Así ha sido mi experiencia volviendo a usar un móvil «pequeño»

Así ha sido mi experiencia volviendo a usar un móvil «pequeño»

El Androide Libre

Así ha sido mi experiencia volviendo a usar un móvil "pequeño"

Un móvil pequeño suele tener ventajas que los phablets no. Hemos vuelto de un phablet a un teléfono compacto y así ha sido la experiencia.

7 febrero, 2016 22:26

La progresión del tamaño de los teléfonos móviles a lo largo de los años ha seguido una trayectoria muy curiosa. Los primeros teléfonos móviles eran de un gran tamaño y generación a generación se fueron volviendo cada vez más pequeños hasta la llegada de los smartphones modernos.

La alta potencia de estos dispositivos ha hecho que cada vez los utilicemos más como ordenadores en lugar de teléfonos, aumentando considerablemente el tamaño de estos.

Desde que Android existe, hemos pasado de considerar dispositivos de 4″ de pantalla como enormes a crear una nueva categoría de dispositivos llamados phablets, cuyo tamaño de pantalla ronda entre las 5,5 y 6 pulgadas. En mi aspecto personal, me considero un fan de esta nueva categoría, y hoy os expondremos este caso. ¿Como sería volver a utilizar un teléfono más pequeño?

Del «gran LG G3» al compacto Galaxy Alpha

Antes de comenzar, cabe destacar que yo hace unos años era un defensor de los teléfonos de lo que consideraba un «tamaño perfecto». Para mí este tamaño se encontraba en las 4,7 pulgadas, el tipo de tamaño que tenía mi antiguo móvil pequeño, un Nexus 4.

El teléfono que se  convirtió en el sucesor de mi Nexus 4 no fue otro que el LG G3. Es cierto que al principio, este tamaño se me hacía grande y extraño a partes iguales, pero con el paso de los meses se me convirtió en un nuevo ideal de tamaño. Durante mis meses en El Androide Libre, también he convivido con otros teléfonos de gran tamaño para algunos análisis como son el Xperia C5 Ultra y el Xperia Z5 Premium, que me han ayudado aún más si cabe a formar mi opinión sobre los teléfonos grandes.

Con mi viejo Nexus he pasado cerca de dos años y medio encantado, por lo que mi opinión sobre el tamaño ideal ha cambiado de forma muy rápida en muy poco tiempo. ¿Realmente el nuevo tamaño es ideal por ser mejor, o se debe al cambio de teléfono?

Para disipar esas dudas, he pasado un mes conviviendo con un Samsung Galaxy Alpha, un teléfono con 4,7 pulgadas de pantalla, que además es coetáneo de mi actual G3, por lo que no existe una gran diferencia en cuanto a especificaciones técnicas ni rendimiento del sistema. De este modo, nos podemos ceñir directamente a lo que más importa, que es la experiencia de volver al tamaño que hace poco más de medio año consideraba perfecto.

Volviendo al uso de un móvil pequeño, más liviano

El cambio de un telefonazo como es el G3 a un teléfono más pequeño fue un cambio que donde más se notó fue en el primer contacto, y es que la diferencia de peso entre ambos dispositivos es más que palpable. Acostumbrado al viejo peso que había en mi mano, volver a un teléfono más pequeño se sentía como sostener una pluma en lugar de mi viejo phablet, siendo una primera impresión bastante positiva.

Llevar un teléfono compacto hace que utilizarlo por la calle sea algo más sencillo. Con mi viejo G3 en varias ocasiones tenía que ayudarme de una segunda mano para tener una experiencia más cómoda, mientras con el Galaxy Alpha eran muchas menos ocasiones las que necesitaba la ayuda de mi mano zurda.

Más cómodo de usar a una mano, pero sin grandes diferencias

No obstante, con el paso de los días según probaba y probaba, me di cuenta de que las diferencias entre usar un teléfono grande y uno pequeño tampoco eran tan marcadas como muchos internautas me hacían creer. Si tengo que responder un mensaje de texto, lo hago con la misma dificultad tanto en un teléfono como en otro. Deslizar al panel de notificaciones tampoco me supone ningún drama, y a pesar de la diferencia de tamaño entre ambos dispositivos, he tenido que hacer el mismo esfuerzo para ver mis mensajes pendientes.

