Image: Marcos-Ricardo Barnatán

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El Cultural

Marcos-Ricardo Barnatán

"Soy el mismo que hace cincuenta años, pero con otra máscara"

17 junio, 2015 02:00

Marcos-Ricardo Barnatán

El escritor reúne sus últimos relatos en Errante la sombra (El Desvelo Ediciones)

Marcos Ricardo Barnatán reúne en Errante la sombra (El Desvelo Ediciones) algunas de sus narraciones de la última década, todas escritas después de que Seix Barral editara, hace quince años, su narrativa breve completa en La república de Mónaco. Poeta, ensayista y narrador -y biógrafo de Borges-, Barnatán vuelve en estos cuentos a algunos de sus temas habituales, a medias entre la literatura libresca y la autobiografía. El libro está dividido en dos partes; en la primera predominan los cuentos más literarios (una evocación de Thomas de Quincey, una carta alternativa a la célebre Carta al padre, de Kafka) y en la segunda, a la que da paso una fotografía familiar de un Barnatán niño junto a sus abuelos, la literatura de la memoria. El escritor atiende a El Cultural por teléfono desde su casa de Madrid.

Pregunta.- El título, Errante la sombra, es un verso de Alfredo Le Pera. No hay ningún cuento titulado así... ¿tiene algún motivo?
Respuesta.- No es la primera vez que utilizo un verso de ese mismo tango para titular una obra; mi última novela se titulaba Con la frente marchita y en esa misma canción cantada por Gardel aparece este verso, que siempre me gustó mucho. Siempre pensé que era un buen título para un libro. Ahora, las interpretaciones pueden ser múltiples.

P.- El género del cuento parece atravesar un buen momento. Se editan más, hay alguna editorial dedicada en exclusiva al relato... ¿a qué cree que se debe?
R.- Ahora está cambiando esto, sí. Pero en España ha habido una carencia en el cultivo del relato, cosa que no ha ocurrido en Latinoamérica. Sin ir más lejos los dos grandes escritores argentinos, ambos en mi tradición, Borges y Cortázar, destacaron precisamente por sus cuentos. Es algo muy generalizado en América Latina. En España ha habido un prejuicio contra el cuento, incluso en el mundo editorial, que, afortunadamente, parece que ya está salvado.

P.- Ha practicado varios géneros, sobre todo poesía, pero toda su obra está atravesada por el relato corto...
R.- Yo siempre he visto el cuento como una zona intermedia entre la poesía y la novela, pero creo que el cuento está mucho más cerca del poema que de la novela. Es una especie de tierra de nadie entre los dos géneros.

P.- ¿Se siente más cómodo en algún género en especial?
R.- Yo creo que uno es lo que es en el principio. Y yo, desde hace muchos años, me siento poeta por encima de todo. Durante mucho tiempo y desde muy joven me gustaba ir haciendo un libro de poemas y, paralelamente, uno de narrativa.

P.- Publicó su primer libro con 17 años, hace más de 50 años; si echa la vista atrás, ¿qué ve en aquel joven escritor?
R.- Eso es como cuando abres un álbum y ves viejas fotografías y casi no te reconoces. El tiempo pasa y las personas van cambiando, aunque quizás en lo esencial no cambien. Pero cambian las apariencias, las máscaras. Soy el mismo que escribía hace cincuenta años, pero con otra máscara.

P.- ¿Cómo afronta la tarea de escribir un cuento? ¿Es de los que escribe rápido y corrige lento?
R.- Depende. Hay algunos que los escribo en una noche, pero porque los he pensado durante mucho tiempo. Y otras veces los pienso y se quedan ahí, varados, y hay que darles un empujón. Después de escribir el último cuento de este libro solo he comenzado a escribir otro relato, y creo que tengo cuatro líneas. Es curioso porque la primera línea se me ocurrió oyendo un concierto de mi hijo. Fue de pronto, oyendo la música, cuando supe cómo comenzar un cuento que ya llevaba pensando mucho tiempo.

P.- Ha escrito crítica durante años, pero he leído en alguna entrevista que decía que lo hacía un poco para ganarse la vida... ¿que el escritor tenga que desempeñarse en trabajos aledaños a la literatura es un signo inevitable de los tiempos?
R.- Yo creo que siempre el escritor tuvo muy difícil ganarse la vida con su literatura salvo excepciones contadísimas y casi todas muy contemporáneas. El éxito comercial es algo muy nuevo en la literatura. Borges se ganaba la vida como bibliotecario, conferenciante, profesor. Nunca vivió de sus libros. Cortázar fue un gran traductor y vivía de eso. Esto ocurre siempre, salvo que hayas heredado unas rentas, como Proust.

P.- ¿Le interesan los escritores jóvenes? ¿Algún nombre?
R.- Estoy atento dentro de lo que puedo, teniendo en cuenta la gran producción que hay. Me interesan bastante, de los que he leído últimamente, Patricio Pron, como novelista, y Eduardo Halfon, que es sobre todo cuentista.

P.- ¿Qué fue lo que le empujó a abandonar su país e instalarse en España?
R.- Yo llegué al puerto de Barcelona en enero de 1965, hace cincuenta años, y me trajeron mis padres, que decidieron dejar Buenos Aires. Y aquí nos quedamos mi hermano y yo. Mis padres se fueron a vivir a Inglaterra y luego a Nueva York. Mi hermano y yo nos quedamos porque estábamos estudiando. Y aquí nos casamos y aquí hemos tenido nuestros hijos y este es nuestro país, aunque tengamos siempre la nostalgia de la ciudad perdida de Buenos Aires.

P.- Desciende de judíos sefarditas, y la cultura judía está muy presente en su obra...
R.- Sí, yo tengo tres abuelos sefarditas, dos nacidos en Jerusalén y otro, mi abuelo Marcos, que es el que aparece en la foto del libro, nacido en Alepo. Éste llegó a la Argentina a finales del siglo XIX. Y tengo a mi abuela materna, que era rusa, y aporta también otra cultura distinta a la sefardita. Por todo esto a mí me han intrigado mucho, y me han fascinado siempre, los problemas de identidad.

@albertogordom