Vista del ático de Mujeres al borde de un ataque de nervios

Los escritores Marta Sanz y Luis Antonio de Villena analizan la ciudad que dibuja el director manchego en Mujeres al borde de un ataque de nervios en el I Ciclo de Arquitectura, Ciudad y Cine.

Pepa necesita darle una noticia a Iván. En su ático de la calle Montalbán, el personaje interpretado por Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) espera y espera la llamada o la visita de su ex amante en fuga, al que da vida Fernando Guillén. Desesperada, sale a buscarlo por la ciudad pero el destino se niega a propiciar el encuentro. Iván no aparece ni en el estudio de doblaje en el que ambos trabajan, ni en la calle O'Donnell, ni en el edificio de la calle Almagro en el que vive Lucía -exmujer de Iván con el rostro de Julieta Serrano-, ni en el despacho que una abogada feminista tiene en la Castellana… No hay manera de dar con él y, mientras, los problemas se le van acumulando a Pepa. Sin ir más lejos, su amiga Candela (María Barranco) se refugia en su casa porque se ha visto involucrada en una trama de terrorismo internacional. "Almodóvar ofrece en esta película una visión de un Madrid absolutamente imaginario que al mismo tiempo es el más madrileño del mundo", explica Marta Sanz a El Cultural.



La escritora, junto a Luis Antonio de Villena, abre con un coloquio en el Círculo de Bellas Artes después de la proyección de Mujeres al borde de un ataque de nervios el I Ciclo de Arquitectura, Ciudad y Cine, organizado por Fundación Arquitectura y Sociedad y dirigido por el escritor y guionista Manuel Hidalgo. Durante los cinco miércoles de octubre, este programa indagará en la relación entre la gente y la ciudad, sobre cómo interactúan unos y otros y terminan dando una imagen que el cine recoge, potencia, crea o distorsiona. Tras esta primera sesión dedicada a Madrid, el ciclo se traslada a París (día 10) con la proyección de Les rendez-vous de Paris (Éric Rohmer, 1995) y la intervención de los escritores Jesús Ferrero y Juan Manuel Bonet; después viaja a Barcelona (día 17) con el filme Barcelona (Whit Stillman, 1994) y el análisis de Mercedes Monmany e Ignacio Vidal-Folch; hace parada en Lisboa (día 24) con En la ciudad blanca (Alain Tanner, 1983) y los itinerarios de Marta Rivera de la Cruz y César Antonio Molina, y finaliza el trayecto en Nueva York con Manhattan (Woody Allen, 1979) y la guía de Ray Loriga y Fernando Colomo.



Este miércoles, Sanz conversará con Villena sobre la imagen que da la película de Almodóvar de Madrid, de sus edificios, de su espacio y ambiente urbano, de sus habitantes y de su modo de ser y comportarse. "En Mujeres al borde de un ataque de nervios, Almodóvar da una visión desrealizada de la ciudad que a la vez es muy auténtica y muy idiosincrática", explica la autora de Clavícula. "Conjuga muy bien el cosmopolitismo con otros aspectos un poco rústicos que sigue teniendo Madrid y que la convierten en una ciudad encantadora. Hay que tener en cuenta que a finales de los 80 se estaban produciendo muchas transformaciones en la sociedad española que estaban llenas de contradicciones. Era una mezcla de modernidad absoluta y anclaje en el pasado".



"El Madrid que aparece en la película es un Madrid muy estilizado", explica Luis Antonio de Villena. "De hecho, Mujeres al borde de un ataque de nervios supone un quiebro en el cine de Almodóvar. Lo que el director había pretendido hasta ese momento más realista, lo vuelve ahora más estilizado. Hay que recordar que un año antes había estrenado La ley del deseo, que ofrece una visión muy realista del Madrid nocturno, que era mucho más brillante que el Madrid de hoy. Es como si Almodóvar pasara de ser un pintor esencialmente realista a ser un pintor decorativo en esta película".



Un ático imposible

La idealización a la que hace referencia Villena llevó a Almodóvar a construir en un estudio el pintoresco ático en el que vive la protagonista, siendo la primera vez que creaba un decorado completo para una de sus películas. Lo sitúo en una dirección real de la capital, la calle Montalbán, a pocos minutos del Retiro. Sin embargo, la vista que domina la terraza es totalmente irreal: una especie de skyline de la Gran Vía con los edificios de Telefónica y el Metropolis en primer término y el edifico España al fondo. "Quiero ver ahí una conexión con el dicho 'De Madrid al cielo'", explica Sanz. "Y también veo en ese mundo sofisticado, aéreo y soñador del ático un referente que nos ayuda a conocer cómo es el personaje de Carmen Maura, que tiene ese punto cosmopolita y elegante pero al mismo tiempo es una mujer de toda la vida, arraigada a las cosas de la tierra como marca la presencia de gallinas, gansos y otros animales".



La otra localización importante de la película es el edificio en el que habita Lucía, las Viviendas para Julián Martínez Mier de la calle Almagro 38, premio de Arquitectura del Ayuntamiento de Madrid en 1914. "En la fachada hay dos colosos que sujetan la estructura y que creo que tienen un contenido simbólico porque Almodóvar nunca da puntada sin hilo", explica Sanz. Por su parte, Luis Antonio de Villena apunta a la importancia de los decorados: "Es una película muy rodada en interiores prefabricados y esto hace que el interior de los edificios no corresponda con el estilo de las fachadas. Es en este sentido una película claramente posmoderna".



Pero hay que recordar que la película empieza en el cielo y acaba en el subsuelo de los túneles de Azca con una frenética persecución. "Esa sucesión infinita de paneles blancos y negros por los que circula a toda velocidad la moto en la que va Julieta Serrano como si fuera una bruja, representan ese otro Madrid subterraneo, infernal y lisérgico", explica Marta Sanz. "Y es que Almodóvar crea una ciudad que puede ser escenario tanto para el culebrón como para una trama de terrorismo internacional o una película costumbrista. Es como si Madrid fuera un escenario móvil y polimórfico en el que cabe todo, incluso homenajes a Hitchcock".



@JavierYusteTosi