La compañía encabezada por Victoria Vera y Manuel de Blas fue el detonante. Jaime Chávarri (Madrid, 1943) aprovechó la baja del primer director para ofrecerse a montar la Salomé de Oscar Wilde, que llega este jueves, 3, a las tablas del Teatro Fernán Gómez de Madrid. "Siempre me ha parecido una de las obras más difíciles y más atractivas del teatro y de inmediato me presenté candidato a dirigirla", explica sin ocultar el entusiasmo de la ocasión encontrada. Para el director de películas como El desencanto y Las bicicletas son para el verano hacer Salomé significa cumplir un sueño. Siempre que veía alguna versión pensaba que no era así, que había que hacerla de otra manera. "Salomé se suele convertir en una especie de oratorio. Es un texto muy difícil, muy lírico y acaba siempre como algo solemne. Mi idea es muy distinta". Es el momento de levantar el telón y descubrir a la sutil, compleja y seductora Salomé de Jaime Chávarri.

Pregunta- ¿Cómo definiría al personaje recreado por Oscar Wilde?

Respuesta- Oscar Wilde cogió un personaje de la Biblia y lo convirtió en uno de los arquetipos de mujer fatal más importantes del teatro. Salomé es por un lado la belleza, por otro lado cierta maldad, un cierto sadismo. También es el descubrimiento del amor, de su importancia, pero sin ningún tono de moralismo pequeño-burgués. Salomé ilustra muy bien lo que Wilde decía sobre el hecho de matar lo que más amamos. Ella mata a Yokanán, pero nunca se arrepiente de ello. Lo que siente es que él no la haya amado. Es una obra muy precristiana, cargada de paganismo y un sentido muy decadente de la vida. En la obra se anuncia que va a venir algo nuevo, que es el cristianismo, pero todavía no ha llegado. Estamos en el momento previo a una moral nueva de sobriedad.

P- ¿Se ha salido de la línea marcada por el escritor irlandés?

R- No, he sido muy fiel. He cambiado algunas cosas de la dramaturgia del autor, sobre todo geográficamente. La escena no está situada en una fiesta, sino en dos términos, arriba y abajo. La clase alta está arriba y la clase baja está abajo y ese es un concepto que estaba mucho menos presente en Oscar Wilde. A mí me gusta porque acentúa los conceptos sobre el poder. Salomé es una obra de poder absoluto.

P- Ha tomado la danza de los Siete Velos de Richard Strauss...

R- Sí, solamente esa parte porque una ópera es una ópera y el teatro es teatro.

P- ¿Qué tal la química de Victoria Vera y la coreografía de Ricardo Cué?

R- Extraordinaria. No sabía que Victoria Vera llevara bailando toda la vida. Lo ha asimilado y lo hace con un encanto y una magia fantástica. Creo que es una de las sorpresas del montaje.

P- ¿Cómo ayuda la escenografía a crear el clima que buscaba?

R- La escenografía de David Fernández es totalmente negra, muy sobria, con algunos toques rojos, como la celda de Yokanán. No tiene un protagonismo especial. Sí tiene términos y estructuras, pero no resulta decorativa.

Victoria Vera en un ensayo de 'Salomé'. Foto: Jaime Villanueva

P- ¿Qué nos grita Salomé en la época actual?

R- El propio autor nos hace una reflexión sobre una época pasada, pero tiene una cosa maravillosa, que Salomé es un pastiche de muchas cosas maravillosas, y digo pastiche en el sentido más positivo. Es lo que yo he hecho casi toda mi vida. Es una mezcla de tragedia griega, de melodrama, de comedia de época, pero por otro lado hay reflexiones que siguen siendo muy provocativas. Como la absoluta falta de sentido de la moral. Lo que pretendía Wilde era la destrucción o la burla de la moral burguesa convencional y oponer a eso la fuerza del amor viniera de donde viniera. Era algo que a él le afectaba personalmente y quería dejarlo claro.

P- ¿Qué pesa más en estos momentos para usted, el cine o el teatro?

R- En este momento el teatro. Hace muchos años ya. En teatro, que es mucho más barato que el cine, siempre puedes hacer cosas con mayor libertad. El cine que se hace ahora no me interesa mucho. Estamos subordinados a los gustos de la televisión y me cuesta ponerme al tanto de lo que se hace. El cine tiene unas necesidades de realismo que el teatro no tiene. En cine si dices que estás en la catedral de Burgos tienes que poner la catedral de Burgos, en teatro pones una persona arrodillada y una luz y ya estás en la catedral de Burgos. Llega un momento que me gusta quitarme cosas de encima e ir a lo esencial. En teatro puedes hacerlo más tiempo y con más detalle.

P- ¿Qué tiene de cinematográfico esta Salomé?

R- Muy poco. De hecho todas las versiones que se han hecho en cine han resultado totalmente teatrales y creo que sería un error darle un sentido cinematográfico a la puesta en escena. Yo creo que Salomé es teatro, teatro de una época muy determinada, con un lenguaje muy lírico, muy poético, muy determinado. En ningún momento he intentado hacer una transposición cinematográfica. Cuando se ha hecho en cine, se ha hecho una especie de melodrama de aventuras, y cuando se ha intentado reflejar en cine el texto de la obra ha sido siempre un fracaso.

P- ¿Cree que ha habido una "resurrección" de El desencanto? Parece que en los últimos años ha recobrado una nueva vida...

R- Ha habido varias resurrecciones de El desencanto, lo cual es algo que siempre me sorprende muchísimo. Que una película cobre nueva vida después de 40 años, con lo que se olvida el cine, es algo que está muy bien.