Image: Antonio J. Durán: La existencia de agua no garantiza la vida

Image: Antonio J. Durán: "La existencia de agua no garantiza la vida"

Ciencia

Antonio J. Durán: "La existencia de agua no garantiza la vida"

23 febrero, 2017 01:00

Antonio J. Durán

El científico y catedrático de la Universidad de Sevilla nos explica la trascendencia del hallazgo de nuevos exoplanetas en la constelación Acuario.

El descubrimiento de un sistema solar con siete planetas parecidos a la Tierra en torno a la estrella Trappist-1, en la constelación de Acuario, ha intensificado el interés por encontrar actividad biológica en algún punto del cosmos. Nuevos telescopios como el James Webb podrían rastrear con mayor precisión las características de los exoplanetas y seguir dando buenas noticias a la humanidad. Antonio J. Durán, catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Sevilla y autor de El universo sobre nosotros (Crítica), habla con El Cultural sobre el hito anunciado con cierto sensacionalismo por la NASA y sobre algunos de los grandes científicos que con sus trabajos han contribuido a situar el conocimiento humano en su actual nivel de excelencia.

Pregunta.- ¿Qué trascendencia tiene para la ciencia el descubrimiento de este nuevo sistema planetario?
Respuesta.- Nos pone en mejor disposición de responder a una pregunta trascendental: ¿Hay vida en algún otro rincón del universo? La catarata de interrogantes que una respuesta afirmativa a esa cuestión genera es colosal, empezando por si será vida inteligente (sea lo que sea lo que podamos entender por inteligencia) y acabando con la angustia de decidir hasta qué punto no sería desastroso para nuestra forma de vida, o la suya, o para las dos, un contacto entre ambos mundos. Cualquier avance en la detección de planetas, especialmente los parecidos al nuestro, o los situados en la zona habitable de su estrella, hay que considerarla importante.

P.- ¿Qué le hace similar a nuestro sistema solar?
R.- Quizás haya más diferencias que similitudes. Pero estas últimas son importantes: parecen planetas rocosos (con más probabilidad de que contengan agua), de tamaño comparable a los cuatro planetas internos del sistema solar y, sobre todo, tres de ellos parecen estar en la zona habitable de su estrella (la que permite la existencia de agua en estado líquido).

P.- ¿Qué importancia puede tener el hecho de que la enana roja Trappist-1 sea menor al Sol y más débil?
R.- Cuanta menor masa tiene una estrella más estable es su comportamiento a lo largo del tiempo porque, aunque tiene menos hidrógeno, el combustible que usa para brillar, necesita también menos cantidad para estabilizar la presión gravitatoria generada por su propia masa. El hecho de que Trappist-1 tenga el 8% de la masa solar garantiza que permanecerá estable un periodo de tiempo dos o tres órdenes de magnitud mayor que el periodo de estabilidad de nuestro Sol.

P.- ¿Cree que abre una nueva etapa en la observación astronómica?
R.- Lo que hace especial a esta estrella y sus planetas es que su posición relativa con la Tierra (y las características de la estrella) ha hecho posible determinar el tránsito de seis de los planetas por delante de la estrella; esto podría permitir determinar si tienen atmósfera y estudiar su composición. Y eso es algo que no se ha podido todavía hacer con ningún planeta fuera del sistema solar.

P.- ¿Es posible, con las condiciones que se han desvelado (aún no sabemos si tienen atmósfera y campo magnético), que alguno de los siete planetas que orbitan Trappist-1 pueda albergar vida?
R.- Podría ser. Por ejemplo, las sospechas de que alguno de ellos albergara vida aumentarían muchísimo si se detectase oxígeno en su atmósfera (caso de que la tuviera y se pudiera estudiar su composición).

P.- ¿Cree que encontrar vida en otras constelaciones es cuestión de tiempo?
R.- Lo especial en este caso es la posición relativa del sistema con la Tierra. Ahora bien, esa buena posición relativa es algo así como una casualidad, cuando no se da, aunque haya planetas, es mucho más difícil detectarlos. El que en una de las primeras estrellas estudiada por el proyecto Trappist se haya detectado un sistema con esta poco probable posición relativa parece indicar que va a haber muchísimos más planetas con características similares de lo que hasta ahora se pensaba. Eso aumenta en varios órdenes de magnitud nuestra estimación del número de planetas que existen ahí afuera, y por lo tanto las posibilidades de que alguno de ellos tenga vida.

P.- El agua por sí misma, ¿es garantía de actividad biológica?
R.- No, no es garantía; por ejemplo, hay agua (en forma de hielo y se sospecha que también en forma líquida) en otros planetas y satélites del sistema solar, lo que no quiere decir que haya vida. El agua parece una condición necesaria para la vida, al menos si se basa en la misma química de la que conocemos en la Tierra.

P.- ¿Podrá la nueva generación de telescopios como el futuro James Webb de la NASA dar datos con mayor precisión?
R.- Desde luego que sí. No está claro si el telescopio espacial Hubble permitirá observar si los planetas de Trappist-1 tienen atmósfera, cosa que casi con seguridad podrá hacer el James Webb cuando esté disponible (probablemente no antes de dos años).

