Image: El secreto del sol

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Exposiciones

El secreto del sol

La subversión de las imágenes. Surrealismo, fotografía y cine

23 julio, 2010 02:00

C. Cahun: Estudios para el recuerdo, 1925

Fundación MAPFRE. Paseo de Recoletos, 23. Madrid. Hasta el 12 de septiembre.

La subversión de las imágenes es el título que el escritor Marcel Mariën dio a una serie de fotografías de Paul Nougé, el poeta que más influenciaría a René Magritte. En torno a estas imágenes se traza un recorrido por la historia del surrealismo, desde los años 20 a los 40.

Siendo muy buena la exposición que ilustra el tema central de PHotoEspaña en el Fernán Gómez y excelente, muy completa, la de Moholy-Nagy en el Círculo de Bellas Artes, la cita realmente ineludible en el contexto del festival -pero fuera de él- es esta revisión de la fotografía surrealista que viene avalada por dos de las mejores colecciones históricas del mundo: las del Centre Pompidou y el Fotomuseum Winterthur. Sus ¡cinco! comisarios han tomado como base las numerosas obras de filiación surrealista conservadas por la primera de ellas para complementarla con otras a veces poco conocidas de colecciones públicas y privadas hasta componer, con cerca de 400 piezas, una amplia panorámica de este episodio trascendental de la historia del arte, que aún deja sentir su influencia en los creadores de hoy. Desde 1985, cuando Rosalind Krauss y Jane Livingstone comisariaron, también en el Pompidou, Explosante fixe no se había organizado una muestra tan importante sobre el tema.

A pesar de que los comisarios pretenden que la estructura del montaje obedece a los "usos" que tuvieron las imágenes, esa aproximación no resulta tan evidente y se percibe ante todo una ordenación argumental de las obras: paisajes urbanos, cadáveres exquisitos, mirada interior, pulsión escópica, cuerpos, erotismo -excesivamente pudibundo aquí-, animalario, experimentación técnica... Tampoco se justifica titularla Fotografía y Cine, pues apenas reúne media docena de filmaciones, cuando el surrealismo cinematográfico es extenso. Se explica, eso sí, adecuadamente la vinculación entre fotografía y publicaciones, ya sean artístico-literarias, científicas o comerciales que fueron, junto a las pocas exposiciones monográficas y a las contadas galerías, el medio de difusión de todos estos artistas.

El único fotógrafo ligado oficialmente al movimiento surrealista fue Boiffard, primer secretario de la Centrale. Otros tuvieron una gran cercanía a él, más o menos prolongada, como Man Ray, Brassaï, Dora Maar, Raoul Ubac o Claude Cahun, y se ha señalado que esa libertad respecto al autoritario Breton fue una de las razones de la extraordinaria riqueza y heterogeneidad de la fotografía surrealista. El artista es considerado un vidente y la cámara se convierte en un instrumento "automático" de acceder a otras realidades; siguiendo el camino abierto por el fotocollage y el fotograma dadaísta, los creadores reunidos en París al calor de las vanguardias desarrollan prácticas inéditas y hacen de la fotografía algo verdaderamente "revelador". Como dice Marcel Märien en uno de sus collages parlantes: "Il contient le secret du soleil".

La fotografía surrealista es más moderna, más rompedora y más independiente que la pintura hermana. Se relaciona con el contexto social con más agilidad y ha envejecido mejor. Aunque el foco principal estuvo en París, muchos de sus practicantes procedían de otros países: Bellmer y Ubac de Alemania, Man Ray y Tabard de Estados Unidos, Kertész y Brassaï de Hugría, Štyrský de Checoslovaquia, Magritte y Marcel Märien de Bélgica, Dora Maar de Argentina, Eileen Agar de Inglaterra... La exposición se limita casi en exclusiva a los artistas que trabajaron en Francia; queda para otra ocasión una revisión realmente internacional del fenómeno. Por parte de España sólo encontramos un retrato de José Caballero; bien podría haberse incluido, algo tardío y excéntrico, a Nicolás de Lekuona.

Encontraremos algunas de las imágenes más paradigmáticas del movimiento: Pentesileas de Ubac, muñecas de Bellmer, autorretratos de Cahun, fotomontajes de Maar, retratos que Man Ray hizo a Meret Oppenheim, su Marquesa Casati, grafitis de Brassaï, moscas de Boiffard, distorsiones de Kertész... pero también curiosidades como las tiras de fotomatón a las que eran aficionados los componentes del grupo surrealista o los fascinantes Aleatorios de Artür Harfaux. Hay una pared, en particular, con "explosiones" y ramificaciones más o menos abstractas, de variada naturaleza, que quita el hipo: la patata con raíces de Brassaï y sus ventanas rotas, los fuegos artificiales solarizados y la Explosante fixe de Man Ray, la chispa eléctrica de Trouvelot y la espuma de mar de Pierre Jahan. El éxtasis surrealista en lugares inesperados. Como dijo Harfaux: "Coged el azar, iluminadlo, y veréis".