Svetlana Aleksiévich, nacida en Ucrania en 1948, no soporta el aire acondicionado y ama el sol. Por su gran sensibilidad ante las temperaturas bajas no parece que haya nacido en el este de Europa, donde el frío es el pan de cada día. Sin embargo, allí ha vivido toda su vida y allí han ocurrido todos los grandes acontecimientos soviéticos que narra en su obra, siempre basada en horrores en los que ella encuentra belleza "porque, si no, la vida sería insoportable".

Está en Córdoba para participar en el Festival Internacional de Poesía Cosmopoética, que cumple dieciséis años. Accedió a venir como invitada porque, según asegura, le "sedujo el nombre de Cosmopoética, pensé que estas personas debían sentir lo mismo que yo". Lo hace como una de las figuras más importantes de la literatura actual, ya que ha ganado el Premio Nobel en 2015 con Voces de Chernóbil, libro en el que se basa la bien acogida miniserie de Chernóbil. Pero también es autora de otras obras como La guerra no tiene rostro de mujer, Los muchachos del zinc o El fin del 'homo sovieticus'.

Toda su producción tiene como objetivo dar voz a aquellas personas que no la tienen y contar, a través de sus historias, los grandes acontecimientos ocurridos en el seno de la Unión Soviética. "Es al hombre pequeño al que quiero escuchar porque nadie lo había hecho antes. Esas personas han sido el material de la historia, la arena", confiesa Aleksiévich. Y, sin embargo, ella es una de esas voces que tienen que ser escuchadas (o leídas) en algún momento de la vida.

Pregunta. ¿Qué hace una premio Nobel en su vida diaria?

Respuesta. Lo que todo el mundo. Depende del estado del humor, de lo que haya que hacer, de casualidades, de todo... Es un día como de una persona cualquiera. Yo no me incluyo entre los que dicen: "ni un sólo día sin escribir". Creo que primero hay que vivir y luego, escribir.

P. Precisamente con eso de vivir y luego escribir, ¿cómo consigue que sus fuentes le cuenten cosas tan íntimas?

R. Muchas veces me dicen: "¿qué lista de preguntas tienes?". Pero yo no trabajo así. Simplemente hablo con la persona sobre la vida. Todo el mundo tiene algún secreto y ganas de compartir. Están buscando a una persona con la que hablar que sea seria e interesante. Entonces, tú misma tienes que ser una persona interesante para conseguir el objetivo.

P. Hasta que se convirtió en alguien interesante, ¿cómo fueron esos inicios?

R. Crecí en un pueblo. Mis padres eran profesores y siempre me ha gustado escuchar a la gente en la calle. Lo que se decía allí era mucho más interesante que cientos de libros que tenía en casa. Mi abuela bielorrusa murió participando en la guerra de guerrillas y mi abuela ucraniana vivió mucho tiempo y siempre me resultaba muy interesante escucharla. Me gusta mucho la voz humana, la mímica y cómo se mueven las personas. La propia vida.

P. Cuando le concedieron el Premio Nobel, ¿se sintió reconfortada por el trabajo que había hecho o sintió que no lo merecía?

R. La verdad es que nunca lo había pensado en este sentido. Lo único es que me dio mucha pena que mis padres ya no viviesen, que mi madre no pudiera verlo y sentir esta alegría junto a ella.

P. ¿Haber dado voz a muchas mujeres en sus libros hace que se sienta líder feminista?

R. No sé si me siento como una líder, pero feminista sí que soy. Me alegra mucho ir a sitios y que las mujeres periodistas digan, de alguna forma, que les estoy sirviendo de ejemplo.

