Se escucha ladrar a Emily Dickinson, ‘Millie’, al otro lado del teléfono. La hace callar dulcemente su dueña, Ana Luísa Amaral, recién galardonada con el XXX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. “Es un encanto de perra y durante la pandemia nos hemos vuelto mucho más cómplices de lo que éramos, ya que vivo sola”, dice la autora portuguesa. Con ella paseaba cuando la llamaron desde Patrimonio Nacional el pasado lunes para comunicarle que era la ganadora. Pero la admiración de la autora portuguesa por la poeta estadounidense no se limita al nombre de su querida mascota, también fue el objeto de estudio de su tesis doctoral, la ha traducido al portugués y es, sin duda, una gran fuente de inspiración para su propia poesía. Una poesía en la que cabe todo, “porque todo está en todo”. Desde lo más insignificante a lo más trascendente, de lo cotidiano a lo metafísico, del placer estético a la denuncia de las injusticias que acontecen en nuestro mundo.

Amaral es una de las voces poéticas más importantes de Portugal y sus obras han sido traducidas y publicadas en Reino Unido, Francia, Brasil, Suecia, Holanda, Italia, Alemania, Estados Unidos y Colombia. En España, en cambio, solo han sido editadas hasta la fecha dos obras suyas: Oscuro (editorial Olifante, 2015), y What’s in a Name (Sexto Piso, 2020, premio al mejor libro de poesía del Gremio de Librerías de Madrid). Una vez más queda patente que España no presta la atención que se merece a la cultura de nuestro país vecino, una negligencia que este premio enmienda en parte. Sea como fuere, ella se siente “muy honrada, habiendo tantísimos buenos poetas en España, Portugal y América Latina”.

Pregunta. Este premio es una gran oportunidad para que su poesía sea leída por más gente. ¿Cómo le gustaría presentarse a todos los nuevos lectores que aún no conocen su poesía? ¿Cómo la describiría?

"Todo es poetizable: una cebolla, un planeta, un agujero negro, el amor, un perro, un gato, los refugiados, la injusticia del mundo..."

Respuesta. Me resulta muy difícil presentar mi poesía, pero sí puedo decir que para mí todo es poetizable: una cebolla, un planeta, un agujero negro, el amor, un perro, un gato, los refugiados, la injusticia del mundo... Todo puede caber en la poesía, porque el poema es el espacio mismo de la posibilidad. No sé si esto se da en mi obra, pero espero que sí. Creo en ello con todas mis fuerzas y toda mi pasión. La poesía es el antídoto de la barbarie y del odio. El odio solo genera odio, y esto lo estamos viendo desde hace 15 o 20 años en Europa, en las Américas, en Asia… Se está radicalizando la política con el neonazismo, el neofascismo y el neoliberalismo, y las redes sociales también. La poesía exige tiempo para leer, para pensar, de modo que puede ser un espacio para pararnos y caminar más despacio, un hogar donde se piense y se sienta de una manera más reposada, y no con esta velocidad loca con la que vivimos. Además la poesía contiene belleza, y la especie humana la necesita. Igual que una pintura o una sinfonía, la poesía no sirve para nada, no construye una casa, pero precisamente por eso es absolutamente fundamental. Es el hogar de lo simbólico, y los humanos necesitamos eso. Lo más extraordinario y maravilloso de la poesía es su capacidad para contar una historia o hablar de una emoción en cuatro o cinco versos, cuando un cuento, por ejemplo, necesita una veintena de páginas. Es el arte de la condensación.

P. What’s in a Name es una antología en la que aparecen muchos de sus temas poéticos. ¿Cree que es un buen libro para iniciarse en la lectura de su obra?

R. Sí, es un libro muy variado. Tiene poemas que riman, poemas en verso libre, más cortos, más largos... Poemas a mi hija, a mi perra, al universo, poemas que hablan de lo cotidiano y de lo abstracto. Puedo hablar de un mosquito como metáfora de la vida y del mundo, o del recuerdo infantil de aprender a montar en bicicleta, algo que forma parte de la memoria de muchos de nosotros.

El mundo condensado en un mosquito

P. Además de esos poemas sobre el acto de matar un mosquito o sobre el recuerdo de aprender a montar en bicicleta, también convierte en poesía la contemplación de una castaña, la elaboración de una tarta de pollo y la duda entre levantarse de la cama o dormir media hora más. ¿Qué hay de poético en lo sencillo? ¿Cómo hace para llegar a una reflexión profunda a partir de algo aparentemente insignificante?

R. No sé exactamente cómo lo hago. Recuerdo la historia del mosquito. Estaba en París tomando un café y escribiendo. Llegó un mosquito diminuto y se posó sobre el papel, e hice lo que el 99 % de las personas: lo aplasté. Entonces pensé: “He asesinado un mosquito” y escribí un poema. Yo creo profundamente que nosotros fuimos parte de todo. Shakespeare lo sabía cuando dijo que estamos hechos de la misma materia que los sueños y que las estrellas. Ahora sabemos que era cierto: el calcio que existe en nuestros huesos es exactamente el mismo calcio del que están hechas las estrellas. El arte siempre ha sabido esto, antes que la ciencia. Por eso para mí es muy fácil aproximar lo pequeño con aquello que llamamos lo trascendente. De niña estuve en un colegio de monjas españolas y me encantaría ser creyente como ellas. Si creyese en otra vida después de esta, no consigo entender por qué yo podría ir a ese lugar porque soy humana pero mis gatas o mi perra no. Yo todo lo veo así. Esta mesa en la que escribo está hecha de átomos que estuvieron en cuerpos, quizá incluso en cuerpos humanos.

