Image: Pedro Almodóvar: “Mis influencias han sido Andy Warhol y Lola Flores”

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Cine

Pedro Almodóvar: “Mis influencias han sido Andy Warhol y Lola Flores”

13 noviembre, 2008 01:00

Pedro Almodóvar. Foto: El Deseo

10 años de El Cultural

Ha sido la década prodigiosa de Almodóvar. En 1999 ganó un Oscar por Todo sobre mi madre además de triunfar en el Festival de Cannes. Después, con Hable con ella, ganó otra estatuilla de Hollywood. Tras La mala educación (2004), Volver se convirtió en 2006 en su película más exitosa a nivel mundial. El maestro, enfrascado en el montaje de Los abrazos rotos, celebra los diez años de El Cultural repasando en esta larga conversación sus influencias estéticas y emocionales y las experiencias vividas en acontecimientos como el 11-M.

En 1999 el Cultural daba sus primeros pasos y la vida de Pedro Almodóvar sufría un terremoto. Por una parte, la muerte de su madre. Por la otra, Todo sobre mi madre iniciaba una fulgurante trayectoria que terminaría con Penélope Cruz gritando "Peeeedro" en la gala de los Oscar. Fue el principio de una nueva etapa en la fimografía del cineasta que lo ha catapultado a la primera división mundial, donde se codea con Martin Scorsese, David Lynch, Lars Von Trier o Steven Spielberg.

- ¿Cómo recuerda 1999?
- Todo giró alrededor del estreno en España, en Cannes y en el resto del mundo de Todo sobre mi madre y la muerte real de mi propia madre, el 10 de septiembre. Un año de los que dejan huella. En efecto, mi reputación profesional se consolidó internacionalmente, y a nivel personal siento que entro en la madurez. Alguien dijo (John Berger, tal vez) que después de la muerte de una madre el tiempo transcurre mucho más deprisa. Y creo que es verdad, especialmente a mi edad. Fue un año intenso, lleno de todo tipo de emociones.

- ¿Le afectó de alguna forma la lluvia de galardones?
- Los premios, o su ausencia, nunca han afectado mi modo de trabajar. La pulsión que me empuja a escribir una historia y después rodarla es algo que no ha cambiado desde Pepi, Luci, Bom... Las condiciones actuales son mucho mejores pero mis motivaciones y el modo de trabajar son los mismos. Empecé haciendo cine por pura pasión, y así continúo, la única diferencia es que ahora soy consciente de esa pasión y eso me ha convertido en un director más obsesivo e impaciente.

- ¿Por qué cree que Todo sobre mi madre tuvo tanto impacto?
- No lo sé. Uno siempre espera lo mejor y teme lo peor, con la misma incertidumbre. Yo soy el primer sorprendido de todo lo que ha ocurrido a mi alrededor, respecto al éxito de mis películas.

- Con esa película se afianza su relación con Estados Unidos. ¿Cómo describiría el papel que ha tenido ese país en su vida?
- Me he formado en la cultura del pop (segunda mitad de los 60) inglés y americano. Mi primera influencia fue Andy Warhol, pero sin olvidarme de Lola Flores. En mi vida también he compartido esos extremos, lo más moderno de fuera, junto a lo más castizo de dentro. A principio de los 80, junto a Carlos Berlanga, Fabio, Alaska, las Costus, Bernardo Bonezzi, Sigfrido Martin Begué, Blanca Sánchez... y muchos más, llevábamos un tipo de vida muy parecida a la de la Factory de Warhol. Drogas, drags, fiestas infinitas, y resacas tempranas, hedonismo y el presente como único horizonte, todos nos sentíamos estrellas, pero nadie pensaba en el mercado. Autenticidad exasperada, para lo bueno y para lo malo. En lo musical la mezcla era total, la Velvet, Bowie junto a Dolores Vargas la Terremoto y Bambino, la "beat generation", junto a Juan Marsé, el cine de Cassavetes, Morrissey y John Waters, junto a Ferreri, Berlanga y La tía Tula de Miguel Picazo. Más todos los clásicos americanos, desde la comedia disparatada, al thriller, los melodramas de los 50, el western, etc. Antes de tener éxito en Estados Unidos la cultura y el cine americano ya habían influido en mis películas, siempre desde un punto de vista manchego. Soy un admirador del cine americano de todas las épocas excepto digamos de los últimos 20 años (con excepciones, claro. Tarantino, Scorsese, Lynch, Eastwood, y los Coen…).