Quizás el punto donde se ha notado más la reducción de tamaño es en uno de los puntos que más me crispan de usar un phablet. En muchas aplicaciones existe un menú en la zona superior izquierda (llamado por muchos menú de hamburguesa) donde podemos encontrar la mayoría de opciones de cada aplicación. En este aspecto utilizar un dispositivo más compacto nos favorece bastante, siendo esta la mayor causa de que con el Galaxy Alpha haya comenzado a utilizar menos las dos manos.

Otro aspecto donde he ganado puntos es en la fotografía. En este aspecto no me voy a extender mucho, y se debe a que debido al reducido peso, mi experiencia sacando fotografías es más cómoda. Esta ventaja se nota poco en el día a día, pero la verdad es que la reducción de peso aquí si es un factor determinante.

El espacio libre del bolsillo, una ventaja sobrevalorada

El siguiente aspecto en el que me quiero centrar es en uno de los mayores tópicos sobre los teléfonos grandes que existen en la actualidad. A menudo se comenta que los teléfonos grandes son una molestia porque apenas caben en los bolsillos del pantalón, y tras volver a un teléfono más pequeño he decidido realizar algunas pequeñas pruebas.

He de decir que soy una persona un poco grande (mido 1,86 aproximadamente) y que el LG G3 siempre lo he guardado en el bolsillo derecho de mis pantalones sin ningún tipo de dificultad (no uso ni pantalones ajustados ni holgados, sino vaqueros comunes) y si algo es cierto, es que en el bolsillo donde guardaba mi G3, solo guardaba el móvil, y nada más.

Con el Galaxy Alpha, mi primera impresión fue la de que «no siento que llevo el móvil en el bolsillo» y en esos primeros momentos sentí que los internautas tenían razón, pero a la larga me di cuenta de que tampoco importaba tanto. En el bolsillo en el que llevo el móvil, al final solo acabo guardando el móvil, porque juntarlo con la cartera o las llaves se me acaba haciendo incómodo, fuese grande o pequeño el móvil que llevase.

De mi experiencia en el bolsillo me he dado cuenta de que las supuestas ventajas me aportan poco o nada, porque al final ni siento comodidad en los bolsillos, ni puedo guardar cosas ni nada. Sin embargo, al ser un teléfono tan ligero, si que he comenzado a revisar muchas veces en mi bolsillo si tenía el teléfono porque a veces lo notaba. El G3 lo noto en el bolsillo, pero tampoco molesta, y me ahorra esos «mini-infartos»

Apartado multimedia, aquí los phablets vencen sin dificultad

El punto donde claramente he perdido más al utilizar un teléfono compacto ha sido en el multimedia y entretenimiento. Para mi el smartphone es una herramienta de trabajo, pero también es un juguetito de ocio más. Cuando estoy en la cama lo utilizo para ver series, y cuando estoy en el transporte público o esperando a alguien lo utilizo para jugar.

En este aspecto, siento que he perdido mucho con el cambio. En mi vida existen muchos ratos muertos, y volver a una pantalla más pequeña me ha supuesto sufrir muchos cambios que para nada me han agradado. La pantalla pequeña no es agradable para ver contenidos en Netflix, YouTube o Twitch, por lo que acabo acercando mi smartphone a la cara para compensarlo.

Además, he de reconocer que tengo las manos un poco grandes, por lo que mi experiencia jugando a juegos que requieren una interacción táctil ha salido perdiendo. A las dos semanas tiré la toalla, teniendo que sacar mi tablet cada vez que quería jugar a cualquier juego, o matando esos ratos en las redes sociales (cuya experiencia también era superior en el G3).

Conclusiones

Para finalizar, he de concluir que a pesar de lo negativo que pueda parecer este artículo, la verdad es que volver a un teléfono pequeño ha sido una experiencia más que agradable, pero que sinceramente no me gustaría volver a repetir. Reconozco que haber cargado con un teléfono más pequeño tiene sus ventajas, pero también tiene sus inconvenientes.

Si tienes bolsillos ajustados y manos más pequeñas, o haces poco uso de redes sociales, contenidos multimedia o videojuegos, los tamaños compactos son tu compañero ideal. Tal y como he descubierto en mi análisis, no pertenezco yo al perfil de usuario que valora la experiencia de una pantalla más pequeña, existiendo grandes inconvenientes que eclipsan completamente las grandes ventajas.

Al final, cada usuario tiene sus propias necesidades, y es cada usuario quien debe decidir por su cuenta que tamaño de pantalla prefiere y sus motivos. Ni las phablets son tan malas, ni los teléfonos compactos tan buenos. Son dispositivos distintos y cada uno acabará cubriendo ciertas necesidades.