Image: Mateo Gil: No sé si estamos preparados para alargar nuestras vidas

Image: Mateo Gil: "No sé si estamos preparados para alargar nuestras vidas"

Cine

Mateo Gil: "No sé si estamos preparados para alargar nuestras vidas"

13 enero, 2017 01:00

Mateo Gil durante el rodaje de Proyecto Lázaro

El guionista de filmes como Abre los ojos o Mar adentro regresa tras la cámara después de Blackthorn con Proyecto Lázaro, un filme en el que la resurrección más que una experiencia liberadora es un cuento de terror.

20 años después de Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997), Mateo Gil vuelve a tratar el tema de la resurrección en Proyecto Lázaro. Esta vez no solo como guionista sino también como director de la historia de un joven exitoso al que la vida da un repentino vuelco. El protagonista es Tom Hughes, un publicitario treintañero de California que lo tiene todo al que le diagnostican un cáncer mortal que acabará con él en pocos meses. Justo en el momento en el que reemprende una relación plena con el amor de su vida, el joven debe afrontar un final cierto que quiere evitar y para ello se congela (se criogeniza), con la esperanza de que algún día la ciencia encuentre la manera de curarle. Cosa que sucede casi cien años después, cuando el publicitario sea resucitado por una oscura corporación y deba enfrentarse a una nueva vida en un nuevo contexto que se le escapa. El guionista de filmes como Mar adentro (2004) regresa tras la cámara después de Blackthorn con un filme en el que la resurrección más que una experiencia liberadora es un cuento de terror.

P.- Empecemos por lo más obvio: hay algún paralelismo con Abre los ojos. ¿Quería abordar un tema parecido desde un lugar totalmente distinto?
R.- De hecho la idea de esta película viene de Abre los ojos. Allí utilizábamos la criogenización para meter al personaje en una realidad virtual pero yo nunca pude dejar de preguntarme qué pasaría sin esa realidad virtual. Me surgían muchos interrogantes. Primero, discutíamos con Alejandro siempre qué sentido tendría para la gente del futuro invertir un montón de dinero para que resucites. Y al mismo tiempo también está la pregunta de qué sentido tendría para alguien resucitar sin su contexto, sin la gente que quieres, tu rutina, y si eso es posible, ¿quién eres? ¿Qué relación guardas con tu memoria? Son preguntas que también tienen que ver con la vejez.

P.- Ahora también se habla a veces de que sea posible la resurrección, cosa que antes no sucedía.
R.- Yo no sé si va a ser posible la resurrección porque no solo hay trabas científicas en torno a la criogenización. Si alguna vez tienen la tecnología para recrear a alguien congelado creo que sería más sencillo resucitar a las personas a través de un cromosoma. Lo que sí está claro es que estamos dando pasos rápidos hacia un rápido alargamiento de la vida con la clonación de órganos o terapias genéticas, hay cosas muy potentes. Y ahí surgen muchas preguntas y la primera es si estamos preparados para alargar la vida, que no es lo mismo que alargar la juventud. Y la vida tiene una etapa muy larga en la que ya no eres joven. Y luego está ese quién eres en un tiempo futuro.

P.- Surge esa pregunta de qué construye nuestra identidad. ¿Somos los mismos si nos lanzan al futuro y borramos nuestra memoria?
R.- El protagonista al final tiene que tomar una decisión bastante drástica para cerrar el relato de su vida e impedir perder esa identidad. He leído a algún filósofo contemporáneo hablar de los terroristas suicidas, prefieren reventarse y dar un significado a su muerte a seguir con sus vidas. Todo lo que le pasa al personaje no está mencionado, no es explícito. Para mí, y está sugerido en algunos puntos, está relacionado con la vejez. Lo que le pasa al resucitar podrían ser síntomas del deterioro por edad. Ese extrañamiento respecto al cuerpo, esa pérdida de memoria y la necesidad de agarrarse a algo como forma de mantener una identidad. Igual sencillamente hay una resistencia al cambio porque lo que buscamos es estar confortables. ¿Por qué buscamos una vida más allá? Buscamos lo que tuvimos y perdimos. Creo que por allí van los tiros, lo que esperamos de una vida más allá sería encontrar tu playa de la infancia. En realidad nos gustaría una versión de nuestra vida mejorada.

Una imagen de la película

P.- Ese "mindwriter" visibiliza la idea de la narrativa como forma de construir nuestra vida. ¿Actuamos como directores de cine de nuestra propia existencia buscando un significado global que no existe?
R.- A veces para liberarte es mejor asumir el horror. Él prefiere darle un sentido al pasado que al presente. Una historia de amor siempre es la mejor manera de expresar la idea de aquello que hace que la vida valga la pena. Es la manera más nítida de transmitirlo al espectador. En este caso funciona porque ella es todo lo contrario de él, y es él quien aprende de ella. Eso está resumido en ese relato qué hago de los amantes sin momento. También me quería reír de esas pequeñas catástrofes del amor.

P.- ¿En qué se ha basado para crear ese futuro?
P.- Las inquietudes que teníamos nosotros las tenían hace dos mil quinientos años en Atenas. No creo que el mundo cambie tanto en ochenta años. Hay quien me dice que es una realidad distópica en la que no existe el amor pero creo que si lo ves es que estás poniendo mucho de tu parte. La enfermera dice que no son tan esclavos del amor romántico, no significa que no haya amor. Eso que dice ella podría decirlo hoy una chica a otra de hace cuarenta años y no es que no exista ahora el amor. En realidad el mundo ya está evolucionando en esa dirección. Me llama mucho la atención que se vea tan distópico.

P.- La parte de los recuerdos y la relación con Chaplin recuerda un poco a Malick, ¿lo ve así?
R.- No lo veo. Ese momento del niño quizás, pero no veo mucho más. Me encanta Malick, ojalá toda la película respirara Malick.

@juansarda