Katelijne Damen en un momento del Orlando de Cassiers. Foto: Frieke Janssens

El belga Guy Cassiers (1960) se ha ido haciendo imprescindible para el público español. El director del Toneelhuis de Amberes impactó con su Rojo reposado en 2009, adaptación de la obra homónima del holandés Jeroen Brouwers, con El hombre sin atributos (de Musil) un año después y, recientemente, con su particular visión de Las benévolas de Jonathan Littell en el festival Temporada Alta. El próximo 2 de febrero vuelve a su afición por reinterpretar clásicos de la literatura con el Orlando de Virginia Woolf dentro del Festival de Otoño a Primavera. "Con esta obra aprendemos a mirar y a escuchar. Cuanto más utilicemos nuestros sentidos, más evolucionaremos en nuestra vida", señala Cassiers, que ha jugado de nuevo con la historia, una de sus constantes escénicas, aunque con menos intensidad que en otras producciones: "En otros montajes vimos cómo el ser humano no cambia demasiado, no aprende de la historia. En Orlando se muestra lo contrario, la capacidad de la humanidad por cambiar. Es una oda al pensamiento individual y a la imaginación, u canto a la supervivencia. Como hombre y también como mujer, Orlando se compromete con la escritura".



Una de las características de las puestas en escena de Cassiers es la utilización del lenguaje audiovisual -con videoproyecciones y música minimalista- como motor de la dramaturgia. Otra, la presencia en sus montajes de la actriz Katelijne Damen (Mortsel, 1960) quien, además de meterse en el complejo monólogo surgido del texto de Woolf, firma la adaptación y el vestuario. El tándem Cassiers-Damen conseguirá dibujar con sutileza el cambio de sexo del personaje a través de un recorrido histórico que abarca cuatro siglos, desde la época isabelina hasta la Europa de finales de 1920. Cuatro cámaras en el techo del escenario rematarán una propuesta considerada tan brutal como poética.







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