Lleva alrededor de cuatro décadas dedicándose a la música. Compositor y letrista de sus canciones, Manolo García (1955, El Poblenou) está de doble estreno. Acaba de publicar su libro más completo de poesía, El fin del principio (Aguilar). Un volumen de algo más de 100 poemas inéditos acompañados de sus propias pinturas y dibujos. Pronto también, el 3 de julio, sacará disco nuevo, el “diario de viaje” de su última gira en directo del que ya escuchamos un avance de su tema Somos levedad, como “reflexión a este tiempo de confinamiento”. “Dentro de la esperanza, angustia y euforia, dentro de el vaivén emocional que vivo -nos cuenta- están mis poemas. También mis canciones y mis cuadros. De momento me vale con refrenar un poco la angustia, porque angustiados y con miedo no hacemos nada, nos quedamos paralizados”.

De entre sus últimos trabajos, confiesa García que, no obstante, el libro le hace especial ilusión. Autor de publicaciones como Vacaciones de mí mismo, donde reunía algunas de las letras de sus canciones con ilustraciones, no es la primera vez que escribe de poesía. Ya lo hizo, en menor medida, con El fruto de la rama más alta. “Estuvo bien pero de este estoy muy contento, estoy como un niño con zapatos nuevos, con las ideas, la presentación y los dibujos que he incluido”, comparte el cantante.

Pregunta. ¿Y cómo es el “fin del principio”?

Respuesta. Pues yo creo que el planeta ha soportado estoicamente durante mucho tiempo nuestras cuitas, pecados y virtudes. Pero ahora están cambiando un poco las cosas y yo creo que una etapa se está acabando. Esa etapa que puede haber durado desde que el ser humano empezó a escribir sobre tablillas de barro o de arcilla hasta hoy. Ya en la Revolución Industrial empezamos a ver cambios muy bestias y ahora ya se ha acelerado todo. Nuestra actividad, más o menos cuestionable, ha dado como resultado que esté aumentando la temperatura del planeta. Así que hay que asumir que ha acabado una etapa, que empieza otra y que tenemos que gestionarlo lo mejor posible porque es la madre de todas las batallas. Esa es mi referencia al fin del principio. Acaba un tiempo con sus cosas estupendas y sus cosas terribles y empieza otro donde las necesidades primarias van a variar. Ahora tenemos una oportunidad de mejorar. Pero tenemos que ver cómo hacemos para que no nos carguemos con nuestras quimeras o necesidades reales o inventadas la materia prima de la vida.

"Ello, lo que fuere, llega, no llama. Estás agarrando una guitarra y estas notando ese algo que te emociona, que te evade y te hace inmune a los asedios del exterior"

P. En su poemario, El fin del principio, hay muchas referencias literarias a Borges, Faulkner, Cernuda, Mary Shelley… ¿quiénes son sus autores de cabecera, los que le inspiran, a los que le gusta volver?

R. Todos ellos los que nombro en mis poemas y otros muchos que están en mi vida, en mis días, son mis compañeros, están vivos. De Michel de Montaigne puedes leer cualquiera de sus ensayos, cualquier párrafo incluso, y es aleccionador. Borges es un alienígena. Tiene un magnetismo especial. Entras a sus páginas y estas con él. Su mundo nos seduce a muchos. Tiene esa capacidad, esa magia. Como él muchísimos. Gil de Biedma, un hombre que decidió no escribir más porque ya lo había dicho todo... También están Pedro Salinas, los poetas de la Generación del 27, Miguel Hernández... Poetas de ahora como Manuel Vilas cuando se pone estupendo con sus versos. Tiene un cachondeo, una ironía y un desparpajo, una brutalidad que quizás pueda escandalizar. Hay mucho poeta de ahora y de antes. Hay mucho músico también. Anoche vi un documental de los muchos que hay sobre Dylan y me emocioné. Joan Báez en un momento dado dice: "Este hombre tiene algo que atrapa, un carisma..". Es eso que tiene Borges, Gil de Biedma, Michel de Montaigne o Cormac McCarthy. Esos mundos que crean, reales, ficticios o imaginarios... Esa mezcla que nadie sabrá nunca y que te atrapa. Son compañeros de viaje.

P. ¿Qué diferencias encuentra entre componer poesía y componer música?

R. Es muy parecido en el sentido de que ello, lo que fuere, llega, no llama. Está ahí. Estás agarrando una guitarra o tienes las manos en el teclado de un piano y estas notando cómo algo está llegando, algo que te emociona, que te traslada, que te evade, que te hace inmune a lo que te rodea, a los asedios del exterior, al noticiario de las tres con el repunte de 800 muertos. No puedes evitarlos, pero esa mano sobre las teclas del piano, esos acordes sencillos en una guitarra o esa pluma estilográfica te libra durante unos segundos del peso de la gravedad y sus consecuencias nefastas. Te hace levitar. El arte es importantísimo. Es medicina para el espíritu. El señor ministro que hace poco decía algo así como que la cultura no es tan importante... Hombre, claro que lo primero es lo primero. No morirse es lo primero. La sanidad es importante y la enseñanza y el tema laboral que es vital para un país, pero la cultura también da de comer a mucha gente y da vida a otra mucha más. Yo lo veo en los conciertos. Cuando veo a la gente que me rodea la veo exultante y feliz. Entonces lo pienso. Esto tiene un sentido magnífico, la vida cobra sentido en este rato. Mientras el planeta tierra gire alguien seguirá emocionándose con Borges, con Shakespeare o con Cervantes

