Exposiciones

Ray Smith, retrato de un pintor fronterizo

Deus-Machine

2 noviembre, 2006 01:00

Pintura francesa, 1993

Comisario: Omar-Pascual Castillo. MEIAC. Museo, 2. Badajoz. Hasta el 15 de diciembre.

Ray Smith nace en una ciudad fronteriza entre USA y México, y la especial iconografía de esas tierras asoma a su obra, matizada por una idea de orden, de contención, deudora de su interés por la pintura. Sus cuadros están poblados de atractivas figuras femeninas, exóticos animales y referencias a un paisaje amplio y actividades lúdicas. Su discurso, marcado por una férrea coherencia, hace de la gran escala su espacio de trabajo. Una escala relacionada con su Texas natal y con su interés por la obra de los muralistas mexicanos, como su manera de apoyarse en el dibujo.

El ánimo de su pintura, sin embargo, parece más próximo al espíritu dadá versión Picabia, como queda claro en el La Gran Vache II (1991), el excelente cuadro que abre la exposición. Sobre un fondo de simetrías, con algo de evocación paisajística, topográfica, une alusiones autobiográficas (el fondo reproduce el fragmento de una piel de novillo que, como los sapos, proceden de su iconografía infantil) y citas pictóricas (la picabiana pareja bailando, las máscaras de los carnavales de Ensor), con atractivos hallazgos, caso del sapo mapamundi. No hay detalle azaroso ni excedido en esta obra, verdadera arte pictórica y poética de Smith.

La exposición se plantea como resumen de su trayectoria en momentos de intensidad. El arranque tiene aciertos notorios como la inclusión de Retrato de Way Gillon (de la colección de Julian Schnabel), obra que refleja su entrada en la pintura. Ray Smith necesita soportes rígidos, dado su gusto por trabajar físicamente la materia (la extiende con espátula o con la mano) y se sirve desde sus inicios de las planchas de madera utilizadas en arquitectura.

Igualmente atractiva resulta la relación entre La Gran Vache II y las dos pinturas con las que sigue y se cierra la muestra, visibles a sus lados: Dueña de perros (1990) y Pintura francesa (1993). En la primera existe un juego entre exterior e interior (con alusiones a Gauguin), en el que se integran figuras y fragmentos, máscaras y animales reales con cambios de escala que los convierten en fantásticos. Pintura francesa (1993) es una síntesis perfecta de su iconografía: una odalisca de Ingres, en una gran charca habitada por exóticos sapos.

El paso siguiente es una sucesión de espacios en los que, gracias a una acertada selección de obras, se añaden rasgos a la primera imagen. En una sala se muestra Tex-Rex (2005-6), un díptico que tiene mucho de elogio de la dimensión, expuesto enfrentando sus partes: el retrato de un vaquero, con medidas de retrato ecuestre velazqueño, frente a la imagen de una enorme ola. En otra, en relación de intimidad, de misterio, de silencio, Mariana y Alba (2000), dos retratos, dominado el primero por la figura de su hija, mientras en el segundo el protagonismo es la habitación vacía, junto a los espejos, las formas ovales, los relojes, motivos recurrentes en su obra posterior. En ambas sorprende la precisión con la que utiliza el lenguaje.

En dos salas centrales se reúne una selección de los cadáveres exquisitos, en dibujo, pintura y escultura. Ray Smith parte del ejercicio inventado por los surrealistas, pero convierte en individual el juego colectivo. Unas claves se repiten en el conjunto haciéndolo inquietante y en extremo atractivo: el modo como duplica cabezas y miradas, sirviéndose de espejos; la coincidencia de una segunda banda en la que un objeto señala el motivo de la acción; el contraste entre piernas fuertes, con frecuencia masculinas, y estilizados pies y zapatos femeninos.

Los sucesivos momentos de la exposición suponen un cambio estético que Ray Smith relaciona con las consecuencias del 11-S: cuando la realidad supera toda ficción, uno tiene el derecho a replantear su lenguaje. Inicia un proceso de búsqueda y transformación de imágenes, con la ayuda de complejos programas de investigación con el ordenador. El resultado es Unguernica (2002), cuyo origen es una foto del tapiz que reproduce el Guernica en la sede de Naciones Unidas, y la ampliación y el tratamiento de su reflejo en el mármol negro del suelo; Regatta (2002), con la imagen de un portaviones rescatada desde una página web; o los enigmáticos retratos de personas cuyo punto de partida es la fotografía de su reloj, posteriormente intervenida, mediante procesos que tienen que ver con el arte y la ciencia.

Ray Smith. Una doble exposición retrospectiva invita a repasar la obra de Ray Smith (Brownsville, E.E.U.U., 1959), un pintor que, desde mediados de los años ochenta, plantea una peculiar reflexión sobre y desde la pintura. También esta semana, ha abierto la muestra inaugural del Brownsville Museum of Fine Arts. La exposición del MEIAC de Badajoz viajará posteriormente al Instituto de América de Santa Fé (Granada) y al Centro Cultural La Regenta (Las Palmas de Gran Canaria). El comisario de ambas muestras es Omar-Pascual Castillo.