- Tanto Volver como Todo sobre mi madre hablan de la maternidad.
- Creo que la maternidad es el gran milagro de nuestra naturaleza. La creación máxima. Se pueden hacer miles de películas sobre la maternidad. La familia, la muerte, la maternidad son temas eternos e inagotables. De todos modos todavía me queda por hacer un filme donde sea el único tema. Podría ser la historia de Blanca, una mujer de Huelva que lleva años luchando por salvar a tres de sus hijos que padecen la extraña enfermedad mortal conocida como Síndrome de Duncan (una enfermedad del sistema inmunitario). Ya ha salvado a uno de ellos, concibiendo y dando a luz a través de un programa de selección genética de embriones, que desde hace años funciona en Bruselas. El nuevo hijo de Blanca porta en las células de su cordón umbilical el remedio que curará a su hermano. Blanca está de nuevo embarazada, esta vez de dos niñas, por el mismo método, las cuales nacen ya con la maravillosa capacidad de curar a sus otros dos hermanos. "Es una historia maravillosa". Que el cardenal Rouco acuse a estas madres heroicas de Asesinas en Serie de Embriones No Seleccionados suena a pesadilla de Alex de la Iglesia.

Un drama moral
En 2002, Almodóvar asombra al mundo con Hable con ella, considerada por la revista TIME una de las 100 mejores películas de la historia del cine. Javier Cámara y Leonor Watling protagonizan un drama moral cuya "extraordinaria belleza" el diario parisino Le Monde saludaba desde su portada.

- Muchos consideran Hable con ella su gran obra maestra. ¿Usted tiene predilección por alguna película de su filmografía?
- Tengo momentos preferidos de cada una de ellas. La verdad es que no vuelvo a verlas, a no ser que me las encuentre zapeando.

- Hable con ella tuvo mayor reconocimiento fuera de España. ¿Tiene la impresión de que le valoran más en el extranjero.
- Cuando salgo fuera de España me jalean más, es cierto; yo creo que es porque no me ven con frecuencia. A los extranjeros siempre se les trata mejor (y que me perdonen los inmigrantes). Pero yo me siento extraordinariamente valorado en nuestro país, otro asunto son los premios. En el caso de Hable con ella el balance es muy expresivo. Fuera de España ganó todos los premios para película extranjera en todos los países del mundo, además del Bafta al Mejor Guión, y el Oscar, también al Mejor Guión, etc. Probablemente sea junto a La vida es bella de Benigni la película europea más premiada de las dos últimas décadas, pero en España no nos dieron un solo premio. Y es chocante.

Después de la tragedia
- Hay quien dice que le duele su vanidad.
- A mí no me importa, tengo muchos premios, pero si pienso en Javier Cámara es muy injusto que no recibiera "uno solo" por su magistral interpretación de un personaje tan complicado como el que borda. Pienso lo mismo del resto de los miembros del equipo. Las personas que deciden los premios son muy injustos con la gente que hace mis filmes, porque a ellos sí les viene muy bien que los reconozcan.

- Las emociones son la materia prima de su cine. ¿Le supone un desgaste enfrentarse a ellas de una forma tan frontal en toda su obra?
- Desde luego que supone un desgaste, pero compensa la cantidad de emociones que recibo a cambio. A la hora de contar una historia no me veo situado en otro lugar que no sea el de la emoción visceral. Mi trabajo como director es intentar, además de comunicarla, que resulte entretenida.

- Su cine es universal y sus películas, muy españolas. ¿Siente que forma parte de una cadena de artistas de nuestro país o se considera una individualidad en un mundo de referentes globales?
- Aunque yo no fuera consciente mientras lo hacía, mi cine viene desde Arniches y Miguel Mihura, pasando por el cómic underground catalán de los 70, y el cine neorrealista español de final de los 50, principios de los 60. Buñuel y Berlanga son mis progenitores naturales, aunque también me influyeran los undergrounds americanos, y el cine negro francés, y el neorrealismo italiano.

- Hable con ella es un tour de force emocional muy exigente con el espectador. ¿Fue su película más compleja de rodar ?
- Hay películas que te arrastran mientras las ruedas. Es maravilloso y tremendo descubrirlas en el momento en que empiezan a cobrar vida, en el rodaje. Es una mezcla de vértigo y felicidad, un sentimiento peligroso y maravilloso a la vez porque el filme se te puede ir de las manos con poco que te descuides. Antes de rodar estaba totalmente sintonizado con lo que pretendía contar, y fue un rodaje idílico. Todo el mundo entendió lo que se pretendía de ellos, y de la historia. Sobre el papel era un tema complejo y escabroso, especialmente desde el punto de vista moral. Es la historia de un dulce psicópata, pero psicópata al fin y al cabo, con el que yo quería que la gente empatizara. Y creo que lo conseguí, tratando al personaje de Benigno desde el punto de vista humano, no psiquiátrico.

