Image: Fragmentos póstumos (1885-1889)

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Ensayo

Fragmentos póstumos (1885-1889)

Friedrich Nietzsche

8 marzo, 2007 01:00

Nietzsche, pintado por Álvaro Delgado

Ed. de Diego Sánchez Meca. Tecnos. Madrid, 2006. 780 páginas, 36’10 euros

A lo largo del siglo XX la influencia del pensamiento de Friedrich Nietzsche fue creciendo de forma exponencial; en las últimas décadas de ese mismo siglo, la obra del filósofo alemán, masivamente visitada, diversamente interpretada, dio lugar a alguno de los impulsos renovadores cuyo influjo todavía nos inspira.O todavía nos inquieta. Impredecible es el futuro, pero puede apostarse que en él, el texto de Nietzsche tendrá un lugar nada menor.

Por múltiples razones, por su pasado y por su futuro, por la inspiración y por la inquietud, ha de ser saludada la iniciativa de la publicación de sus fragmentos póstumos, en magnífica edición al cuidado de Diego Sánchez Meca y con el concurso de un equipo de traductores de indiscutible calidad, y probados especialistas en la obra de Nietzsche, Vermal y Llinares, a quienes ha correspondido la traducción, introducción y notas del presente volumen son un ejemplo a seguir.

No es la primera vez ni, seguramente, será la última, que se publican en español fragmentos póstumos de Nietzsche. La editotorial Abada editó hace algunos años una cuidada selección; Biblioteca Nueva lo hace con asiduidad, Península acaba de dar a las prensas un volumen que, con el título Nihilismo: escritos póstumos, ofrece una antología de los fragmentos de los últimos años de vida lúcida de Nietzsche. La peculiaridad de la obra que presentamos, nada desdeñable como se verá, es que forma parte de un programa de edición de los fragmentos póstumos completos: tarea urgente, y hasta la fecha pendiente, dada la importancia del pensamiento de Niezsche; tarea necesaria dada la importancia del "Nietzsche esotérico", del pensador solitario que, con paciencia o frenesí, confía a sus cuadernos un torrencial caudal de pensamiento, de proyectos de iniciativas, de críticas. Una parte de ese archivo pasará, más o menos modificado, más o menos depurado, a la obra publicada. Otra gran parte quedó oculta hsta que G. Colli y M. Montinari la sacaron a la luz en su hoy canónica edición de Obras completas, a la que se remite la presente traducción española. Comenzar por el final, por el último volumen de los cuatro que completan la serie, puede parecer una decisión extraña. Es, sin embargo, una decisión correcta. Pues si importante es el legado de todos los momentos de vida activa de Nietzsche, los de los últimos años antes de su dramático derrumbe en Turín, presentan características excepcionales.

En esos años (1885-1889) de actividad frenética, cuando Nietzsche había concluido -a falta de solventar algunos litigos editoriales- la magna obra que es y seguirá siendo Así habló Zaratustra, el filósofo decidió concentrar sus efuerzos en un libro -el numeral es importante- que habría de contener su propuesta filosófica, un libro que habría de ser, no tanto el compendio o la síntesis de sus obras anteriores, cuanto la potenciación de las mismas en otra escala y a otro nivel. Pronto, como puede apreciarse en el volumen que presentamos, comienzan los esbozos, pronto se ensayan títulos. Uno de ellos volverá, insistente, una y otra vez, La voluntad de poder. Sabemos que el propósito se modificó (varias veces) y que quedó múltiplemente incumplido. Contra la intención expresada en ocasiones, los libros se sucedieron. No uno, sino varios, arrancaron texto del archivo que el lector puede hoy escrutar al completo. Varios libros, pues. E incluso uno que nunca existió, La voluntad de poder, precisamente.

Pero si La voluntad de poder no existe propiamente hablando, "la voluntad de poder", no el libro, sino uno de los motivos mayores del pensamiento del último Nietzsche, no sólo existe, sino que va cobrando toda su consistencia filosófica a lo largo de los años que se recogen en este volumen. Se suceden los apuntes y los esbozos, se suceden las ampliaciones y diversificaciones de un concepto -voluntad de poder- llamado a tener una importancia crucial. Todavía hoy. Y ya mañana. Y, junto a ese concepto, otro no menos fundamental, no menos inquietante, se abre paso -pero paso firme- en el maremágnum de estos fragmentos póstumos: el nihilismo, el más inhóspito de todos los huéspedes, a la vez pasado remoto y futuro inminente, futuro duradero: "Cuento la historia de lo que va a suceder, de los dos próximos siglos: el advenimiento del nihilismo…".

Asistir al crecimiento imparable de esos dos filosofemas, a veces violento, a veces matizado y sutil, es una de las aventuras que hace posible el volumen que, agradecido, comento. O asistir a ese crecimiento sin los recortes de la fraudulenta edición que fue La voluntad de poder. Y enfrentarse a un pensamiento indómito, a un pensamiento que, al contemplarlo en su pluralidad de registros, y en su único, tenaz, propósito, parece habernos pensado ya. Quousque tandem…?

última consideración. Uno de los fragmentos finales del libro (escrito en enero de 1889) es última consideración: "Si pudiéramos evitar las guerras, tanto mejor. Yo sabría hacer un uso más provechoso de los 12.000 millones que anualmente le cuesta a Europa la paz armada; hay aun otros medios de rendir homenaje a la fisiología que no son los hospitales militares... breve y bueno, incluso muy bueno: después de estar abolido el viejo Dios, yo estoy dispuesto a gobernar el mundo...". El penúltimo es: "Que pongan en mis manos al joven criminal: no vacilaré en corromperlo y en incendiar su espiritu criminal..."