Image: Manuel Vilas: Aire Nuestro no es una novela sobre televisión, es una televisión

Image: Manuel Vilas: "Aire Nuestro no es una novela sobre televisión, es una televisión"

Letras

Manuel Vilas: "Aire Nuestro no es una novela sobre televisión, es una televisión"

El escritor aragonés crea con su nuevo libro un delirante canal en el que el pop le estrecha la mano a Cervantes

11 noviembre, 2009 01:00

Manuel Vilas. Foto: Carlos Alba

Marta Caballero
Arranca el libro con una catarata muy televisiva. Como un anuncio real, de estos nuestros, de la sociedad de consumo de toda la vida, que invita practicar la religión de un nuevo canal, AENE Televisión. Su programación es delirante -como cualquiera de los programas a los que se llega por el mando a distancia hoy- pero ilimitada en el tiempo y en el espacio, de manera que el espectador puede elegir, interactuar, charlar con Jesús, ver a Leone en el Telepurgatorio, o comprobar cómo Cernuda recibe el Cervantes mientras Lorca surca España en un cochazo. La madre de Lou Reed, se comenta, también anda metida en el ajo. Todo esto en un crescendo de fantásticos absurdos. El demiurgo del invento es el poeta aragonés Manuel Vilas, quien, animado por este reto de televisar una novela, ha querido, fundamentalmente, pasárselo bien. Más que criticar, reír -y de verdad que se ríe-, pero siempre "en honor a Cervantes". Más que satirizar, pasear los personajes de la cultura pop con los que ha crecido, porque hay que pasarlo bien: "Total, un día nos vamos a morir todos". Pero no hay que llevarse a engaño, su querencia por la fiesta no está reñida con la profundidad condensada en cada párrafo de este Aire nuestro.

PREGUNTA.- ¿Ve mucha televisión?
RESPUESTA.- Sí, he visto muchísima. Y por eso más que un libro que hablara sobre televisión he querido hacer una novela que fuera una televisión, conseguir un mestizaje entre el medio audiovisual moderno y la literatura. Aunque por otra parte he inventado una televisión a la medida de la imaginación, con realities, Cine X, Teletienda, etcétera pero reinventados por mí con ánimo de exponer nuestro mundo desde los parámetros de la televisión. Hay infinidad de libros que hablan de este medio, pero yo quería una novela que, simplemente, fuera este medio.

P.- Con este libro se ha entregado a la cultura pop -terreno suyo por méritos propios-, de una forma casi camicace.
R.- Aire nuestro está lleno de referencias pop, mi sensibilidad es pop y el pop es con lo que he crecido. Este es un paso más de arriesgo, de exploración de territorios nuevos con un gran objetivo: la lucha contra el aburrimiento.

P.- Tan pop, tan pop es usted que Fernández Mallo le ha definido como "el Tarantino de las letras españolas" ¿Le halaga?
R.- (Risas) Me parece un título maravilloso y Tarantino es un director al que admiro muchísimo, su última película me parece una obra maestra. Supongo que Fernández Mallo me ha descrito así por el humor y la mirada fresca y divertida que trato de ponerle a mis libros, por la transformación de la realidad en un carnaval. Tarantino hace eso en el espacio cinematográfico y yo trato de hacerlo en mi literatura.

P.- El carnaval de su anacrónico libro, perdón, de su televisión literaria, ¿en qué se parece al de la realidad de nuestros días?
R.- He intentado reproducir la complejidad del mundo como espectáculo y como carnaval. Y, sí, la realidad de 2009 es bastante carnavalesca, así que la he plasmado también en mi novela. Cierto que también hay en el libro reflexión ideológica y un vislumbre sobre las alienaciones actuales, que es un tema que me importa mucho. En Aire nuestro los personajes que escuchan a Elvis se libran de los anclajes de la realidad.

P.- Como en la vida misma. Ya que nombra a los personajes, en una obra donde se citan Elvis y Lorca, a Johnny Cash, Cernuda y Leone, ¿siente que alguien se le quedó fuera? ¿Con qué criterio los seleccionó para 'trabajar' en su cadena?
R.- Se me han quedado fuera Joy Division. Pero los demás están todos, al menos los que a mí me gustan. Para mí todos estos personajes han sido muy importantes, más que otras cosas que supuestamente deberían ser más enriquecedoras para un escritor. En realidad, todo esto de la Generación after pop, o de la Generación Nocilla en términos mediáticos, alude a la igualación de la alta cultura con la cultura pop. Somos gente que tan pronto leíamos a Hegel como escuchábamos a los Beatles.

P.- ¿Y de todos estos personajes cuál es su favorito?
R.- Sin duda el icono de Elvis. Es el hombre fundamental, como se dice en la novela. Por su capacidad de transformar él solo a la sociedad, por mi fascinación ante su imagen, su belleza, su voz y también por su destrucción. Pero salen muchos personajes, uf, miles de ellos. Es una novela coral, no en términos literarios pero sí en televisivos, porque la televisión es precisamente así.

P.- Entre todos estos iconos pop, aparece en varias ocasiones un tal Manuel Vilas, e incluso una Manuela Vilas.
R.- Sí, Manuela Vilas, que dirige el Cervantes. No sé, me pareció divertidísimo (carcajada limpia). Es que mi novela no es satírica ni crítica ni nada de eso, es sobre todo festiva. Y yo me sumo como personaje a la celebración. Por otro lado está la libertad de ser varios personas en un texto literario, de vivir vidas que de otra forma no podrías vivir. La base está en mi afán de buscar la plenitud del humano, que significa fiesta y divertimento. Hacer cosas que no están permitidas, como el travestismo.

P.- Mucha fiesta con la que está cayendo.
R.- Es que me planteo ¿qué se puede hacer con el mundo más que celebrarlo? Cualquier día nos morimos todos, así que... en fin, que hay que ser crítico, pero yo ya lo he sido con libros como España y libros críticos los hay a cientos.

P.- El título se lo ha cogido prestado a Jorge Guillén.
R.- Sí, es un título guilleniano pero que también habla de mi apuesta por el aire, por los pulmones, que es lo que compartimos todos.

P.-"AENE es una cadena que televisa cosas que no han sucedido y que no sucederán jamás". Esto suena al pan de cada día.
R.- Yo tengo una inestabilidad ontólogica de no saber muy bien qué es lo real, una enfermedad que padezco y que traslado al mundo de la televisión, donde ocurre algo similar y que me llama mucho la atención. Me parece que a Cervantes también le hubiera atraído esta característica televisiva.

P.- Después de este libro de absurdos por doquier, ¿cómo rizará el rizo en el siguiente?
R.- No lo sé, algo se me ocurrirá. Desde luego el significado será algo que me apasione, que me plantee un reto. Yo no soy ni un artesano ni un profesional de la literatura, para mí tiene que haber un estímulo que me llame visceralmente. Y lo último que quiero es repetirme.

P.- ¿Y, si no es un profesional, qué es usted entonces?
R.- En realidad lo que soy es un humorista, pero fiel finalmente a Cervantes. Y está bien invocar a este escritor en un momento y en un país en el que se nos llena la boca nombrando a las muy veneradas literaturas norteamericana, inglesa, coreana... y muy poco a la nuestra. Sobre todo porque ellos están siempre hablando, justamente, de Cervantes. Y es que Cervantes era un tío estupendo, porque tuvo una vida horrible pero siempre se rió de todo.