- La luz y la oscuridad son dos fuerzas que con frecuencia luchan en su cine. En La mala educación, la segunda gana la partida. ¿Es este filme su descenso a los infiernos?
- La mala educación es el caso contrario al de Hable con ella. El infierno fue el rodaje, no el tema. Tampoco hubo suerte con el día del estreno, el 11-M. Al enterarnos de la tragedia lo aplazamos una semana, y no hubo fiesta, pero la maldición de los "fascistas repentinos" que se desenmascararon después de las elecciones convirtieron el estreno en el túnel del tiempo. En vez del 2004 aquello parecía el 71, o antes. Con espectadores atacados en los aledaños del cine por jóvenes de ultraderecha, y que una vez dentro gritaban "libertad", como en los viejos tiempos. El infierno fueron los días siguientes al estreno. Mientras a Zapatero se le transferían los poderes presidenciales, yo recibía amenazas en vivo y por correo. Algo se rompió entonces que no ha vuelto a enderezarse, aunque ahora parece que vivamos en una tregua.

La luz al final del túnel
Cuando parecía que Almodóvar había tocado techo, Volver se convierte en un gigantesco éxito de público en todo el mundo, el mayor de su carrera, logrando una candidatura al Oscar a la mejor actriz para Penélope Cruz. Un regreso a las raíces con el que también regresaba el Almodóvar más popular, encantador de multitudes.

-¿Cree que la forma de ser universal pasa por ser local?
- Lo importante, aunque suene un poco folklórico, es la autenticidad. Mi carrera es implanificable, ha salido así, pero lo lógico es que continuara en el underground. Nunca soñé con tanta suerte. Mi único sueño, cuando trabajaba en la Telefónica, era dirigir películas, aunque las vieran diez personas.

- Penélope se erige en Volver como su musa definitiva. ¿Cual es su relación con la actriz?
- Somos muy amigos. Mantenemos una relación estrecha pero flexible. Ahora está ocupadísima, profesional y personalmente, y nos vemos menos, pero seguimos muy presentes el uno en la vida del otro. Está viviendo un momento culminante, y me alegro mucho por ella. Nadie le ha regalado nada. Como actriz me interesa mucho su mezcla de fragilidad y fortaleza, además de unas dotes extraordinarias para el drama y la comedia. También valoro mucho su sinceridad con los personajes, su visceralidad (todo pasa por sus tripas, si no es incapaz de actuar). Y que nunca tira la toalla. Y por qué no decirlo, es la actriz más guapa con la que he trabajado. La cámara la adora, y yo también.

- Volver es un canto a la superación de las disficultades, ¿la escribió como su regreso a la luz después de La mala educación?
- Es cierto que Volver se halla en las antípodas de La mala educación, sin embargo nacen de una misma circunstancia existencial. En la época en que las gesté, yo empezaba a ser consciente del paso del tiempo. Me detuve un instante y por primera vez miré hacia atrás, al fondo estaba mi infancia, una época en la que nunca había querido entrar porque no me gustaba. Miré también hacia delante e inevitablemente apareció la muerte. Las dos películas hablan de infancia y muerte, en un tono muy distinto, pero movido por la misma necesidad, recuperar los recuerdos de una etapa de mi vida a la que nunca me había asomado. En La mala educación aparece la parte más oscura de mi infancia, mi traumatizante educación religiosa (también mi descubrimiento de la sensualidad y del cine, esa fue la parte buena), pero en Volver, tal vez por la muerte de mi madre, que impregna toda la película, necesité regresar a mis raíces: antes de ir al colegio, mis primeros cuatro años, la Mancha, los patios, las calles desiertas, el viento, el mundo de las vecinas y sus ritos. En la película no aparece el personaje de ningún niño, pero está narrada desde los recuerdos de mi primera infancia. Una época en que para mí la vida eran mi madre y sus vecinas. Me formé con ellas, escuchándolas y viéndolas. Era una fiesta ir con mi madre al río a lavar. Aquellas mujeres fueron el origen de todos los personajes femeninos que escribiría después. Para mí eran la vida, pero también el origen de la ficción. En los patios se contaban historias terribles, yo las escuchaba aterrado y fascinado. Ellas hablaban como si estuvieran solas, no imaginaban que a los cuatro años un niño registra todo lo que oye, y que aquello se convertiría en un bagaje precioso, especialmente si a ese niño le va a dar por contar historias en el futuro.