P. ¿Y usted a quién tiene como referente?

R. Si hablamos de la literatura, Dostoievski.

P. ¿Y si no hablamos de la literatura?

R. Desde que era joven mi principio siempre ha sido aprender de personas fuertes e interesantes.

P. Su próximo trabaja tratará el amor, pero hasta ahora sólo ha contado horrores y guerras, ¿qué le ha hecho cambiar?

R. Inicialmente tenía la idea de escribir sobre la utopía soviética. La utopía, en el centro de la cual está el estado autoritario, ha tenido acontecimientos importantes que han sido dramáticos: varias guerras, Chernóbil, la desintegración del propio estado... Hablar de otra guerra más ya no tiene sentido, sería la repetición de lo mismo. El género en el que yo trabajo sólo funciona en espacios épicos: un acontecimiento grande, un número de personas grande... Luego, está lo que me interesa a mí personalmente. Yo siempre trabajo con temas que quiero comprender. ¿Y qué ocupa un lugar importante en la vida humana? El amor y la muerte. Ahora mismo estas cosas son las que más me interesan. Y creo que ha coincidido con mi interés personal en este momento de saber qué es la vida humana y qué es el momento de partir. Hoy en día las personas están dispuestas a hablar conmigo de ello. Por ejemplo, si ahora me pongo a hacerle preguntas me contaría algo interesante.

P. Después cambiamos los roles, entonces.

R. Perfecto. (Risas)

P. ¿Y ya tiene título la nueva obra?

R. La eterna caza del maravilloso ciervo, una cita de un escritor de la Revolución Rusa.

P. Volviendo a las temáticas más crudas, al haber tratado temas tan críticos con los territorios que antes eran la antigua URSS, ¿no siente un poco de miedo por las represalias?

R. Me vi obligada a vivir fuera del país durante más de 10 años. Incluso hoy en día sigo teniendo relaciones complicadas con Putin y Lukashenko. Pero yo me he criado en una cultura donde el conflicto del artista con el poder es algo habitual y estamos acostumbrados a ello. Entra dentro de los riesgos de mi profesión.

P. ¿Cree que en un futuro podrá escribir sobre algo tan controvertido como es la situación de emergencia climática?

R. Yo no escribo sobre temas tan puramente periodísticos. Sobre esto se puede hacer un artículo, pero yo me baso en la vida, las conversaciones, el mundo de los sentimientos de una persona...

P. Quizá dentro de ese mundo de sentimientos esté Greta Thunberg...

R. Esta niña ha empezado una acción muy importante y está haciendo algo muy grande, pero los que están a su alrededor deberían pensar un poco más en su salud. He comprobado que la vida pública requiere de una salud muy sólida. De cualquier modo, ella ya se quedará en la historia porque ha hecho mucho.

P. Imagínese que viviera en el 2100, ¿sobre qué escribiría la Svetlana Aleksiévich de ese futuro hipotético?

R. No tiene sentido pensar en el futuro. Incluso de 20 o 30 años no tendremos ni idea de lo que ocurrirá porque todos los pronósticos están fallando por completo. Ni siquiera podemos presentir lo que va a pasar.

P. ¿A qué cree que es debido ese éxito que está teniendo la serie de Chernóbil?

R. Es una buena pregunta. Creo que es un indicador de que está surgiendo una nueva conciencia ecológica. La gente está preparada para esta conversación, sobre todo los jóvenes. Ya podemos ver que la historia futura será la ecológica y no la geopolítica. En lugar de refugiados políticos, tendremos una cantidad brutal de refugiados climáticos y el mundo cambiará mucho.

P. Después de que hayan pasado unos años de haber publicado Voces de Chernóbil, ¿cambiaría algo?

R. Creo que añadiría cosas que en aquel momento no sabía o no comprendía. Algunas que he conocido de otra manera con mis propias observaciones, porque vivo en una zona que sigue afectada por el desastre nuclear. Chernóbil para nosotros no es un acontecimiento, es nuestra vida diaria. Como dice la gente allí: somos 'cajas negras', estamos haciendo la grabación de un evento.

P. Para terminar ¿qué libro recomendaría a esas nuevas generaciones?

R. Toda la obra de Dostoievski, llevo toda la vida leyéndola y releyéndola.

@macumota