Samuel Fosso: Emperor of Africa, Sfea 1954, 2013

CC Fernán Gómez. Plaza de Colón, 4. Hasta el 29 de julio / Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. Madrid. Comisarios: Pascal Martin Saint Leon, Jean Loup Pivin y Frédérique Chapuis. Hasta el 26 de agosto

La fotografía llegó al África negra en el siglo XIX de la mano de los colonizadores europeos, proyectando sobre la población autóctona los prejuicios de la antropología racista y el exotismo. Pero enseguida empezaron a funcionar en algunas ciudades estudios regentados por fotógrafos africanos que establecieron códigos propios de representación -y de reconstrucción de la identidad individual, nacional, racial- a través sobre todo del retrato posado, abriendo un capítulo creativo que tiene aún un gran peso en el arte actual del continente.



Toda esa tradición fue casi desconocida para el resto del mundo hasta que a principios de los noventa se extendió en medios académicos y expositivos el interés por su rescate material, su puesta en valor y su comercialización. En ese proceso fue crucial la labor de la Revue Noire, editada entre 1991 y 2001, que organiza El Senegal elegante de la primera mitad del siglo XX, con fotografías de Mama Casset y de un anónimo que trabajó en Saint-Louis en los años treinta, con divergentes estilos y presentaciones expositivas. Las de Casset son pequeños vintages, algunos muy deteriorados, que reflejan con modos moderadamente modernos la dignidad y la belleza de sus clientes, siendo lo más emocionante la fragilidad física de estos testimonios de una etapa temprana en el giro hacia lo artístico de la fotografía profesional y de una profunda transformación social en curso. Las del anónimo, más vivas, espontáneas y atractivas, nos trasladan a las habitaciones reales -más allá de los clásicos telones de fondo- y a la calle, donde las figuras adquieren relieve y monumentalidad. Las grandes copias exhibidas pretendían seguramente subrayar esta corpulencia pero los originales, negativos de gelatina de 6 x 9, no aguantan tal ampliación y las imágenes, no siempre bien enfocadas, pierden toda nitidez.



Fosso desarrolló un personal corpus de autorretratos "con disfraz" al mismo tiempo que Cindy Sherman o Jürgen Klauke

Esa etapa tiene un indudable interés pero, en perspectiva artística, brilla aún más la muestra de Samuel Fosso (Camerún, 1962), a quien PHotoEspaña ha concedido en esta edición su gran premio, con el que redondea un año de triunfos: en 2017 protagonizó una exposición en la National Portrait Gallery de Londres y en febrero le fue otorgado el Infinity Awards del International Center of Photography (ICP) de Nueva York, en la categoría artística. Fosso es también producto, primero, de la demanda social de retratos en las sociedades urbanas en vías de modernización y, después, del "descubrimiento" de estos maestros, en su caso a través del circuito de festivales internacionales -lo dio a conocer un francés en el de Bamako, en 1994- y de exposiciones que, desde Occidente, usufructúan la originalidad de estas expresiones. Fosso que, parece olvidarse, ya expuso en PHotoEspaña -en 2003, en el Jardín Botánico-, fue una revelación: en su estudio de Bangui (República Centroafricana), al principio por puro narcisismo, desarrolló un muy personal corpus de autorretratos "con disfraz" al mismo tiempo que Cindy Sherman o Jürgen Klauke hacían lo propio, en los años setenta. No es una retrospectiva completa: se han traído muestras de diversas series que evidencian su tránsito de lo personal/social a la crítica política, siempre en la vena performativa, y de la gozosa frescura de las obras juveniles al acartonamiento de las últimas, en las que aparece pintado como una puerta, un poco también al estilo de las obras recientes de Sherman.



@ElenaVozmediano