describe una paradoja: es más igualitario cuando su desempeño es peor; esto es, a más paro, menor diferencia entre hombres y mujeres.
Uno de los principales retos en el ámbito del diálogo social apunta a este colectivo, un grupo muy amplio que sufre un paro estructural muy superior al de los hombres.