Image: Los diez años del Hespérides

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Ciencia

Los diez años del Hespérides

Acaba la campaña en el "Continente científico"

21 marzo, 2001 01:00

Llega el invierno austral y hay que hacer las maletas. Vuelve el equipo español del Hespérides cuando se cumplen diez años desde el comienzo de su actividad en la Antártida. Con este motivo, José Ignacio Díaz Guerrero, jefe de la Unidad de Gestión de Buques Oceanográficos e Instalaciones Polares, hace balance para EL CULTURAL de un proyecto científico que se caracteriza por su consolidación.

La Antártida es hoy en día el "Continente para la Ciencia". Sus 13.900.000 Km2 están recubiertos en más de un 90% por hielos que constituyen casi el 95% del agua dulce del planeta. La firma del Tratado Antártico en 1958 definió un marco internacional que progresivamente ha significado la suspensión de las reclamaciones territoriales de determinados países, así como la prohibición de la prospección o explotación comercial de sus recursos.
En 1998 entró en vigor el Protocolo del Protección del Medio Ambiente, conocido como Protocolo de Madrid y definido en 1992, que entre otros aspectos regula y limita de una manera estricta y precisa toda la presencia y actividad humana en la Antártida. El Protocolo ha sido ratificado por todos los miembros consultivos del Tratado. La investigación científica, y desde hace unos pocos años y de manera limitada el turismo, son las dos únicas actividades que se realizan en este continente. Aunque la presencia de investigadores españoles en la Antártida se remonta a 1959, es a partir de 1986 cuando de forma continuada nuestro país organiza una campaña antártica anual.

La Campaña Antártica Española 2000-2001 se ha caracterizado por marcar un salto cualitativo de la presencia española en el continente helado. Ha supuesto un hito en la presencia naval española, puesto que en el pasado mes de diciembre estuvieron operando tres buques de nuestra nacionalidad en la zona: el buque de investigación oceanográfica Hespérides; el buque de apoyo logístico Las Palmas, ambos operados por la Armada Española, y el buque Científico, perteneciente a la empresa Remolcavisa de Vigo. Por otra parte, las dos bases antárticas españolas, la BAE Juan Carlos I, situada en la Isla Livingston, y la Gabriel de Castilla, en Isla Decepción, han mejorado notablemente sus infraestructuras, sobre todo en el segundo caso.

Vida operativa

Además, en este año se ha cumplido el décimo aniversario de la actividad al servicio de la investigación científica del buque de la Armada Española Hespérides. Fue en diciembre de 1991 cuando la nave inició su vida operativa en la Antártida albergando el proyecto "Oceanografía del Estrecho de Bransfield: Parámetros ambientales, productividad y caracterización de sus comunidades planctónicas", dirigido por la doctora Beatriz Morales, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de las Islas Baleares (IMEDEA).

Durante la segunda campaña, en enero de 1992, se trabajó en el proyecto "Geología y geofísica Islas Shetland: Estudio de una zona de unión triple", dirigido por el doctor Andrés Maldonado, entonces en el Instituto de Ciencias del Mar. Años después ambos investigadores han coincidido de nuevo, por casualidad, en la campaña que ha marcado el 10º aniversario del buque.

Ambos son ya auténticos expertos antárticos: Andrés Maldonado es probablemente uno de los geólogos marinos más relevantes a escala internacional en cuanto a sus conocimientos de la zona de la Península Antártica y el Mar de Weddel; ha liderado durante este período cinco campañas en el Hespérides y participado en otras tres en buques extranjeros. Por su parte, Beatriz Morales ha sido responsable de varios proyectos y ha participado además en otros tres en la Antártida. Su campo de actuación es la investigación de los estudios larvarios de peces y su relación con las condiciones ecológicas del medio.

Pero esta campaña ha supuesto también el reencuentro del buque Las Palmas con la navegación en estas aguas. Entre los años 1988 a 1991 y a lo largo de 3 campañas, este buque asumió el apoyo logístico a las actividades antárticas españolas y su contribución fue esencial en enero 1988 para consolidar la presencia de la recién establecida BAE Juan Carlos I y en diciembre de ese mismo año en el apoyo a la instalación del entonces Refugio Gabriel de Castilla.

