Image: Absalon

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Arte

Absalon

KW Institute for Contemporary Art, Berlín. Del 28 de noviembre al 20 de febrero

15 diciembre, 2010 01:00

Una de las unidades habitacionales de Absalon.

KW, uno de los espacios más importantes de Berlín, dedica una exposición a Absalon, un artista israelí que murió con 28 años pero que tuvo tiempo de dejar huella en el imaginario contemporáneo.

"Nada nos obliga a que una silla parezca una silla", decía Absalon, uno de los artistas más interesantes de la segunda mitad del siglo pasado. Absalon nació en Ashdod, Israel, en 1964 y murió en París en 1993 con tan solo 28 años. Pero su legado es hoy de lo más influyente no solo para el arte contemporáneo sino también para la arquitectura y el diseño. Su lenguaje deriva del minimalismo pues todo parte de formas primarias como el círculo, el cuadrado o el rectángulo. Son formas que Absalon vacía para reelaborar su interior desde una perspectiva crítica. Una vez vaciados, el artista reintroduce nuevas formas igualmente básicas pero que aportan un rico contenido conceptual.

Pero, ¿qué nos cuenta Absalon? El trabajo más reconocible es aquél que comenzó a realizar en 1992, pocos meses antes de su muerte. Son las llamadas Células, unidades habitacionales de entre 4 y 8 metros cuadrados realizados a partir de geometrías básicas. Son un modelo de ocupación basado en la abstracción formal y han de verse como reminiscencias de los grandes arquitectos modernos, desde los pertenecientes a la Bauhaus hasta Le Corbusier. Absalon quería haber situado cada uno de estos módulos en el centro urbano de 6 grandes ciudades. No quería hablar de aislamiento sino de un modo muy sui generis de vivir lo social.

Estos módulos contienen todo lo necesario para desarrollar una vida normal. Cocina, baño, una zona para dormir...Todo está realizado con madera o yeso y está pintado de un blanco clínico y refulgente. Absalon pretendía vivir en estos módulos en las diferentes ciudades en las que se instalaran. El espacio entre en relación con las dimensiones mismas del artista, una alusión a la idea de que la arquitectura debía ser espejo del hombre.

Dice que su obra no tiene nada que ver con utopías pero no es fácil liberarse de esa noción. No es fácil porque una abstracción inmaculada nos traslada de inmediato a una suerte de utopía moderna. Si los hubiéramos visto en el caos de la ciudad contemporánea, como era su intención, lo más lógico es que hubieran sido leídos en una clave crítica hacia la creciente alienación del individuo. Y es que Absalon nos habla de la acuciante homogeneización estética que sufren las ciudades. Su intención es rebatir el hecho de que la arquitectura y el urbanismo contemporáneos definan la vida del ser humano con estrategias maliciosas. Sus módulos son un grito en contra del poder, que utiliza la arquitectura como estrategia de control.

Las unidades de Absalon se encuentran a medio camino entre el retiro monacal y la protección de un refugio antiaéreo. Los movimientos en su interior son complicados pues todo está ceñido al hueso, como la arquitectura opresiva de hoy. En la exposición que ahora le dedica el KW Institute for Contemporary Art de Berlín, bajo el comisariado de Sussane Pfeffer, pueden verse los módulos así como maquetas y dibujos que arrojan buena luz sobre la obra de un artista fundamental y fascinante que, literalmente en cuestión de meses, creó un cuerpo de trabajo de enorme riqueza crítica y ética.