Image: El largo camino de la mente a la mano

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Exposiciones

El largo camino de la mente a la mano

Huérfanos del vacío

28 julio, 2005 02:00

Clara Garaigorta: Aeropuertos, 2001-2005

Comisaria: Chus Martínez. Sala Rekalde. Alameda de Rekalde, 30. Bilbao. Hasta el 4 de septiembre

Cuenta Plinio el Viejo en uno de los pasajes de su Historia Natural que la hija de Butades, un alfarero corintio, desconsolada al ver partir a la guerra a su amado, quiso guardar, al menos, algo que se lo recordara. Para ello, trazó con un carboncillo el contorno de su sombra proyectada sobre la pared. El relato de Plinio está considerado como uno de los dos orígenes míticos (el otro es la leyenda de Narciso) de la pintura, pero nos deja los elementos básicos del dibujo: la mano impulsada por el sentimiento, y la pared sobre la que se expresan las ideas. También, junto a la otra leyenda, nos señala las dos formas básicas de la imagen occidental: la sombra y el espejo, el esquema y la mímesis.

La exposición de Rekalde es, en cierta medida, una vuelta a los orígenes. La sala cede sus muros a seis artistas para que las utilicen, para que las llenen, porque si la acción de la mano es uno de los ejes de la exposición, la pulsión de ocupar el espacio vacío del muro es el otro. Nada mejor que la intervención de Peter Pommerer (cuya obra abre la exposición) para comprenderlo. Pommerer juega, a la vez, con la idea de una forma delimitada y de la necesidad compulsiva de rellenarla de una forma que raya la obsesión psicológica.

Una segunda dimensión a tener en cuenta es la relación dentro/fuera que la muestra establece. Tanto Pommerer como Francesc Ruiz meten la ciudad en la sala. El primero, trasladando, mediante plantillas, las formas de grafitos encontrados en la calle, que luego rellena meticulosamente; el segundo mediante una narración que tiene como origen la propia sala (de la que el público sale despavorido) y entremezcla espacios urbanos con un subterráneo imaginario. El trabajo de ambos produce un efecto de densificación de lo urbano a través, paradójicamente, de la esquematización del dibujo, estrategia similar a la que sigue Charo Garaigorta con sus dibujos de aviones.

La opción por un medio primitivista, en el que aún puede trazarse una clara línea mente-mano-objeto no significa, sin embargo, una renuncia a la tecnología. Susanne Jirkuff transforma sus trazos esquematizados de los principales actores de la política americana en una especie de secuencia de cine musical en el despacho oval de la Casa Blanca. Las figuras esquematizadas, limitadas a sus mismas líneas de borde, de Bush, Rice o Powell configuran, en combinación con la banda sonora musical, una parodia de tantas situaciones en las que el poder juega con vidas y haciendas. También utiliza el vídeo Nathalie Djurberg, pero en su caso para presentar animaciones realizadas con plastilina como medio para introducir historias que juegan entre lo cotidiano y lo perverso.

Pero, probablemente, la pieza más controvertida, buscadamente controvertida, es la de Javier Peñafiel, quien ha dibujado para la muestra a uno de sus personajes favoritos: el Egolactante; una forma cabezona, apenas esbozada, que Peñafiel lanza a modo de alter-ego para ser objeto de todo tipo de críticas, críticas que, por otra parte, a él parecen resbalarle. Una estratagema en la que reciba aprobación o reproches, el artista siempre puede decir que sale ganando, bien por el reconocimiento de su genialidad o por el logro de una reacción negativa que se dice "buscada".