Image: Historia de las dos Españas

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Ensayo

Historia de las dos Españas

Santos Juliá

2 diciembre, 2004 01:00

Santos Juliá. Foto: Mercedes Rodríguez

Taurus. Madrid, 2004. 562 páginas, 22 euros

La historia intelectual no es una tarea fácil. Exige mucha lectura y bien contextualizada, porque no se trata de acumular citas sino de ofrecer un análisis de las ideas conforme a las que se conduce la sociedad en determinados momentos.

Hace algunos años, Isaiah Berlin se refería a esa forma de hacer historia como un terreno de investigación complejo, impreciso y que exigía mucha capacidad sicológica y de imaginación.

Santos Juliá está en muy buenas condiciones para realizar una tarea de este tipo porque, desde hace años, ha venido brindando reflexiones sobre la proyección política de los intelectuales españoles. Algunas de ellas las había realizado con ocasión de congresos y, en este libro, está el eco de estudios suyos que cobraron una especial actualidad con ocasión del centenario del 98, de las conmemoraciones en torno al fin de siglo y de milenio, o de congresos como el que organizara hace unos meses Luis Miguel Enciso sobre la figura de Rafael Alberti.

Ahora ofrece un ambicioso trabajo que arranca de una caracterización de la figura del intelectual, figura que empezó a proliferar a finales del siglo XIX a partir del modelo ofrecido por Zola y su sonora intervención en el affaire Dreyfus. De acuerdo con los conceptos utilizados por Habermas, el intelectual necesita del espacio público en el que hacer oír sus opiniones y del medio periodístico que le permite darlas a conocer. Sólo después de esta caracterización el autor se lanzará a levantar el inventario "de las sucesivas hornadas de intelectuales" que se extienden desde los primeros momentos de la revolución liberal hasta los años finales del franquismo, con un alarde de fuentes hemerográficas directas y con la bibliografía más sugerente para comprender tan dilatado periodo.

Se trata, advierte Juliá, de un análisis que no está encaminado a inventariar las muchas ideas que han salido a retortero en el afán de sucesivas generaciones por interpretar a España, sino a la detección de las "tramas narrativas" encaminadas a la articulación del pensamiento y la acción de los ciudadanos, tanto en lo que tienen de explicación del pasado como por su capacidad de mover a la acción futura de grupos que pueden tomar la forma de partidos políticos o de simples movimientos de opinión.

Uno de esos discursos -el de "las dos Españas"- da título al volumen, aunque tal vez lo haga de una forma un poco abusiva ya que, pese a su prolongada vigencia, no siempre tuvo la misma capacidad de sugestión en el imaginario colectivo de los españoles. Su momento culminante fue, desde luego, la formulación orteguiana de la primavera de 1914, con la conferencia "Vieja y nueva política" y, aunque el autor lleva acertadamente hasta Larra la huella de esa imagen, tal vez no presta suficiente atención a lo común de esa imagen en otras culturas políticas de los países occidentales, en donde es bien conocida la Sybila de Disraeli. Renan la aplica al caso francés y Costa alude a la novela del inglés cuando aplica esa misma imagen a la vida española.

Por lo demás, no deja de ser verdad que la idea de dicotomía, de lucha contra lo ajeno o contra el falseamiento de lo propio no dejará de estar presente en la mayoría de los procesos que se analizan en el libro, tanto en el prolongado proceso que conduce a la implantación del liberalismo, y de su desarrollo democrático, como a las propuestas de transformación social que proceden del impulso nacionalista o del socialismo democrático que, en la segunda década del siglo XX, parecía el horizonte inevitable (Maeztu) de un pensamiento liberal que parecía dar síntomas de agotamiento. Frente a ese horizonte se erigieron las ofertas totalitarias que marcarían los dos tercios finales del siglo pasado.

Una de esas fórmulas totalitarias, aún con todas las matizaciones que se han hecho siempre, sería la que prevalecería en España, y Santos Juliá dedica una parte considerable de su libro -que es también un esfuerzo de gran originalidad- a ilustrar las circunstancias del duro enfrentamiento de quienes compitieron por la inspiración intelectual de la España franquista. Detrás de ellos había una lucha por el poder, jalonada por empresas culturales y periodísticas que el autor conoce a fondo y maneja con su maestría habitual.

Santos Juliá ha vuelto a dar, con este libro, una obra de referencia para la historia intelectual de los dos œltimos siglos de la vida española. Y, sin duda, eso es una buena noticia para la historiografía de esta vieja nación.

Tres cuestiones a Santos Juliá
-¿Por qué cambió el título del libro?
-Nunca tuvo un título definido. Comencé a trabajar sobre intelectuales hace algunos años, con ocasión del 98. Luego surgió la idea de elaborar un argumento sobre los modos de presencia de los intelectuales en la esfera pública y empecé a definir lo que podría llamarse figuras de intelectual: como conciencia de la multitud, como minoría selecta, como político de la cultura.
-¿Las dos Españas son cosa del pasado?
-Dos Españas se refiere n la representación de una realidad más que a la realidad misma. Yo no diría nunca que hayan existido dos Españas: la historia no se deja reducir a una metáfora bipolar. Lo que digo es que diversas generaciones de intelectuales contaron esa historia en esos términos. Lo cual no dejó de arrastrar consecuencias a veces devastadoras.
-¿El nacionalismo excluyente no tiene futuro?
-Soy más bien historiador y conozco algo del pasado, un poco del presente y nada del futuro. No sé lo que depararán los nacionalismos. Pero si la experiencia histórica sirviera de algo, lo único que se me ocurre decir es que el futuro de los nacionalismos excluyentes es la muerte y la destrucción.