Image: Delia Piccirilli

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Exposiciones

Delia Piccirilli

30 junio, 2005 02:00

... Y azul de niño, 2004

Luis Gurriaran. Santo Tomé, 6. Madrid. Hasta el 23 de julio. De 1.200 a 6.000 euros

La fluctuación cromática se ha hecho fuerte en estas nuevas pinturas de Delia Piccirilli (1960), y no está dispuesta a renunciar a nada. Ello sin duda es causa principal de la expansión de los formatos, de una incontenida tendencia hacia la abstracción y del manejo de una técnica pictórica convulsa. En tales cuatro puntos cardinales, cuyo norte es ese color de apariencia descontrolada, se asientan la coherencia de las telas. Se expone aquí alguna obra de 2003 donde aún aparece rastro evidente de aquella pintura vaporosa hecha de cavernas y oquedades, medusas de veneno transparente, acogedoras masas nubosas y líricas pero también habitadas por cierta perversión. Todo ello se mantiene de alguna manera en su serie más reciente de obras azules y rosas, pero más allá de lo sensorial y lo poético, en éstas se llega a algo que parece una explosión mental, una invitación a la descomposición casi atómica de la mirada y al viaje abstracto. Sugerimos que Piccirilli se coloca entre el artificio declarado y cierto salvajismo. El gesto opera, tanto en fondos como en los caudales que a veces los recorren, pero la composición es siempre resultado de un plan. De hecho, ese color erigido rey funciona como concepto, como precaución, si se prefiere. Ahora que, indudablemente, la sacudida es también una libertad tomada. Sus masas de color más que ser frutos de deslizamientos de la mano lo son de desprendimientos, por causas y leyes naturales. Y es que aquí entra también en juego cierta violencia natural algo que, nada en broma, podríamos llamar bio-lencia. El estruendo de esa tormenta está hecho de ondas visuales poco perceptibles y se confunde con el silencio. Pero realmente puede oírse una carcajada no exenta de rabia en la que se oye "Rosa es de niña y azul de niño".