Teatro

Potter

Portulanos

20 abril, 2006 02:00

No, el Potter del título no es el mago de Hogwarts, sino un magnífico dramaturgo británico que merece ser reivindicado entre nosotros. El caso de Dennis Potter es peculiar por diferentes razones; y no es la menor de ellas el hecho de que la práctica totalidad de su obra se escribiera para televisión, no para ser representada en los escenarios. Sin embargo, la calidad de su dramaturgia es tal que muchas de sus piezas fueron inmediatamente trasladadas a la escena. En el caso de la despiadada y divertidísima Brimstone and treacle, fue la propia censura televisiva la que obligó a cambiar la pequeña pantalla por el escenario. Tras leer el guión original, el director de programación de la BBC escribió un informe diciendo que la pieza "está brillantemente escrita, pero es nauseabunda".

Potter fue uno de aquellos niños que vivieron la II Guerra Mundial desde el refugio idílico de una vida en el campo, en la agreste frontera entre Inglaterra y Gales. Fue también allí donde se conformó su educación espiritual, influido por un ambiente convencionalmente religioso. Sin embargo, la forma en que él canalizará posteriormente esta influencia está muy lejos de ser ortodoxa. Son of man reconstruye la Pasión de Cristo "sin milagros, sin resurrección, sin María Magdalena, sin la Última Cena, y sin las treinta monedas", como explica, irónico, Sergio Angelini. En la citada Brimstone and treacle, el intruso protagonista asegura ser el diablo y se comporta como tal; incluso desprende un olor sulfuroso. En Angels are so few, la situación se resuelve a la inversa: el recién llegado se presenta como ángel. Potter padecía desde muy joven artritis psoriásica, enfermedad que le postraba a menudo y que, de hecho, le obligó a abandonar una temprana carrera política para refugiarse en la escritura. Su obra maestra, The singing detective, presenta a un personaje que padece idéntico mal, un escritor de novelas policiacas que, mientras languidece en una clínica, imagina ser el detective privado de sus propias historias. La obra de Potter es la demostración de los niveles de excelencia que puede alcanzar la escritura dramática en televisión cuando alguien se toma la molestia de que tal cosa sea posible. Y no lo digo por nada.