Image: La maldición de Adán

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Ensayo

La maldición de Adán

Bryan Sykes

2 junio, 2005 02:00

Bryan Sykes. Foto: Rob Judges

Traducción de Juan Manuel Ibeas. Debate. Barcelona, 2005. 316 págs, 24 euros

Riqueza, propiedad, codicia, violencia, agresión... Es la maldición de Adán, la dominación masculina que acarrea sufrimiento, pobreza, envenenamiento del planeta y destrucción.

La trae el cromosoma y, el único fragmento de adn que los hombres poseen y las mujeres no. Es un solo gen de ese cromosoma el que activa la desviación del embrión desde el desarrollo natural de su condición femenina hacia la masculinidad; en el fondo los hombres no son más que mujeres genéticamente modificadas.

¿Era necesario haber llegado evolutivamente a la reproducción sexual con tales inconvenientes? En una población sólo femenina, que se reproduciría por clonación, los descendientes tendrían la misma dotación génica que sus progenitores y un patógeno que rompiera las defensas de su anfitrión podría extenderse letalmente a toda la especie. La mezcla de genes de padres de distinto sexo daría paso a individuos con resistencia genética suficiente para sobrevivir a la matanza. Esa defensa de la especie habría acabado con la oposición a la reproducción sexual de los genes citoplásmicos, como el adn mitocondrial. Es el que la mujer transmite a su prole pero sólo sus hijas, y no sus hijos, la transferirán a la siguiente generación; lo mismo que el cromosoma y sólo puede pasar a las sucesivas generaciones a través de los hijos. Se dispone así de unos marcadores genéticos con los que seguir los mo-
vimientos de los pobladores de distintos lugares del globo, hombres y mujeres, de los que el autor ofrece interesantes muestras. Y concluye que todos los varones tienen un único antepasado paterno, y que todos descendemos por vía materna de una única mujer.

¿Hay alguna fuerza que limite esta selección sexual? Podría inventirse si las mujeres prefirieran hombres cuyas cualidades fueran la antítesis de las anteriores. Un mundo sin hombres traería un beneficio inmediato: la maldición de Adán quedaría arrumbada para siempre. La selección sexual desaparecería y la destructiva espiral de codicia y ambición que había provocado se aliviaría. El gran experimento de modificación genética habría terminado: las mitocondrias eran las triunfadoras. Hay que calibrar el caudal de ingenio y trabajo que ha hecho posible estas investigaciones e interpretaciones, expuestas para nosotros de un modo realmente sugestivo.