Image: Desde el NODO al Séptimo Arte

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Cine

Desde el NODO al Séptimo Arte

Resurgimiento del documental en las salas comerciales

26 abril, 2000 02:00

El éxito en las salas españolas del documental de Wim Wenders Buena Vista Social Club y el rodaje de dos secuelas más ha abierto la brecha para que un género hasta ahora anclado en la televisión pueda aspirar a una mayor esperanza de vida en las salas cinematográficas, al igual que en países vecinos como Francia o Inglaterra. Como consecuencia de ello, varios directores españoles -Fernando Trueba, Llorenç Soler, Ana Díez y Javier Corcuera, entre otros- ruedan varios documentales (principalmente de temática musical, social y política) que en los próximos meses acapararán nuestras carteleras . EL CULTURAL repasa la actualidad de cada uno de ellos.

Una vez recuperado el beneplácito del público español hacia el cine nacional, el siguiente paso es reconquistar su interés por el documental. Pero no el documental entendido como los espacios de investigación periodística que se emiten en los canales de televisión, sino al documental creativo específicamente realizado para proyectar en salas de cine, una tradición que se perdió en España desde el ancestral NODO -en realidad un simulacro ideológico de lo que técnicamente se entiende por documental creativo-, pero que a la vista de los rodajes y del éxito en taquilla de algunas producciones, en especial la cinta de Wim Wenders Buena Vista Social Club, está resurgiendo como un necesario género cinematográfico. Tan necesario que el director chileno Patricio Guzmán le dedicó este brillante aforismo: "Un país sin documentales es como una familia sin álbum de fotos".

El retrato íntimo de "los superabuelos" de la música cubana (Ry Cooder, Ibrahim Ferrer, Rubén Gonzales, Compay Segundo y muchos otros) que rodó el cineasta alemán Wenders, y del que ya ha anunciado que rodará otras dos partes, no ha caído en saco roto en las taquillas españolas, lo que hace pensar que, al igual que en Francia -donde existe un público muy amplio y localizado demantante de documentales-, los productores españoles pueden abrir las vías de explotación de un género hasta ahora anclado en la pequeña pantalla, pero que los últimos acontecimientos lo predisponen para ocupar las carteleras de las salas cinematográficas junto a las películas de ficción. Angél Amigo, productor desde Igueldo Komunikazoa de Lumière y compañía (1996) y El Che (1998), que tuvo 10.000 espectadores en España y 100.000 en el país galo, sostiene que el estreno de documentales en salas "es algo completamente testimonial en España, mientras que en Inglaterra o Francia hay un público mucho más interesado, por lo que prácticamente todos tienen espacio en las salas de cine".

La inmensa mayoría de los grandes cineastas, desde David W. Griffith pasando por John Ford (memorable su desembarco de Nor- mandía) hasta Jim Jarmush, han rodado historias a partir de los elementos que ofrecía la propia realidad, sin manipular y deformar los acontecimientos, y que han quedado como testigos ejemplares de diversos episodios de la historia. En los últimos años del cine español, aunque especialmente en el período de la transición política (momento en el que se rodaron muchos documentales para tratar de reflejar la realidad prohibida durante años), cineastas como Jaime Chávarri, Ventura Pons, Imanol Uribe, Fernando Trueba, Víctor Erice o Ricardo Franco han dejado constancia de su atracción por el género documental como una de las máximas expresiones del cine. Excepto cintas como El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992) o El desencanto (Jaime Chávarri, 1976), la mayoría de ellas han pasado sin pena ni gloria para el gran público (Juguetes rotos, de Manuel Summers, fue un absoluto fracaso comercial), si bien prácticamente todas obtuvieron la aprobación unánime de la crítica y figuran hoy como piezas indispensables del puzzle cinematográfico español.
Avalancha inminente

Un repaso a la actualidad nos pone en guardia frente a la avalancha de documentales creativos que se avecina en los próximos meses. El oscarizado Trueba está ultimando el rodaje de Latino Jazz, un documental muy en la línea del éxito de Wenders dedicado a la música jazz tal y como ha sido desarrollada por diversas comunidades musicales latinas, tanto en Estados Unidos como en Cuba, el Caribe o Andalucía. Tendrá una duración de aproximadamente 100 minutos y se ha rodado en Cádiz, Estocolmo, Boston, Puerto Rico, República Dominicana, La Habana y Nueva York. De temática musical es también el documental Agujetas cantaor realizado por la francesa Dominique Abel -más famosa como diosa de las pasarelas que como realizadora-, que se estrenó el mes de enero y todavía se puede ver en determinadas salas españolas. Con sesenta minutos de duración, esta cinta en blanco y negro ha rescatado diversas imágenes de archivo para elaborar un retrato fiel del cantaor gaditano Manuel de los Santos, Agujetas, al tiempo que la documentalista indaga en el mundo del flamenco con una honestidad y originalidad admirables.

