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El fotógrafo brasileño Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944) ha muerto a los 81 años por una leucemia severa, derivada de la malaria que contrajo en 2010, según ha informado su familia. 

"Como fotógrafo que recorrió el mundo de manera continua, contrajo una forma particular de malaria en 2010 en Indonesia mientras trabajaba en su proyecto Génesis. Quince años después, las complicaciones derivadas de esta enfermedad evolucionaron en una leucemia severa, que finalmente le costó la vida", reza el comunicado.

Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, Salgado fue uno de los grandes maestros del fotoperiodismo contemporáneo. En los últimos años, el brasileño dedicó casi una década a su proyecto monumental Amazonía, que presentó en Madrid en 2023 y también pudo verse en Barcelona hasta el pasado mes de abril. La muestra, compuesta por 200 fotografías, siete películas y una banda sonora de Jean Michel-Jarre, es fruto de 58 viajes y de una profunda implicación personal.

“La Amazonía es ocho veces más grande que Francia y es un espacio de muy difícil acceso. He hecho 58 viajes para llevarlo a cabo. Fui por primera vez en los años 80 y he podido comprobar desde entonces, en sucesivas visitas, cómo se está destruyendo. Después de Génesis tenía claro que debía volver", aseguró a El Cultural en una entrevista.

Incansable testigo de la belleza y fragilidad de la naturaleza, su vida, como él mismo decía, fue como una bicicleta: “Si paras de pedalear, te caes". Su fotografía se caracteriza por el uso del blanco y negro, una elección estética y ética: “Prefiero el blanco y negro. Los colores vivos me desconcentraban y eran un obstáculo para captar la dignidad de las personas. Cuando me pasé al blanco y negro todo se transformó en gama de grises y pude centrarme en lo que realmente me interesaba. Me daba paz", relató el artista.

Su trabajo no estuvo exento de polémica, pero Salgado siempre defendió que su mirada buscaba mostrar la dignidad de las personas y de los pueblos que fotografiaba. "Se dice mucho en esta parte del mundo que he fotografiado la miseria, pero no, yo he retratado el lado del planeta del que procedo, donde la gente vive con dignidad y eso que lo tiene muy difícil". 

Este particular proyecto en la Amazonía le llevó a convivir y retratar a más de 200 tribus, muchas de ellas con lenguas y culturas propias, algunas nunca contactadas. "En primer lugar tenía que retratar la parte humana. Hay más de 200 tribus, con su propia lengua y cultura cada una de ellas. Solo en la parte brasileña del Amazonas hay 102 grupos que no han sido contactados nunca", contó a El Cultural.

La dimensión ética y humana de la obra de Salgado también quedó reflejada en el documental La sal de la tierra, codirigido por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, hijo del fotógrafo. Wenders, que admiraba a Salgado desde hacía años, quedó profundamente impresionado por su dedicación y su respeto hacia las personas retratadas.

"No sé de nadie que haya pasado por tantos sacrificios para ofrecer sus respetos a sus sujetos retratados como Salgado. Él convive durante tiempo con las personas que fotografía, a veces semanas y hasta meses, y regresa a los mismos lugares una y otra vez. Y en todas sus fotos puedes sentir el consentimiento entre el fotógrafo y el fotografiado", aseguró el cineasta en una entrevista a El Cultural. 

Wenders defendía que, lejos de explotar a sus sujetos, Salgado les devolvía la dignidad arrancada, y subrayaba cómo la naturaleza terminó por sanar al fotógrafo tras documentar durante años el sufrimiento humano: "La naturaleza le curó. Descubrió la belleza de este planeta, y se dio cuenta de que si miras con detenimiento puedes encontrar lugares vírgenes que siguen igual que al principio de los tiempos. Solo entonces reconsideró la posibilidad de tomar fotografías de nuevo". 

El fotógrafo brasileño fue también crítico sobre la evolución de la fotografía y la memoria social. "La fotografía es el espejo y la memoria de la sociedad. Es un bien, un objeto que podemos tocar. Es el recuerdo de nuestra infancia. Con los teléfonos móviles se ha producido un cambio, acumulamos muchas imágenes pero no son fotografías, son otra cosa, son una forma de comunicación. Estamos perdiendo nuestra memoria en medio de esa diarrea de imágenes de móvil que acaban en la basura", lamentó. 

Salgado se dedicó a la fotografía desde los 29 años, tras formarse como economista. Comenzó en las agencias Sygma y Gamma, y en 1979 se incorporó a Magnum Photos, donde permaneció hasta 1994. Ese año, junto a su esposa Leila Wanick Salgado, fundó Amazonas Images, una agencia dedicada exclusivamente a su obra.

Esta independencia le permitió abordar proyectos de largo recorrido y gran profundidad, como Trabajadores, Éxodos, Génesis y Amazonía, consolidando su reputación como uno de los grandes fotógrafos humanistas de nuestro tiempo.

Uno de sus trabajos más emblemáticos fue el reportaje realizado en 1987 sobre los 'garimpeiros', los mineros de oro que trabajan ilegalmente en Brasil. Sus imágenes, tomadas en la gigantesca mina de Serra Pelada, dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en un icono del fotoperiodismo contemporáneo.