- Suele mezclar comedia y drama. ¿Cree que es la forma más certera de retratar la vida?
- Cada uno tiene la suya. Se supone que la forma más directa es la naturalista, la narración pegada a la realidad. En ese sentido yo no diría que retrato la vida, a pesar de que mis películas rebosen justamente eso, vida, o mejor dicho, vitalidad. Para mí el cine es representación, el mejor modo de acercarme a la realidad es a través del artificio y la ficción. En mis películas la emoción está elaborada, no retratada, eso es lo que me atrae de hacer cine. Montar todo un tinglado para convocar emociones en las que me reconozco y espero que el público se reconozca también. Y eso es también realidad y vida, pero no como se percibe en un retrato naturalista, o en un documental.

- Qué parte disfruta más: escribir, trabajar con los actores...?
- Todos los procesos me apasionan, excepto los meses de preparación y la postproducción. En ambos procesos todo son pruebas, explicar mil veces lo que quieres sin ver resultados inmediatos. Desgraciadamente con los años he perdido la paciencia, y lo lamento porque en el cine es indispensable. Pero puedo estar 24 horas seguidas rodando o montando, sin ser consciente del paso del tiempo. La escritura también la disfruto, pero me gustaría compartirla con alguien.

Frustraciones positivas
-¿Le pesa alguna vez su reconocimiento de maestro absoluto?
- No me siento maestro de nada, no lo soy. Nunca pienso cuál es mi estatus, sería idiota, ¡todo lo relacionado con el cine es tan volátil! Por supuesto que siento presión, pero es la que mi propia exigencia me impone, y me gustaría aligerarla, porque a veces resulta asfixiante y eso tampoco es bueno. Respecto a la presión del mercado, está ahí, pero nunca pienso en ella cuando escribo o durante el rodaje y montaje. Cuando llega el estreno no hay modo de darle la espalda, y me angustia, lo reconozco.

- Sigue rodando en España, y está claro que por convicción. ¿Por qué no ha trabajado fuera?
-Esta es mi cultura y mi lengua. El modo en que yo trabajo no creo que pudiera hacerlo en otro idioma. Aunque siempre existe la tentación de que algún día me guste una historia en la que los personajes no hablen español. Me hubiera gustado haber dirigido Las horas de Michael Cunningham o La mancha humana de Philip Roth.

- ¿Cual ha sido la influencia que la literatura ha tenido en su cine? ¿Cree que se hubiera sentido pleno si en vez de dirigir películas hubiera escrito novelas?
- Mis películas son muy literarias, quiero decir, mis personajes hablan mucho. La palabra es esencial y la literatura está muy presente en mi vida, pero no sé si ha influido en mis guiones, aunque cuando escribo un guión cada vez lo hago más como un novelista, y mis últimos filmes serían más completos si fueran novelas. Pero no tengo dotes para la novela. ¡Ya me gustaría! Soy un novelista frustrado, pero creo que es una frustración que le viene bien a un director de cine, también soy un pintor frustrado, y un músico frustrado, y un arquitecto frustrado. Pero todas esas frustraciones me vienen bien, porque un director debe tener conocimientos o al menos sensibilidad a todas esas disciplinas.

- Se habla de la "desafección" de muchos españoles con su cine nacional. ¿Cree que es un problema de percepción o de calidad?
- Esa desafección es congénita en el espectador español, nunca ha considerado el cine local, ni siquiera en la época (los 70) en que se consumía mayoritariamente. La "españolada" siempre ha sido un término despectivo. El cine francés por ejemplo se amortiza sin necesidad de exportarse, sólo en base a su consumo local, en España eso es inimaginable. Y no se puede hacer nada, el espectador es libre, no se le puede obligar a ver cine español. Las cosas no funcionan así. Yo no me puedo quejar, el público siempre se ha interesado por mis películas, pero desgraciadamente el mío es un caso excepcional.

