El Cultural entrega el próximo jueves, por sólo 6,90 euros, el DVD Dos hombres y un destino (1969), obra maestra de George Roy Hill con Newman y Redford.

Es curioso cómo el cine (o la literatura) puede convertir a los criminales si no en "héroes" en el sentido tradicional de la palabra, cuando menos en "antihéroes" que actúan como espejo de una sociedad aún más degradada y corrupta que ellos mismos. Esa glorificación cinematográfica del criminal, de la que últimamente se ha estado hablando mucho debido a la composición de Denzel Washington en American Gangster, es uno de los pilares sobre los que se asienta Dos hombres y un destino, una de las películas más populares de su época, una de esas que casi todo el mundo ha visto y de una forma quizá inconsciente sitúa junto a los grandes clásicos del cine. No es para menos porque Dos hombres y un destino es un filme extraordinario, y lo es en todos los aspectos, desde la sutil y bellísima forma de dirigir de George Roy Hill, pasando por el indiscutible carisma de la pareja protagonista hasta llegar a la maravillosa banda sonora de Burt Bacharach, en la que suena esa canción insuperable que es Raindrops Keep Falling In My Head.

La trama recupera la vieja y mítica peripecia de dos criminales del Oeste, Butch Cassidy y Sundance Kid, dos hombres que se ganan la vida liderando a un grupo de pistoleros. Tras una reyerta interna, son expulsados de su propia banda y, como aquel que dice, se "instalan por su cuenta". Tras un atraco frustrado, y con el Oeste avanzando a marchas forzadas hacia un mayor grado de civilización, los dos hombres emprenden una larga huida en la que también está involucrada Etta (Katharine Ross), amante de Sundance y objeto de disputa entre los dos forajidos. Más allá de moralismos al uso, Dos hombres y un destino es un canto muy hermoso a la vida bohemia, una invitación a la anarquía y la sensualidad que jamás se olvida.