P. ¿Se define, como dice en uno de sus versos, como un excursionista mental?

R. Ser excursionista mental es magnífico. Yo lo he aprendido con el paso de los años. Viajar con la mente, viajar desde el sofá, es estupendo. En este caso, el bastón o las botas que te ayudarán en este viaje son los libros y es la música. Yo soy excursionista mental desde mi sofá. Y cuando Faulkner habla de Alabama, de un poblacho de Tennessee, tú ya estás viendo los campos, los pantanos, los aguazales, los jinetes o las mulas. Porque lo has visto ya. O en la vida o en el cine. Eso te da una posibilidad amplísima de vida mental. De excursión.

"Lo que busco siempre es que las letras de mis canciones se aguanten de pie solas. Si no lo hacen ya no les pongo música"

P. ¿Cómo ha sido la selección de sus poemas y dibujos?

R. Con mucha criba y tiempo. Las prisas son malas consejeras. En el arte también. Para tener tres cuadros buenos tienes que hacer treinta probablemente. Con las canciones pasa lo mismo. Si tienes diez, alguna castaña se te ha colado. Si tienes 50 puedes cribar e intentar que las diez finales que incluyas en tu disco sean estupendas. Para presentar los ciento y pico poemas que hay en este libro he escrito durante mucho tiempo. Pero no como una obligación, por supuesto. Es por esa necesidad, generalmente matinal con un café, de empezar a reflexionar. Busco canciones en un principio pero al final las canciones quedan en un texto. De todas formas, gran parte de la poesía actual es la música. Es el rock y el pop. Ahí tenemos a Bob Dylan. Pudo haber gente que se escandalizara con su Nobel pero unos cuantos miles o millones creímos que lo merece porque nos ha emocionado y ha dicho cosas. Los políticos de su país le han tenido en cuenta porque está hablando. Yo humildemente desde mi pequeña silla a la sombra y con una cerveza en la mano escribo para luego más tarde intentar cantar estos textos. Pero veo que quiero decir muchas más cosas de las que quiero cantar. Eso lo voy acumulando en una libretita y lo voy dejando en reposo. Y las que no las rompo. La criba ha empezado a funcionar. Y esa criba te la permite el tiempo. Si tienes prisa te aturullas. 

P. ¿Y puede pasar que algunos de esos poemas acabe siendo canción?

R. Una buena canción se compone de un texto bueno y una música con magia. Yo lo que busco siempre es que las letras de mis canciones se aguanten de pie solas. Que si les quitas la música sean correctas, digan cosas coherentes o cosas poéticas... Esa es mi prueba de fuego. Si no se aguantan solas ya no les pongo música. Con la música es igual. A veces incluso lo hacemos al revés. Los músicos tenemos cualquier sistema. A veces tenemos una melodía que no significa nada y luego tendrás que hacer un crucigrama, tendrás que empezar a meter sílabas de palabras. Puedes hacer lo que quieras pero las palabras que utilices en esa melodía que has inventado aleatoriamente tendrán que tener una carga, una fuerza, en conjunto o por sí mismas. Ahí está el Dadá o la fotografía surrealista. Tienen una fuerza, son un cañonazo. En la música pasa igual. En la música popular moderna, que para mí es la poesía de ahora, desde un rapero, hiphopero, heavy metal, pop, rock... cualquier estilo, hay bandas y hay músicos capaces de escribir poesía y cantarla. Ese es el regalo de los dioses en estos tiempos. En la Edad Media había poetas, ahora hay poetas con música. 

"Para el músico las versiones de gente con móviles, con mejor o peor intención, con un sonido infame, son un insulto. Nosotros dedicamos meses a intentar que las canciones suenen impecables"