MATAR É FÁCIL

Assassinei (tão fácil) com a unha

um pequeno mosquito

que aterrou sem licença e sem brevet

na folha de papel

Era em tom invisível,

asa sem consistência de visão

e fez, morto na folha, um rasto

em quase nada

Mas era um rasto

em resto de magia, pretexto

de poema, e ardendo a sua linfa

por um tempo menor

que o meu tempo de vida,

não deixava de ser

um tempo vivo

Abatido sem lança, nem punhal,

nem substância mortal

(um digno cianeto ou estricnina),

morreu, vítima de unha,

e regressou ao pó:

uma curta farinha triturada

Mas há-de sustentar,

tal como os seus parentes,

qualquer coisa concreta,

será, daqui a menos de anos cem,

de uma substância igual

à que alimenta tíbia de poeta,

o rosto que se amou,

a pasta do papel onde aqui estou,

o mais mínimo ponto imperturbável

de cauda de cometa


MATAR ES FÁCIL

Asesiné (tan fácil) con la uña

a un pequeño mosquito

que sin tener licencia ni permiso

aterrizó en la hoja de papel

En tono, era invisible:

ala sin consistencia de visión

y, ya muerto en la hoja, dejó un rastro

de casi nada

Pero ese rastro

en un resto de magia era pretexto

para un poema, y aunque ardió su linfa

por un tiempo menor

que el de mi vida,

no dejaba de ser

un tiempo vivo

Abatido sin lanza ni puñal,

ni sustancia mortal

(un digno cianuro o estricnina),

murió, víctima de uña,

y al polvo regresó

como una breve harina triturada

Pero ha de ser sustento,

tal como sus parientes,

de una cosa concreta,

será, dentro de menos de cien años,

de una sustancia igual

a la que nutre tibia de poeta,

el rostro que se amó

la pulpa del papel en el que estoy

el más mínimo punto imperturbable

de cola de cometa

Ana Luísa Amaral

De What's in a Name

(Sexto Piso, 2020)

P. ¿Cree que el mundo sería un lugar mejor si todos concediéramos a los pequeños hechos cotidianos la importancia que merecen?

R. Sí, no tengo duda. La guerra es precisamente lo contrario de lo cotidiano. A veces nos quejamos de que vivimos vidas monótonas: levantarse, hacer el café, trabajar, volver a casa, cenar, dormir y volver a empezar. La guerra es lo opuesto de eso, no hay rutinas, no hay orientación, es la muerte de lo cotidiano. La guerra es penosa, y no es solo la ausencia de paz en el sentido más estricto del término, porque paz es también la paz social, y la guerra es también la guerra social. Cuando una persona pierde su trabajo y no tiene cómo dar de comer a sus hijos, eso es una forma de estar en guerra. Y nosotros, los que tenemos más, y los que tienen mucho, mucho, mucho más, tenemos obligaciones unos para con los otros. Para esto deberían servir los impuestos que pagamos. Yo nunca me quejé de los impuestos porque se dedican al bien común. Además ni usted ni yo hemos elegido nacer donde nacimos. Tuvimos la suerte de no nacer en Siria o en ningún país de África.

"El arte incita dos movimientos: conmoción y locomoción. Primero nos conmueve y eso nos lleva a movernos, a hacer algo"

P. En What’s in a name también hay poemas dedicados a la crisis de refugiados en el Mediterráneo. ¿Cómo puede ayudar un poema a mejorar un problema tan grave como ese?

R. El arte incita dos movimientos: conmoción y locomoción. Primero nos conmueve y eso nos lleva a movernos, a hacer algo. A mí me ha pasado con muchísimos poemas extraordinarios que a veces me han llevado hasta las lágrimas. Eso acontece cuando el arte es verdadero.

P. ¿Para usted la poesía es una labor ética, de compromiso con la sociedad?

R. Totalmente, pero mi poesía no tiene programas. Yo no pienso “voy a escribir un poema sobre los refugiados”. Simplemente acontece. Escribo para mí misma, sin pensar en que el poema será leído por otros, pero en un segundo momento necesito compartirlo, y es allí donde el arte se convierte en comunicación. Si ocurren cosas horribles en el mundo es normal que se reflejen en el arte. La poesía no está divorciada de mundo. Para mí la estética siempre va ligada a la ética.

