Image: Himnos a la noche. Cánticos Espirituales. Fragmentos

Image: Himnos a la noche. Cánticos Espirituales. Fragmentos

Poesía

Himnos a la noche. Cánticos Espirituales. Fragmentos

NOVALIS

31 octubre, 2001 01:00

Ed. Américo Ferrari. Trad. A. Ferrari y F. Montes. Círculo de Lectores. Barcelona, 2001. 201 págs., 2.300 ptas.

En la primera década del pasado siglo, Unamuno escribía al joven Ortega, becario en Alemania, pidiéndole información sobre Novalis y las mejores ediciones críticas de que tuviera conocimiento él. Se inicia así el interés por Novalis en nuestra lengua: por el Novalis místico, que es el que a Unamuno más le interesó. El Novalis poeta -y, en concreto, el de los Himnos a la noche- fue asimilado por Antonio Colinas que, en Sepulcro en Tarquinia, titula "Novalis" uno de sus poemas, que sigue siendo -si no un análisis- sí una, y muy brillante, interpretación. Novalis fue, pues, visitado por el 98 y los novísimos, atraídos tanto por la dualidad de los significados del concepto luz y de su teoría de la oscuro, como por su deseo de "europeidad". La cristiandad o Europa es el título de uno de sus textos.

Américo Ferrari explica los problemas que la obra de Novalis plantea: la datación de los Himnos, su base metafísica, sus implicaciones cosmológicas, la idea de lo múltiple, el influjo de Bühme y la concepción ahistórica de la realidad. Advierte que uno de los Cánticos espirituales, el VII, es un himno, y que algunos himnos se mueven en el ámbito propio de la elegía. La introducción de Ferrari -un ejemplo de rigurosa síntesis y de preciosa claridad- apunta claves para entender el tejido que constituye los Fragmentos, esa maravilla de la lengua, en cuyos aforismos ha bebido nuestra modernidad. Novalis cree que todo debería "imprimirse acústicamente" y cifrarse, porque "las palabras son las configuraciones acústicas de las ideas", y la voz humana, "el principio y el ideal de la música instrumental". "¿Qué es lo que suena, -se pregunta- el cuerpo o el aire?" Para él -posible fuente de Ortega en esto- "El álgebra es la poesía". Antes que Baudelaire y Paz, insiste en "el construir analógicamente" y, mucho antes que la teoría de la recepción de Jauss, propone "una teoría de los deberes del lector". Considera los libros "una especie moderna de los entes históricos" que han ocupado "el lugar de las tradiciones". Ve al filósofo como un "poeta interior" y opta por una poesía "sintética", "analítica de lo exterior y de lo interior a la vez": una poesía basada "sobre activas asociaciones de ideas", que sea "representación del ánimo" y en la que una sola cosa evoque a todas las demás y sea "designada y evocada" por ellas.

Dialoga con Schiller, Herder, los Schlegel, Goethe, Tieck y Jean Paul sobre las fantasías musicales, y concluye que "la poesía se refiere al lenguaje". Sus Cánticos espirituales anuncian ya a Mallarmé. Los neokantianos cubistas y los artífices de la llamada "poesía pura" retomarán esta otra idea de Novalis: la de que "no se debería representar nada que no se abarque completamente con la mirada". Su noción de lo lírico tiene este mapa: Píndaro, Horacio, Klopstock. Mucho antes que a Wagner, la ópera le parece "el grado más elevado del drama", y, mucho antes que Nietzsche, se pregunta por el "nacimiento psicológicamente necesario, intuitivo, de la tragedia". Como Valle y como Lorca, cree que el teatro "verdaderamente cómico" es el de marionetas y, como Borges, se afana por encontrar "el universo en un solo libro". El monólogo dramático, el humor de Aristófanes, la poesía filológica y la lengua coloquial atraen su atención como, luego, la de Eliot. Preludia a los surrealistas en su definición del cuento como "imagen onírica", y a Breton, en lo relativo a las supuestas objetividades del azar que haría suyas Carnero.

En Novalis hay un análisis de los sistemas y de los discursos, y un catálogo temático de los símbolos de la modernidad. Para él la fantasía es una fuerza extramecánica, y la física, una teoría de la fantasía. La actualidad de Novalis hoy reside en esto: en hacernos saber lo limitado del tiempo de la luz y el "sin tiempo y sin espacio" del "imperio de la noche". Su poesía es conocimiento e intensidad, razón y misterio, ciencia y fe. Novalis -como Hülderlin- es y no es sólo romántico: es moderno en la medida en que el romanticismo alemán lo es. La diferencia estriba en que el romanticismo de Hülderlin remite a lo trágico helénico, y el de Novalis, a las creencias del cristianismo medieval.