Image: Los otros protagonistas de la ciencia

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Entre dos aguas por José Manuel Sánchez Ron

Los otros protagonistas de la ciencia

29 septiembre, 2017 02:00

Laboratorio del CIB/CSIC. Foto: J. Costa

La llegada, este viernes, 29, de la Noche Europea de los Investigadores hace reflexionar a José Manuel Sánchez Ron sobre la importancia de los científicos que están detrás de los grandes genios. "Se celebra en un momento en el que en España hay una idea miope de la ciencia".

Este viernes, 29, vuelve a celebrarse la ‘Noche Europea de los Investigadores'. Me hace feliz esta iniciativa, que surgió en el marco de la Unión Europea en 2005. Y me alegra más porque tiene lugar en un momento en el que en España algunos defienden una idea miope que pretende hacer justo lo contrario a lo que actividades como ésta promueven, que no es otra cosa que mostrar la unidad que subyace en una hermosa tarea, la de dar a conocer y promover la ciencia, una empresa que pertenece a todos, no importa las diferencias -siempre hay diferencias- que existan entre unos y otros. Y en este feliz día, y atractiva noche, quiero recordar especialmente a aquellos sin los cuales los científicos no podrían realizar sus tareas.

Inevitablemten, cuando la mayoría de las personas piensan en la ciencia les viene a la mente los grandes nombres: Newton, Lavoisier, Darwin, Pasteur, Ramón y Cajal, Einstein, Heisenberg o Hawking. Sin embargo, la ciencia no podría existir sin una infinidad de otros personajes. Por supuesto, de esos científicos, buenos profesionales que, sin embargo, no pasan a los grandes anales de la historia de la ciencia. Pero, además, ¿qué habría sido de los astrónomos y astrofísicos que descubrieron en el cosmos objetos antes inimaginables, sin los trabajos de talladores de lentes, constructores de aparatos u olvidados calculadores? ¿Habría llegado a existir la química, tal y como la conocemos y entendemos hoy, sin generaciones de esforzados desconocidos fabricantes de todos los productos en los que se basa (comenzando con el humilde matraz)?

Me satisface saber que, en algún caso -no muchos-, personas que no tenían más función que realizar tareas relativamente humildes, llegaron a ser científicos respetados. Tal fue el caso de un mulero de nombre Milton Humason, que trabajaba en el transporte de pesadas cargas que se necesitaban en la construcción del observatorio astronómico de Monte Wilson (California). Terminada la construcción, Humason trabajó allí como portero, electricista o asistente de noche, pero mientras tanto aprendía y así llegó a ser astrónomo, uno particularmente hábil, tanto que el artículo definitivo en el que se anunció que el Universo se expande está firmado (1931) por Hubble y por él. Y lo mismo sucedió con un aprendiz de encuadernador que posteriormente se convirtió en una de las glorias de la ciencia de todos los tiempos: Michael Faraday.

Hace tiempo que sabemos que el pasado sólo se puede comprender realmente si junto a los grandes personajes o instituciones, a los reyes todopoderosos, políticos influyentes, guerreros o aventureros, a los gigantes del pensamiento, o a las sociedades en las que se reunían los mejores intelectos de la época, tenemos en cuenta también a esos artesanos y técnicos que aparentemente pasaban por la vida sin dejar ninguna huella. Debemos a la escuela francesa de los Annales que lo "micro" se hermane con lo "macro" en esa reconstrucción del pasado que llamamos historia. Gracias a ella, tomaron protagonismo histórico molineros, soldados, mendigos, amanuenses, fabricantes de queso, administrativos o albañiles. La percepción que la sociedad tiene de la ciencia, de su pasado y su presente, debería ser más fiel y justa acogiendo también a estos personajes. No es este, ya lo sé, el propósito de las actividades que se efectuarán esta noche, pero contribuirán a ello, a que la sociedad adquiera una visión más correcta de qué es la ciencia, cuando, como se anuncia, se escuchen charlas sobre temas como los orígenes de la gastronomía molecular, las investigaciones que se llevan a cabo en la Antártida, el análisis de la escena de un crimen o la mucha ciencia que hay en el deporte.