El recientemente creado Ministerio de Ciencia y Tecnología ha asumido la responsabilidad de las campañas antárticas españolas, heredando la labor que hasta 1999 había venido desempeñando la Oficina de Ciencia y Tecnología. Como consecuencia del acuerdo alcanzado con la Armada Española, una novedad esencial en la campaña de este año ha sido la presencia de un segundo buque, Las Palmas, con el objetivo de asumir progresivamente todas las labores logísticas que en los últimos años venía ejerciendo el Hespérides, liberándolo de esas tareas para que se pudiera dedicar, como así ha sido en la campaña 2000-01, a su principal cometido: el desarrollo de los proyectos de investigación científica.

La inversión realizada para la modernización y adecuación de este buque de forma que cumpliera todos los compromisos que marca el Protocolo de Protección del Medio Ambiente (Protocolo de Madrid) del Tratado Antártico ha superado los 225 millones de pesetas. Se le ha habilitado para transportar hasta 18 personas. En la campaña de este año su misión ha sido proveer del apoyo a ambas bases incluyendo el suministro de 30.000 litros de gasoil antártico para los generadores de corriente. Complementariamente, ha albergado a los investigadores y científicos involucrados de un proyecto de hidrotermalismo en Isla Decepción y ha transportado diverso material para investigadores españoles del INTA a la base Argentina de Jubany.

El verano austral

Las dos bases antárticas españolas permanecen abiertas sólo durante los tres meses del verano austral -diciembre, enero y febrero-, y presentan modelos de gestión diferentes: la BAE Juan Carlos I está operada por técnicos civiles de la Unidad de Gestión de Buques Oceanográficos e Instalaciones Polares del CSIC, mientras que la BAE Gabriel de Castilla está gestionada por el Ejército de Tierra. A pesar de localizarse en islas separadas por no más de 50 kilómetros, ambas bases presentan un interés científico marcadamente contrastado: Livingston, donde se localiza la BAE Juan Carlos I, es una isla montañosa recubierta en más de un 90% por glaciares que se extiendan hasta el mar y en la que se desarrollan importantes colonias de líquenes en aquellas zonas en las que durante el verano permanecen descubiertas de hielo. Por su parte, Isla Decepción es un volcán activo en cuyo interior, abierto al océano, se encuentran situadas la base española y una argentina, así como los restos de una base inglesa y otra chilena destruidas en el curso de la última erupción, ocurrida en 1970. Esta isla alberga además una de las más importantes colonias de pingöinos barbijos de la zona. Como consecuencia, los proyectos científicos que se abordan allí se centran principalmente en geología, glaciología, vulcanología, ecología y etología de pingöinos, ecología costera y estudios de líquenes y meteorología.

La base Gabriel de Castilla ha sido objeto durante esta campaña de un amplio y completo proceso de modernización que ha incluido la construcción de un nuevo módulo de habilitación y la reconversión del anterior en un nuevo módulo científico, además de la puesta en marcha de un nuevo grupo de energía y de una moderna enfermería. El material para la ampliación de la base fue transportado desde España por el buque Científico. La operación de desembarco de todo el material, incluyendo 7 contenedores y su carga, supuso un reto dado las difíciles condiciones meteorológicas y la ausencia de infraestructuras.

En menor medida la BAE Juan Carlos I ha proseguido con la adecuación y modernización de sus instalaciones para responder a las necesidades de los investigadores, potenciando su apuesta por las energías alternativas, actividad ésta en la que es una de las bases pioneras. Este año se ha instalado una nueva planta fotovoltaica y se han iniciado estudios de viabilidad para un generador eólico que satisfaga la demanda energética. La actividad científica en la Antártida no es nada fácil dadas las rigurosas condiciones meteorológicas que imperan a lo largo de todo el año tanto en tierra como en el mar. Así la campaña SCAN 2001 a bordo del Hespérides se vio en parte afectada por la anómala extensión hacia el Norte de los icebergs desprendidos del Mar de Weddel, mientras que un violento temporal huracanado en el mes de febrero limitó considerablemente casi 48 horas la actividad de los buques y las bases, provocando serios desperfectos en los generadores eólicos de la BAE Juan Carlos I.
La colaboración internacional es consustancial a la investigación antártica. Investigadores españoles han desarrollado este año su actividad en bases argentinas, chilenas y de Nueva Zelanda; investigadores de Rusia, Italia, México, Brasil y Reino Unido han participado a su vez en la campaña española. Uruguay y Chile han puesto sus medios aéreos en apoyo de nuestras necesidades logísticas mientras que España asume las labores de transporte y aprovisionamiento de la base búlgara St. Climent Ohridiski, próxima a la BAE Juan Carlos I. En total 24 investigadores y más de 130 técnicos y tripulantes de buques españoles han participado este año en la campaña antártica, marcada por la consolidación de la presencia española en el "contienente para la ciencia".