“En realidad, como ve, no se trata de un volumen de ensayos unitarios” explica Vivian Gornick (Nueva York, 1935), “sino de una recopilación de piezas literarias, autobiográficas, escritas a lo largo de los años pero reunidas ahora como una serie de ensayos personales. La palabra personal es crucial aquí. No me di cuenta de que estaba escribiendo ensayos personales hasta que recopilé estas piezas y descubrí que juntas daban una entidad diferente al libro”

Pregunta. En uno de los ensayos de Mirarse de frente, “Los Catskills en el recuerdo”, evoca con humor los años en los que, siendo universitaria y durante sus vacaciones, trabajó en varios hoteles de los llamados Alpes judíos. ¿Qué queda de la joven camarera que fue en la Gornick actual? ¿Cómo, cuánto ha cambiado?

Respuesta. He cambiado profundamente. Creo que soy mucho más valiente y sobre todo, muchísimo más honesta emocionalmente de lo que era esa joven camarera que también fui.

P. ¿De verdad cree, como afirma en este libro, que el trabajo es, o debe ser, más importante que el amor?

R. Desde luego. Como explico aquí, uno de los descubrimientos decisivos de mi vida fue comprender el poder del trabajo para controlar plenamente mi propia vida y mi propio pensamiento sin interferencias ajenas, por agotador o inquietante que me pudiera resultar a veces. Realmente creo que construir una vida alrededor del trabajo en lugar de en torno al amor es la decisión más sabia y la más necesaria para una mujer. Y tampoco creo que haya una sola feminista en el mundo que no esté plenamente de acuerdo conmigo en este punto.

La misma batalla cuesta arriba

P. Eso nos lleva a una de las claves de Mirarse de frente: la transformación de la lucha feminista en estas décadas. ¿Cómo ha cambiado el feminismo a lo largo de todos estos años y cuáles son los principales problemas y desafíos a los que las mujeres de todo el mundo deben enfrentar todavía?

R. En realidad, el feminismo verdadero solo ha cambiado aparentemente, en el sentido de que cada generación sucesiva de feministas debe enfrentarse a un mundo diferente con el que lidiar, con desafíos distintos y circunstancias cambiantes, pero los verdaderos problemas de fondo nunca cambian en realidad, siempre siguen siendo los mismos. Sí, a pesar de las décadas, de los siglos de lucha, aún tenemos mucho que conquistar para alcanzar la igualdad real y plena en el ámbito social, legal, político y cultural. Pasan los siglos pero la mujer sigue enfrentándose a la misma batalla cuesta arriba de siempre.

"Cada generación de feministas se enfrenta a un mundo diferente, con desafíos distintos pero el mismo problema de fondo: la desigualdad social, política y cultural"

P. ¿Qué opina del movimiento #MeToo? ¿Cree que todas las denuncias han solucionado algo de verdad?

R. El movimiento #MeToo es en realidad el compromiso de la generación feminista actual con esos problemas ancestrales que antes mencionaba al hablar de los derechos de las mujeres con los que mi generación se involucró profundamente hace cuarenta años, y con todos los que conquistaron las mujeres que nos precedieron y que dieron lugar a la Nueva Revolución. Más allá de las acusaciones y las trivializaciones, lo que el #Metoo significa realmente es que el problema del acoso, de la violencia contra las mujeres, del abuso, no se acaba hasta que se acaba de verdad, y los culpables son castigados. Y no importa el tiempo que sea necesario, ni si no se denunció en su momento: si pasó el culpable debe pagar, y los cómplices silenciosos, también.

P. En su libro más famoso, el autobiográfico Apegos feroces, escribió que su madre dominaba el arte de convertir el cotilleo en conocimiento. ¿Qué importancia real le da usted a los rumores en estos tiempos de chismes interesados, medias verdades y fake news?

R. Generalmente se considera que el chisme es un intercambio de información que resulta superficial y mezquino. Pero en el caso de mi madre, cuando curioseaba sobre los vecinos, cuando comentaba sus conflictos y dificultades, y se preocupaba por sus alegrías y esperanzas, realmente estaba tratando de indagar, es decir, de comprender de verdad el significado de las vidas que se tejían a su alrededor y que condicionaban la vida íntima de todo el barrio.

P. Por otra parte, en La mujer singular y la ciudad reflexionaba sobre cómo la amistad incitaba a ofrecer al otro nuestro mejor ser. ¿Qué relación podría existir entre la escritura y esa exhibición a veces exagerada de nuestro mejor ser?

R.  En realidad, lo que dije fue que hace cien años la definición de una amistad era la de una relación en la que un amigo le presentaba una versión perfeccionada de sí mismo a su amigo, es decir, le mostraba lo mejor de sí, le regalaba su generosidad, su altruismo, su sentido del humor. Hoy es todo lo contrario: nos encanta presentarnos a nosotros mismos como seres enojados, infelices, decepcionados, entre nosotros. ¿Qué quiere? Se trata de una evolución de las relaciones humanas que encuentro profundamente inquietante.

Precisamente a las relaciones humanas están dedicados dos de los ensayos más divertidos y paradójicamente, más tristes, de Mirarse de frente: el dedicado a Rhoda Munk, una feminista que fue su amiga y mentora pero que la decepcionó profundamente y, sobre todo, "En la universidad. Pequeños crímenes contra el alma", en el que da cuenta, implacable, de las mezquindades, chismorreos y rencillas con las que debió convivir cuando trabajó como profesora invitada en distintas instituciones académicas. En el libro recuerda cómo en una de ellas, Stirling, acabaron deteniendo a un profesor de historia por pincharle las ruedas del coche a otro colega.

"Se habían peleado sobre criterios de evaluación hacia quince años y llevaban desde entonces sin hablarse". En la Universidad de Farwest, en cambio, todo bullía "de ambición e inquietud", pero al cabo de un tiempo, lo que ella intuía como una vida intelectual prometedora se convirtió en aburrimiento y evasivas. Su conclusión de aquella experiencia, en la que cada día y cada noche se repetían inexorablemente, es terrible: sola en su habitación, y soñando con Nueva York, "el silencio se vuelve un vacío. Nadie puede vivir realmente con un vacío así. La presión es terrible, insoportable, de hecho no se debe consentir. O te parte el alma o te vuelve inmune. Volverse inmune es dejarse llevar por el desconsuelo".

P. Para terminar, ¿qué está leyendo (o releyendo) ahora?

R. Ahora mismo estoy leyendo una biografía sobre Mary Wollstonecraft, la gran activista radical inglesa del siglo XVIII, que escribió Vindicación de los derechos de la mujer (1792). Una mujer asombrosa de la que a menudo se recuerda que fue la madre de Mary Shelley, y no su audacia ni hasta qué punto fue una verdadera adelantada a su tiempo.

@nmazancot