Image: En el exilio del mundo

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Exposiciones

En el exilio del mundo

La morada del hombre

23 marzo, 2012 01:00

Stephen Shore: U.S.1, Arundel, Maine , 1974

Fundación Foto Colectania/ Fundació Suñol. Julián Romea, 6/ Paseo de Gracia, 98. Barcelona. Hasta el 16 de junio.

La morada del hombre. El comisario, Régis Durand, ha explicado que el título de la exposición se inspira en un enigmático poema de Hölderlin que hace referencia al "habitar la vida". Para Durand, representa estar y relacionarse de una manera plena con el mundo. Significa preguntarse el porqué de las cosas y el enigma de la existencia. El arte sería, en este sentido, el instrumento de exploración que nos acerca a las cuestiones fundamentales del ser. Régis Durand pasa por ser un experto en fotografía y, entre otros cargos, ha ocupado el de director del Centro Nacional de Fotografía y del Jeu de Paume, ambos en París. Y, significativamente, reivindica el arte como iluminación, como una forma de aproximación a nuestra naturaleza más profunda, al ser íntimo. Ésta es su intención, al menos es lo que se deprende de sus palabras.

Esta exposición parte de la colección de fotografías del mecenas americano Martín Z. Margulies, una de las más notables de Estados Unidos. Régis Durand ha manifestado que la densidad y variedad de la misma posibilita una reflexión profunda, un itinerario por los pliegues de esta geografía humana que es el "habitar el mundo". La muestra se organiza a partir de tres núcleos argumentales. Los dos primeros, Construir, habitar: cartografiar territorios y Estar en el mundo se presentan en la Fundación Foto Colectania. El tercero, Flujos, signos y símbolos, en la Fundación Suñol. La selección, que aglutina diferentes generaciones, poéticas y sensibilidades, no puede ser más diversa: August Sander, Walker Evans, Dorothea Lange, Helen Levitt, Manuel Álvarez Bravo, Lee Friedlander, Ed Ruscha, Bernd y Hilla Becher, Stephen Shore, William Eggleston, Andreas Gursky, Roni Horn, Thomas Struth, Gregory Crewdson, Pieter Hugo, entre muchos otros.

Tal vez por esta diversidad, la primera sensación que se tiene al recorrer esta exposición es la de contemplar un mundo fragmentado, como el de un puzle en el que las piezas no terminan de encajar. En esta "morada del hombre" cabe todo. El conjunto semeja un sinfín de postales, un laberinto de espejos que prolongan las imágenes hasta el infinito, aunque la exposición articula también un relato sobre la fotografía. Los apartados iniciales reúnen paisajes -arquitecturas fundamentalmente- y retratos, dos temas eternos de la fotografía y del arte, pero que aquí se explican de otro modo.

En el argumento que desarrolla la muestra, ambos temas se convierten en el escenario y los actores que representan un drama. La fotografía pone en escena estos lugares y caracteres y articula con ellos una acción o una fábula, lo que correspondería a la tercera parte de la exposición. Fotografiar sería, por tanto, representar, fabular, contar historias... aproximarse al misterio del mito preservando el enigma. Si la fotografía se expresa como puesta en escena, como representación, falta por saber qué drama, comedia o tragedia representa. Para mí hay un sentimiento que impregna la exposición y éste no es otro que una sensación de extrañeza o exilio del hombre de su propia morada. La última pieza, la que cierra el recorrido de la muestra, Pergamon Museum (2003) de Thomas Struth, capta y describe la reacción espontánea de los visitantes en una sala de un museo. Lo que se observa en el escenario de Struth es que el vínculo del transeúnte con la obra de arte no es directo ni transparente. "Somos un signo sin significado -dice Hölderlin- / y sin dolor somos, y por poco / perdemos el lenguaje en el extranjero". Exiliados de nuestra morada, el mundo que habitamos, pero también de nuestra propia casa -para Heidegger, el lenguaje, "la casa del ser"-, la fotografía sólo revela un espacio de silencio, un vacío, la ausencia de ese puente con el misterio que alguna vez quizás tendió el arte.