P.- ¿De dónde surge el nombre de Trappist-1 para la estrella?
R.- Trappist es un acrónimo de"Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito y Planetesimales". El nombre coincide con la tipología de las mejores cervezas belgas: las producidas todavía por monjes trapenses en algunas abadías. Probablemente esto no es casual, porque detrás del descubrimiento de Trappist-1 está un proyecto de la Universidad de Lieja (Bélgica) que rastrea estrellas enanas frías cercanas a la Tierra en busca del tránsito de planetas. Esto se ha reflejado poco en los medios, donde casi únicamente se ha mencionado a la NASA. Hay que reconocer que la NASA ha sabido promocionar a la perfección el descubrimiento con una magnífica mercadotecnia que empezó hace ya días, cuando anunciaron la importancia de las noticias que se iban a desvelar en la rueda de prensa del pasado miércoles. Téngase en cuenta que tres de los siete planetas de Trappist-1 fueron descubiertos en 2015, y que lo que ayer se hizo público es la existencia de cuatro más (eso sí, tres de ellos situados en la zona habitable de la estrella).

P.- En su último libro, El universo sobre nosotros, aúna física y literatura. ¿Es la misma intuición la que arrastra a la ciencia y a las letras?
R.- No, la búsqueda del conocimiento profundo sobre la naturaleza usa postulados y herramientas científicas, junto con formalismos y técnicas matemáticas. Todo lo cual es muy diferente de las artes narrativas que tratan de ahondar en el conocimiento de la condición humana. Lo que no quita para que bastantes leyes científicas puedan ser, hasta cierto punto, entendidas como metáforas sobre la realidad; metáforas que se concretan cuando se hace entrar en juego las constantes de la naturaleza. No hay que olvidar tampoco que, tanto en ciencia como en literatura, son seres humanos los que buscan, ya sea el conocimiento del universo o de nuestra propia naturaleza humana, y eso establece un vínculo en origen entre ciencia y literatura más importante de lo que habitualmente se piensa.

P.- ¿Considera que el cerebro humano no puede entender la complejidad del universo?
R.- Nuestro cerebro es producto de la evolución, y como todos los productos evolutivos su propósito es aportar a nuestra especie alguna ventaja adaptativa al medio donde vivimos, hacernos más competitivos en la pelea con otras especies por la búsqueda de alimento. Es, pues, accidental que nuestro cerebro, que no ha evolucionado para hacernos entender mejor la complejidad del cosmos, nos haya permitido también desentrañar algunos de sus misterios. En cualquier caso, bienvenida sea esa contingencia que ha hecho posible la fascinante aventura científica.

P.- ¿Llegaremos a entendernos totalmente cuando entendamos los mecanismos del universo?
R.- Esto es muy difícil saberlo aunque parecería que no, pues en nuestra conducta como especie, y no digamos ya como individuos, lo contingente e imponderable parece tener un papel mucho más importante del que tiene en las rígidas leyes por las que se rige el universo.

P.- Si, como dijo Newton, hemos podido ver tan lejos por habernos aupado a hombros de gigantes, ¿cuáles son los más importantes para usted a lo largo de la historia?
R.- En esta cuestión no voy a ser muy original: Einstein, Darwin, Gauss, Newton y Arquímedes. Así que voy a añadir algo que se conoce menos y que tiene que ver con esa frase "ver tan lejos por habernos aupado a hombros de gigantes". Newton dedicó esa frase a Robert Hooke que fue uno de sus enemigos científicos. Pero resulta que Hooke fue muy corto de estatura y algo jorobado, por lo que la frase de Newton puede entenderse como una cruel ironía que buscaba humillar a Hooke por ser casi enano en vez de homenajear su altura intelectual. La personalidad de Newton ha sido una de las más fascinantes y complejas, no ya de la historia de la ciencia, sino de la historia de la humanidad; algo que Aldous Huxley explicó muy claramente: "Newton tuvo que pagar por ser un intelecto supremo: fue incapaz de amistad, amor, paternidad y muchas otras cosas deseables. Como hombre fue un fracaso; como monstruo fue soberbio".

P.- ¿Ha sido Einstein el que más lejos "ha visto"?
R.- Podríamos decir que Einstein ha sido quien "ha visto más lejos". La Teoría de la Relatividad General es la mejor herramienta que tenemos para comprender y explicar el cosmos en su inmensidad inabarcable, no sólo tal y como es ahora, sino también su evolución pasada y futura. Y la Relatividad General fue creación casi exclusiva de Einstein, hasta el punto de que de no ser por él habría tardado bastantes décadas en desarrollarse. Y esto se puede decir de muy pocas teorías científicas, que son más obras colectivas consecuencia del estado del conocimiento científico en un momento dado que de una persona en concreto. En cambio, Einstein anduvo menos fino cuando apuntamos en la otra dirección, esto es, si miramos al minúsculo mundo atómico en vez de a las inmensidades siderales. El espectacular avance en nuestro conocimiento de los secretos del átomo lo debemos a la mecánica cuántica, la otra gran teoría física del siglo XX. Esta sí fue obra colectiva de muchos físicos, entre ellos Einstein que fue, por decirlo así, el segundo en hacerla avanzar, por más que luego Einstein se mostrara muy beligerante contra el carácter probabilista de la mecánica cuántica.

P.- ¿Qué piensa de los trabajos de Stephen Hawking, que recientemente se ha pronunciado a favor de la existencia de vida extraterrestre?
R.- Son sin duda imaginativos y sorprendentes, y supusieron una revolución en la manera en que la ciencia comprendía esos objetos fascinantes que son los agujeros negros. Hawking metió además la mano en la principal herida abierta de las actuales teorías físicas: la incompatibilidad entre la Relatividad General y la Física Cuántica. Aunque los ámbitos de aplicación de ambas son diferentes (la inmensidad estelar frente al minúsculo mundo atómico), Relatividad General y Mecánica Cuántica chocan en el interior de un agujero negro (al igual que en los instantes iniciales tras el bigbang), de manera que no los llegaremos a comprender cabalmente hasta que alguien sea capaz de introducir cambios que hagan compatibles a las teorías resultantes.