P. Además, el próximo 3 de julio, lanza nuevo disco, un recopilatorio de su última gira, ¿es especial para usted?

R. Es especial porque yo no tenía costumbre de hacer muchos directos, más bien ninguno, a mí me gustaba caminar y crear canciones nuevas. Es una crónica de la gira del año pasado que era mi primera gira acústica. Siempre había tocado eléctrico, y eso me ha dado otro colorido, otra posibilidad de interpretar y de revisar canciones antiguas. El disco es una crónica, es un pequeño cuaderno de viaje. Pero es el tercero, en las últimas tres giras, al acabarlas, he hecho un directo. ¿Por qué me ha dado por eso ahora? ¿Ya no tengo ganas de hacer cosas nuevas? En absoluto. Pero sí que durante algunos meses me dedico a esta tarea de recopilar los conciertos de la gira que he grabado, mezclarlos y ofrecerlos al público para que tengan una calidad. Para que yo controle el sonido y no corran por ahí versiones de gente con móviles, con mejor o peor intención, grabando con ruidos, con un sonido infame... Para el músico eso es un insulto. Nosotros que nos dedicamos meses, días, miles de horas de nuestra vida a intentar que las canciones suenen impecables, bonitas, con brillo, con bajos, graves, agudos... y oír cómo ahora mismo se oyen esas canciones de cualquier manera... Yo intento que mis discos suenen bien para el que los quiera, los compre, los baje, los piratee, ya me da un poco igual, ya ni me quejo, simplemente quiero que el que lo oiga aprecie cómo suena, cómo le llega la canción. Ese es el intento. Que quede una crónica digna de una gira que pasó, que no volverá y que fue bonita.

P. ¿Cómo ve el panorama musical actual?

R. La verdad es que no estoy muy al tanto ya. Nos suele pasar ya a los veteranos. Lo confieso. Pero bueno yo me decantaría evidentemente por la música indie que en principio es más libre en cuanto a creación. En teoría viene de unos valles de libertad, de una pretensión mucho más suelta. Los productos a veces de las compañías tienen una finalidad únicamente cremastítica. Mientras que a las bandas alternativas se les presupone una pretensión artística importante. Luego también tienen que ganarse la vida. A día de hoy hay una eclosión, hay una cantidad enorme de gente joven haciendo música. A mayor cantidad, mayor posibilidad de buenas bandas. La cantera no se va a agotar nunca porque es inherente al ser humano. Somos creativos. Hemos inventado el botijo, la llave inglesa, la rueda... En la música igual. Camarón ya no está pero aparecerá un día un nuevo Camarón diferente, no tendrá nada que ver, pero emocionará igual. ¿En la música actual? Claro que hay cosas. Yo pido disculpas pero estoy agarrado a mis clásicos: Radiohead, Green Day, Lez Zeppelin; mis grupos fetiches como Police, Pretenders, The Clash…. Y yo sigo agarrado ahí. Yo pido perdón. Soy una persona ya lejos de las leyes de los hombres y de sus actualidades.

"Ese es el futuro de la música y la cultura: la lucha. ¿Qué necesitamos? Vivir. La gente joven está un poco desangelada porque no ve futuro. Eso es terrible. Eso no puede suceder"

P. Hace cuarenta años que vive de la música, ¿qué ve cuando mira hacia atrás?

R. Veo mucha ilusión. Veo a un colectivo de músicos exultantes en este país. Eran los años 70 u 80, una apertura en un tiempo con unos colores grises, grises, feotes por una situación política, social, económica... De repente, empiezo a ver a final de los 70. Ahí ya tengo yo una edad en la que me doy cuenta de las cosas y ya estoy en activo, ya estoy pedaleando por ahí. A finales de los 70, 80 y 90, veo entusiasmo, creatividad e incluso una necesidad real del cuerpo político de la clase artística. Les necesitan para normalizar el país, para mostrarle a Europa que España es un país normal y que va hacia adelante. Dentro de la farsa y la pantomima hay una parte positiva que es que la población se siente más libre. Es un tiempo laboralmente bueno en general. Hay apertura. Ahora ha cambiado. Ese tiempo pasado lo veo como exultante, lo veo como magnífico, pero no fue mejor. No es que todo lo de antes fuera mejor.

P. ¿Y cómo estamos ahora?

R. Ahora hay cosas magníficas. Pero entiendo que ahora la gente joven tiene otros frentes y tiene que meterse en harina, tiene que luchar por sus derechos y por su futuro. El futuro es suyo, es de la gente joven. Hemos de luchar todos por una justicia social, por unas medidas justas a cambio de lo que aportamos, que es toda nuestra vida, todo nuestro trabajo y nuestros impuestos. Entonces que haya médicos, que haya enfermeros. ¿Si hacen falta 100 médicos por qué solo hay 20 y esos 20 se matan a trabajar? Mientras unos señores políticos van con unos cochazos, sus guardaspaldas y unas dietas... hombre seamos todos compañeros de viaje, ajustemos un poquito, seamos humanitarios. Ese es el futuro de la música y la cultura: la lucha, obviamente pacífica. Esa gestión de la necesidad. ¿Qué necesitamos? Vivir. No esa angustia. La gente joven está un poco desangelada porque no ve futuro. Eso es terrible. Eso no puede suceder. Hay que cambiar esa situación. Y los primeros que tienen que empezar a hacerlo son ellos. Y evidentemente el político de turno debería pedir disculpas o explicarse y arreglarlo. No mirar para otro lado y emplear el tiempo en pelearse o insultarse en el parlamento. Esos bochornos hay que alejarlos de nuestras vidas. 

@mailouti