Tradición universal

P. ¿Por qué admira tanto a Emily Dickinson?

R. Emily Dickinson puede escribir de todo, de una escoba o de la soledad, y lo hace de una forma extremadamente concentrada. sus poemas son siempre muy cortos, y cada uno de ellos contiene un mundo. [En este punto, la perra Millie comienza a ladrar de nuevo, como si supiera que estamos hablando de ‘ella’]. Tiene un poema que dice “That Love is all there is, / Is all we know of Love” (Que el amor es todo lo que hay / es todo lo que sabemos del amor). Eso es un tratado sobre el amor en dos versos. No hay una forma mejor que esta para hablar del amor. Con William Blake pasa lo mismo: él no sabía nada de neurociencia ni de neuronas espejo, pero escribió “¿Puedo ver el dolor de otro / y no dolerme también?”. Por eso decía antes que la poesía se anticipa siempre a las teorías de la ciencia. No se sabe cómo, pero lo hace.

"Emily Dickinson puede escribir de todo, de una escoba o de la soledad. sus poemas son siempre muy cortos, y cada uno de ellos contiene un mundo"

P. Se nota que la tradición poética anglosajona es muy importante para usted.

R. Sí, pero también me gustan mucho los poetas latinoamericanos y españoles. Tengo un programa semanal en la radio pública cultural portuguesa, Antena 2, junto a Luís Caetano. Escojo un poema todas las semanas, lo traduzco y lo oímos siempre en versión original y después traducido, y lo comento. Hoy por ejemplo el que vamos a grabar es La plaza, de Vicente Aleixandre. También hemos hablado de Reinaldo Arenas, Antonio Machado, Rafael Alberti…

P. En su poesía también es muy importante, por supuesto, la tradición portuguesa. Desde Camões a Pessoa… 

R. Claro, y Sophia [de Mello], [Jorge de] Sena, Luiza Neto Jorge y tantos y tantos buenos poetas. Pero yo soy una comparatista, trabajo en poéticas comparadas desde hace muchos años, por eso es muy difícil para mí mantener fidelidades con una nacionalidad literaria. Puedo disfrutar lo mismo de June Jordan, Antero de Quental, Julia de Burgos, Gwendolyn Brooks, José Emilio Pacheco, Emma Lazarus... Hay tanta poesía tan maravillosa… Ojalá se leyese y se escuchase más, porque hay muchas voces en el mundo que piden ser escuchadas.

P. En Portugal es muy reconocida, pero en España solo tiene un par de libros traducidos. ¿No le molesta o le apena que España haga tan poco caso a la cultura portuguesa?

R. Me apena un poco, sí. Ya se habían publicado libros míos en Suecia, en Italia o en Estados Unidos, donde precisamente What’s in a Name fue publicado por New Directions, la mejor editorial norteamericana de poesía. Creo que fue por New Directions que Sexto Piso me contactó, y estoy muy contenta con el trabajo maravilloso que hicieron, al igual que con el de Olifante, que hicieron una edición preciosa de Oscuro. Pero sí, a veces el reconocimiento llega antes de lugares lejanos que de otros que están más cerca. Hay un dicho portugués que dice “santos de la casa no hacen milagros”. Portugueses y españoles somos hermanos, compartimos la península Ibérica, y a la vez somos distintos. Es algo que me deja un poco perpleja.

P. ¿Tiene la sensación de que España y Portugal viven de espaldas entre sí? La idea de un Estado ibérico es algo que algunos intelectuales portugueses destacados han defendido, como José Saramago. ¿Qué opina usted?

R. No tengo ningún problema con eso, siempre que España no intentase imponer su cultura o sus ideas a Portugal. Pero si mantenemos las lenguas propias, como ya ocurre en España con el catalán, el gallego o el euskera y tenemos política y jurídicamente los mismos derechos, no vería mal la creación de una federación ibérica. Los españoles por sí mismos ya sois muy diversos, hay mucha diferencia entre el norte y el sur, por ejemplo. En Portugal no pasa esto. Vuestro maravilloso poeta Federico García Lorca hablaba del duende, una idea que me encanta. No es el ángel ni la musa, es otra cosa, algo puramente andaluz. La diversidad es siempre buena. 

P. Como ensayista, usted ha escrito sobre temas feministas y queer. ¿Cree que vivimos una buena época para los derechos de las mujeres y la diversidad sexual? ¿Qué queda por hacer en este terreno?

R. El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos dice que la globalización tiene dos rostros: uno terrible, que conlleva más pobreza, más desigualdad, más radicalización y la tentativa de acabar con derechos que ya habíamos conquistado; y otro que conlleva una extraordinaria apertura. Por lo tanto conviven lado a lado la tentativa de cerrarnos y la tentativa de abrirnos. Me acuerdo del primer programa de televisión de Portugal en el que se hablaba de homosexualidad, hace 30 años, y quienes aparecían en él llevaban una máscara blanca. Las cosas afortunadamente cambiaron a una velocidad extraordinaria. Pero al mismo tiempo, la extrema derecha está ganando poder en Portugal. Los derechos de igualdad sexual, de género, etc., están avanzando al mismo tiempo que las fuerzas que luchan contra esos derechos también lo están haciendo. Pero yo creo en las botellas medio llenas, y que el amor genera amor. Con solidaridad podemos conseguir que el mundo se vuelva un poco más justo.

@FDQuijano