Cara y cruz de la tecnología
- En estos diez años el cine ha cambiado mucho... ¿le han afectado las nuevas tecnologías?
- Ahora todas las imágenes soñadas son técnicamente posibles y eso es maravilloso. ¡Imagina lo que habrían podido hacer Hitchcock, Fellini, Cocteau o el Buñuel más surrealista con las posibilidades técnicas que disponemos ahora! Pero la realidad (con excepciones de algunos artistas plásticos) es que el modo en que se utilizan los últimos avances tecnológicos no han enriquecido las películas, quiero decir que las películas de los grandes estudios (las que tienen acceso a todos estos avances, porque todavía son muy caros) se parecen cada vez más a los videojuegos. La emoción genuinamente cinematográfica se está perdiendo con la imagen sintética, y no me refiero a los dramas o películas para personas adultas (de ese espécimen ya casi no se hacen) sino al cine de puro entretenimiento, el cine de acción y de aventuras. No sabría distinguir la diferencia entre la serie de Hombres de negro, y la de Los angeles de Charlie. Cualquier película de aventuras de los 50 (Las minas del Rey Salomón, por citar alguna) creo que sigue provocando mucha más emoción que todas las películas de superhéroes juntas.

Hay otro efecto perverso, las posibilidades de reproducción que aportan las nuevas tecnologías han empobrecido la mayor parte del cine que ve la gente en sus casas. Han reducido las películas a subproductos, aunque originalmente estén mucho mejor producidas que hace quince años. Paradójicamente la mayoría de los espectadores (los que se bajan las películas de Internet, o las compran en la manta, o los que pretenden verlas en el tamaño de una caja de cerillas, en un Ipod) se están acostumbrando a ver las imágenes en condiciones paupérrimas, imágenes oscuras, desenfocadas, a veces con gente pasando delante de la pantalla, pésimo sonido, etc. La piratería no es sólo un delito, hay un aspecto moral cuya pérdida no se puede medir económicamente, ni compensar de ningún modo. En una época en que existe una mayor conciencia para preservar la integridad de las películas del modo que fueron concebidas por sus autores en el momento de su estreno, la piratería da al traste con este derecho inalienable del autor. Es un aspecto que pocas veces se contempla, cuando se habla del problema de la piratería: la degradación de la imagen hasta convertir las películas, buenas y malas, en auténticos subproductos. Me da pavor, y me indigna de impotencia. Es tristísimo que la nueva generación de espectadores se acostumbre a ver cine en formatos más modernos pero empobrecedores y no llegue a conocer el poder hipnótico de una pantalla de cine de verdad. De todos modos yo no estoy en contra de las nuevas tecnologías, al contrario. Todo depende del uso que se haga de ellas.

En busca de la perfección
-¿Cuál cree que es el acontecimiento histórico y cultural más importante de esta última década?
- Histórico, la tragedia del 11 M. No sólo por el horror de la tragedia en sí, sino porque desde ese día se rompió la convivencia en la que habíamos vivido los últimos 27 años, desde que se instauró la democracia. Con su actitud desestabilizadora el PP consiguió que para más de la mitad de los españoles estos últimos cuatro años hayan sido los peores de nuestra democracia, a pesar de los avances sociales propiciados por el nuevo gobierno. En lo cultural, lo más importante ha sido la humanización del uso de Internet, especialmente en lo concerniente a relaciones humanas. A través de sus redes sociales ha roto la incomunicación de los habitantes de las grandes ciudades, por ejemplo. Hace posible que cualquier persona, sin ninguna barrera burocrática, económica y sin censura, pueda colgar lo que acaba de inventarse, y pueda ser visto por millones de usuarios (el corto español Lo que tú quieras oír de Guillermo Zapata ha sido visto ¡77 millones de veces!). Hace quince años era impensable. Por otro lado, el fenómeno de los blogs ha creado un nuevo género de periodismo alternativo que ya está influyendo en los grandes medios de información. De pronto, desaparece el intermediario. Nos hemos enterado mejor de lo que ha ocurrido en la guerra de Iraq por los blogueros que por la información de la Fox o la CNN. Es una pena que la red tenga otros aspectos atroces, que necesitan de una urgente regulación.

Y concluye: "Mientras esté vivo siempre pensaré que podré hacer una película mejor". Ya da los últimos retoques a su próximo estreno Los abrazos rotos, donde brillará de nuevo Penélope Cruz en un drama que ha definido como "una historia de amor loco que transcurre a mediados de los 90 y en la actualidad, que estará centrado en los personajes". Se trata del proyecto más misterioso hasta la fecha del maestro, un filme con el que, a buen seguro, volverá a deslumbrar al mundo. La próxima década le está esperando.