Image: El diván de la poesía árabe oriental y andalusí

Image: El diván de la poesía árabe oriental y andalusí

Poesía

El diván de la poesía árabe oriental y andalusí

Mahmud Sobh

5 octubre, 2012 02:00

Mahmud Sobh. Foto: Begoña Rivas

Edición bilingüe. Visor, 2012. 1472 páginas, 40 euros


No es posible detenernos a escribir sobre esta magna antología sin recordar algunas señas de su autor, tan cercano a la literatura y a los escritores españoles desde su llegada a España en 1965. Mahmud Sobh (Safad, Galilea, 1936) se exilió de Palestina en 1948. Se doctoró con una tesis sobre la poesía árabe clásica en la universidad de Damasco y, como hemos dicho, vive en Madrid desde mediados de los años 60. Aquí ha sido profesor de árabe en la Universidad Complutense hasta jubilarse como Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos. Pero Mahmub Sobh -quizá más por poeta que por profesor- , estuvo desde su llegada a España muy entrañablemente unido a nuestros escritores.

Su presencia remite a muchos poetas españoles -especialmente los del círculo del Café Gijón- y con muy distintas instituciones culturales. Como poeta, ha recibido premios como el Álamo o el Vicente Aleixandre, y tenemos muy presente su última recopilación de poemas, Mar blanco (La Discreta, 2005). Su poesía, de una gran intensidad, como la de su tradición, posee a la vez un gran poder de síntesis y siempre es fulgurante en sus imágenes y tierna en el predominio del tema amoroso: "Layla, toda mujer está en ti y en ti está toda patria".

No debemos olvidar tampoco que esta antología complementa un riguroso trabajo teórico, volcado en obras emblemáticas como su Historia de la literatura árabe clásica (Cátedra (2002), Casidas selectas del andalusí Ibn Zaydün (Cátedra, 2005), Trovadores árabes de la Comunidad Valenciana y de las Islas Baleares (Alicante, 2009) o Poética y métrica árabes (Alderabán, 2012). Uno de los valores que celebramos es reencontrarnos con esos poetas de las Baleares, en el entorno de la significativa taifa de Denia, como Ibn Jafaya, Ibn Yubayr, Ibn al-Áttar al-Yabisi ("el ibicenco") o Idris ben al-Yamán, apodado al-Sabbini. Poeta éste con calle en Yabisat (Ibiza), donde aún se le recuerda con afecto y como poeta propio, el cual veía llegar a la amada "cimbreándose cual rama/y caminando cual paloma". O aquel otro verso tremendo de al-Attar: "Y en lugar de tener tumbas, buches de buitre tienen./¿Y quién ha visto nunca un muerto, con el que la tumba vuele". (Recordamos también aquí, tratando este tema, versiones de los Poetas árabes ibicencos, del profesor José Manuel Barral.)

Cuanto llevamos apuntado, nos presenta ya un panorama ambicioso de la poesía árabe y andalusí. Pero probablemente Mahmud Sobh habrá conseguido con esta antología -por poeta, estudioso y traductor de la poesía de sus raíces vitales- la obra con la que culminan muchísimos años de amor a la misma, buscando las conexiones con España, en donde ha logrado una integración plena, que ha dejado transparentar en una pregunta que precisamente se hace en uno de sus poemas: "¿Soy árabe o español?".

Hasta 180 poetas recoge este valioso volumen, de los cuales 110 son orientales y 75 andalusíes. A ellos les aplicaríamos características muy comunes: inspiración torrencial, lirismo puro, imágenes deslumbradoras, emoción, intensidad y, sobre todo, una gran capacidad de síntesis y pureza de lenguaje en los poemas más concisos. Y, siempre, la directa expresión de los sentimientos, pues como dice Sobh el poeta, el "profeta", es etimológicamente en árabe "el que comprende lo que siente y lo expresa poéticamente". No sabríamos, por ser muchos y valiosos, qué autores destacar. Por proximidad, algo hemos dicho de los poetas de nuestras islas, pero recordaría a algunos de los grandes autores de casidas, como el cordobés Ibn Zaydün, con su pasión amorosa siempre en vilo y su fidelidad a la ciudad que lo vio nacer: "Córdoba me hace recordar la amistad y la juventud […] La hermosura era tu vista, y tu canto, música que suena./ Tan tierno, en ti el regazo de la vida. ¡Cuánto te amo, madre!".

Estamos ante ese don especial que sólo el libro de poemas ofrece: el de abrirlo por cualquiera de sus páginas y encontrarnos no sólo la calidad de los autores y la sensibilidad del traductor-poeta sino una serie de hallazgos relativos a la sensibilidad humana que creímos ya perdidos (o que ya hemos perdido) en este acelerado y tenso tiempo nuestro. Como su continente, el libro, la poesía también es un don precioso. La poesía árabe, de ayer y de hoy, lo prueba. Seguramente con esta obra Mahmud Sobh habrá visto hechos realidad tantos sueños que a veces el exilio aleja, pero que la voluntad del lector y del traductor rescatan.