Vanessa Montfort

Vanessa Montfort Daniel Hidalgo

Escenarios

Vanessa Montfort: "Los planes educativos no pueden depender de los caprichos de los gobiernos"

'Mujeres que compran flores' fue un 'best seller' que conectó con los cambios actuales en el universo femenino. Ahora la novela de Vanessa Montfort (Barcelona, 1975) llega a los Teatros del Canal como 'El síndrome del copiloto'

12 abril, 2022 04:07

¿Qué libro tiene entre manos?

Arde este libro de Fernando Marías. Una maravillosa barbaridad narrativa que ahora es el libro-epitafio de mi gran amigo.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

La lectura de otro que me atrape. Soy una lectora infiel si me enamoro.

¿Con qué personaje cultural le gustaría tomar un café?

Con el viejo de Hemingway.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Los primeros libros que doblegué yo sola por placer fueron Cumbres borrascosas y novelas picarescas (Lazarillo de Tormes, El Buscón...). Los primeros cuentos, los de Roald Dahl. La primera obra de teatro, Julio César, de Shakespeare.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?

Donde vea el cielo. En las terrazas, en los aviones y, sobre todo, sentada en una butaca maravillosa que tengo delante del balcón de mi estudio, con la cabecita de mi perra haciendo de marcapáginas.

Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver el mundo.

Mi paso por residencias internacionales en las que conocí a artistas extraordinarios y comprometidos con la idea de que la cultura puede ser el motor de muchos cambios.

En Mujeres que compran flores muchas mujeres se vieron identificadas. ¿Cuál es la clave de este efecto?

Supongo que porque tomé muchas notas del natural. También sospecho que tiene que ver con que todas ellas son mujeres enfrentadas a un gran proceso de cambio. El mismo que quizás enfrenta la mujer actual.

Es una historia que es una reivindicación de un realismo redentor. ¿Por qué nos cuesta tanto recurrir a él?

Porque corremos el riesgo de creernos que es posible. Creo que a veces aplazamos las decisiones importantes y nos volcamos sólo en las urgentes por miedo al resultado. También creo que tenemos más miedo al éxito que al fracaso. Y cuesta mucho liberarse de una educación basada en el sacrificio.

El concepto ‘síndrome del copiloto’ ha calado, se va haciendo de uso común. ¿Cómo lo describiría?

Lo sufre una persona que se acostumbra a priorizar la vida del otro, hasta el punto de que la confunde con su propia vida y con sus deseos. El problema viene si el otro desaparece y se lleva los mapas.

Se ha formado en parte en Inglaterra. ¿Qué huella ha dejado en su escritura teatral la patria de Shakespeare?

Me ayudó a encontrar mi lugar en el teatro, mi pulso dramático, a dialogar con el patio de butacas y, sobre todo, a crear con todos los que forman el hecho teatral (directores, actores, diseñadores). En definitiva, a convertirme en dramaturga.

¿Cuál es la última exposición que ha visitado?

La de Kubrick. No es mi director favorito pero algunas de sus películas sí lo son. Me fascina esa mezcla de libertad y cartesianismo.

¿Qué obra teatral le ha impactado últimamente?

El caballero incierto y Una noche sin luna.

¿Qué película ha visto más veces?

Billy Eliot, Blade Runner y Amanece que no es poco. Me hacen producir grandes cantidades de oxitocina.

¿Le gusta España?

Siempre me ha gustado. Soy muy viajera y vivir fuera me ha dado algunas de las experiencias más bonitas de mi vida. Pero también me ha hecho valorar mi tierra mucho: la diversidad de su paisaje, la solidaridad. Necesito salir cada cierto tiempo, sobre todo porque soy aventurera pero mi arraigo es enorme.

¿Qué medida urgente aplicaría para superar la crisis del sector cultural?

Invertir mucho más en cultura y en investigación sigue siendo una de nuestras grandes flaquezas como país, no eliminar las asignaturas del pensamiento y que los planes educativos tengan tiempo para implantarse y no dependan de los caprichos de los gobiernos entrantes. Esto último me parece urgente porque tiene resultados dramáticos.