Aunque la música, la historia política y los temas sociales son los contenidos más susceptibles de llamar la atención a los guionistas de documentales (que finalmente suelen ser también los directores y productores), no faltan las biografías en imágenes, edulcoradas con un sinfin de entrevistas, que se producen especialmente para celebrar una efeméride, como el filme A propósito de Buñuel, realizado este año por Javier Rioyo y José Luis López-Linares. En este excelente documental, con guión de Agustín Sánchez Vidal, Rioyo y López-Linares, charlaron con más de cincuenta personajes que tuvieron relación con el director de Un perro andaluz. La pretensión de esta película, lejos de querer ofrecer una biografía de la carrera cinematográfica de Buñuel (por otro lado, sobradamente tratada y conocida), fue la de investigar en la oscura personalidad del genio, en sus fantasmas y obsesiones más lacerantes. Con un propósito similar y también con el mismo guionista en los créditos, el director Carlos Saura comenzará este año a rodar su filme Buñuel, que a pesar de no tratarse estrictamente de un documental, se ayudará de elementos propios del género para evocar las aventuras de juventud del cineasta con sus amigos Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Muchos proyectos se emprenden con una finalidad claramente política o historicista, como la reciente película realizada por David Blausten. En Botín de guerra, el director argentino expone un dramático relato de la búsqueda emprendida por las Abuelas de Plaza de Mayo de sus nietos, debido a la desaparación de sus padres en 1975. En él intervienen las protagonistas y muchas otras personas vinculadas a la lucha por la restitución a sus familias biológicas de los niños desaparecidos en la dictadura argentina. Mariela Besuievsky, productora del documental desde Tornasol Films, asegura que "la rentabilidad económica de los documentales casi nunca se cumple, pero en este caso ha sido rentable porque gracias a él se ha descubierto el paradero de dos nietos".

En fase de posproducción se encuentra el documental de Ana Díez La Mafia en la Habana. Con un presupuesto de 120 millones de pesetas, la pretensión de Díez ha sido reconstruir el ambiente político y social de Cuba en los años 50, cuando todos los mafiosos norteamericanos huyen de Estados Unidos debido a la represión y se instalan en La Habana amparados por el gobierno de John F. Kennedy. La directora define este tipo de documentales como una forma de hacer un "retrato creacionista de la historia" y añade que se trata de un género "que todos los países deberían potenciar". Sin embargo, considera que España no es muy fuerte en este sentido. "Cuando se piden ayudas públicas esperan recibir el producto en tres meses, cuando hacen falta al menos dos años", explica Díez.

Llorenç Soler estrena la semana próxima tanto en cine como en televisión -ha realizado dos versiones del mismo documental, una de 55 minutos para televisión y otra de 75 para cine- la cinta Francisco Boix: un fotógrafo en el infierno. Es una biografía sobre el único español que declaró en los procesos de Nuremberg sobre el campo de concentración de Mathaussen, donde estuvo internado junto a otros 7.000 españoles, y del que logró sustraer y sacar unas 2.000 fotografías como pruebas irrefutables del exterminio nazi. "En 1974 hice Sobrevivir a Mathaussen y a partir de las investigaciones de entonces me encontré con esta historia de Francisco Boix, que 25 años después he decidido contar", explica Soler. Actualmente, el director catalán se encuentra inmerso en el rodaje de Lola vende cá -expresión cheli que sirve a la comunidad gitana para identificarse entre ellos-, un filme-documental sobre esta población rodado en vídeo para luego pasar a cine, con lo que se consiguen efectos de realismo similares a los del cine dogma.

Entre otras producciones de documental en marcha destacan La palabra y la vida, un filme producido por Elías Querejeta y dirigido por Javier Corcuera con guión de Fernando León, del que el productor prefiere no desvelar nada. Bajo secreto esconden también Alberto García-Alix y el productor José Luis Olaizola sus respectivos proyectos. El primero prepara un documental sobre su obra gráfica, y el segundo ultima los detalles de una película sobre Luis G. Berlanga.