Image: Alban Berg y Hanna Fuchs

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Ensayo

Alban Berg y Hanna Fuchs

Constantin Floros

16 marzo, 2006 01:00

Alban Berg retratado por Shünberg en 1910

Traducción e intruducción de Susana Zapke. Trotta. 2006. 144 págs, 23 e.

De los tres vieneses es, quizás, el más difícil de comprender. Antón Webern, en su micromundo, resulta comparado con Alban Berg sencillo y fácil, a pesar de sus abismales intervalos de séptima o de novena, o de su evitación sistemática de consonancias melódicas y tonales, o de sus agobiantes silencios que parecen absorber toda la sustancia musical.

Su propio "vanguardismo" constituye una facilidad; precisamente por eso ha dado lugar a muchos malentendidos, especialmente en la época del serialismo integral de la segunda posguerra, que por esta razón se llamó período "posweberniano".

Arnold Schünberg, con su gesto imperativo, parece ser el Beethoven del grupo, el más "napoleónida" de los tres (no en vano escribió una Oda a Napoleón, basada en un texto de Lord Byron, y a través de la cual evocaba críticamente a Hitler). Toda su gesticulación musical parece condensarse en la ascensión de cuartas -impositiva, arrolladora- con la que se abre paso, con urgencia y sin miramientos, el primer tema de esa obra-manifiesto que fue su Concierto de cámara para quince instrumentos solistas opus 9, una de sus obras más extraordinarias.

Si Schünberg es el sinfonista nato que, como Beethoven, descuella en la música de cámara y en las grandes formas orquestales (sin olvidar sus extraordinarios melodramas expresionistas), Alban Berg es de naturaleza proteica (como Mozart, como Wagner, como Verdi). O como todo músico que es, a la vez, gran dramaturgo, en razón de su vocación operística, y gran compositor musical.

T. W. Adorno habla de la Suite lírica como de una "ópera latente". Adorno se refiere al "programa oculto" de la obra; un rasgo romántico, o neo-romántico, que le emparenta con Schumann y con Brahms. También en la Suite lírica de Alban Berg, se esconde un "programa oculto". En otras piezas comparece, como punta del iceberg, un "programa" explícito, confesado y comunicado: así en el Concierto para piano, violín e instrumentos de viento.

En la Suite lírica las alusiones son más crípticas, pues hacen referencia a los amores clandestinos de Alban Berg con la hermana de Franz Werfel -casado con Alma Mahler- Hanna Fuchs, cuyas letras susceptibles de lectura musical se entrelazan con las de Alban Berg. Y lo mismo sucede en obras posteriores, como en pasajes de la ópera Lulú. Un recurso que remeda las Variaciones Abbegg, opus 1, de Robert Schumann, músico que salpicó todas sus composiciones de juegos criptográficos y de mensajes cifrados. Se trata de uno de los muchos rasgos "neo-románticos" de este compositor cuyo sobrino, Erich Alban Berg, caracterizó en una monografía como un "romántico incorregible". Este texto que ahora se publica es, en este sentido, la mejor aproximación a ese secreto del sumario de algunas de las principales composiciones de Alban Berg (la Suite lírica, sobre todo). Constantino Floro presenta el proyecto en un breve prólogo que enaltece la memoria del músico, quizás el que ha terminado siendo el más popular del gran terceto que formaron los miembros de la Segunda Escuela de Viena. A continuación se dispone de una apasionante trama documental que nos permite asomarnos al amor-pasión romántico entre Alban Berg y Hanna Fuchs, ambos casados, condenados a vivir una fiebre amorosa intensísima de manera clandestina. La inscripción de esos amores a través de las cartas permite advertir su huella cifrada y consciente en las composiciones musicales de la última década de la (demasiado breve) vida de este gran músico. Una competente introducción de la traductora, Susana Zapke, nos permite contextualizar esas piezas, y en general la gran música de Alban Berg de su último período.

Un libro imprescindible por su carácter documental que nos acerca, del mejor modo, a un músico que logró ser a la vez ultra-moderno e hiper-romántico, o que consiguió sintetizar a sus dos grandes maestros, Mahler y Schónberg, en una de las aventuras musicales más extraordinarias del siglo XX. O que prosiguió con el máximo rigor, y dentro del marco de la más exigente vanguardia expresionista, primero atonal, luego dodecafónica, la ruta romántica crepuscular, tan hermosa, que constituyó el inicio de la aventura músical de su maestro Schünberg: la que corresponde a su Verklärte Nacht, a sus Gurre-Lieder y a su Peleas y Melisande.