Daniel Guzmán. Foto: Javi Martínez

El actor ha sido el gran triunfador del Festival de Málaga con su primera película como director, A cambio de nada

Simpático y vacilón, Daniel Guzmán (Madrid, 1973) hace honor a su barrio de Madrid, Aluche, con su propia persona así como con su primera película, A cambio de nada, gran triunfadora en el último Festival de Málaga y la sensación del momento en el cine español (dice Guzmán con guasa que "tan arriba no mola estar porque no tienes cobertura"). Con claros tintes autobiográficos, Guzmán construye un bello filme sobre la adolescencia y la amistad fijándose en la peripecia de un chaval (el debutante Miguel Herrán) que, angustiado por el divorcio de sus padres, se escapa de casa para topar con un señor mayor (Antonio Bachiller, también premiado en Málaga como actor secundario) un tanto turbio y una venerable anciana con tintes fantásticos a la que da vida la propia abuela del director. Un filme poético sobre una etapa de la vida en la que todo es posible sobre las dificultades y sobre todo las esperanzas de una edad clave.



Pregunta.- ¿Cómo se siente tan premiado después de once años tratando de hacer la película?

Respuesta.- Ha costado tantísimo levantarlo que este respaldo que se produce desde varios sectores (crítica, público, industria...) con todo lo que te llevas a tus espaldas te deja descolocado. Después del éxito en Málaga es tal la ilusión que incluso puede bloquearte.



P.- ¿Cómo se aguanta el tipo tanto tiempo con el mismo proyecto?

R.- Hacer cine es una locura que se convierte en un objetivo vital. Hay un momento en el que no puedes dar marcha atrás, ni personal ni profesionalmente y lo que es un fracaso es no hacerlo, no conseguir mostrarlo. Esto es como un salta de vallas y después de la caída lo único que podías hacer era volverte a levantar porque ya había demasiado invertido.



P.- ¿Y ha cambiado mucho desde entonces?

R.- En lo esencial no. Ha ido modificándose y perfeccionándose porque está ese perfeccionismo insensato. Me ha costado mucho la financiación pero la historia siempre ha sido la misma.



P.- ¿Cuánto hay de autobiográfico en el filme?

R.- Luismi (nombre del amigo del protagonista en el filme) es mi mejor amigo y la historia familiar tiene muchos puntos en común. El barrio también es el mismo y los decorados son reales para que tuviera esa veracidad absoluta y plena. En la primera película tienes que hablar de algo que te afecte las entrañas, no es un homenaje a mí mismo pero mis experiencias me están sirviendo para contar historias creíbles. Cuando pones tu vida al servicio de la película creo que el espectador lo agradece. Tenía muchas cosas pendientes conmigo mismo y mi vida, y compartir estas historias me sirve para entender, para poder avanzar algo en este mundo que nos rodea.



P.- En el filme hay una constante reflexión sobre el concepto de amistad.

R.- Es una historia de amistad y la amistad se basa en la lealtad, es lo que da sentido a mi vida. Hay esa expresión que se utiliza en la película, "tiene código", y todos soñamos con poder caminar junto a alguien. Todos deseamos ese mejor amigo indestructible. Aunque en ese viaje iniciático uno tiene decepciones y sorpresas gratas. La adolescencia es una época de descubrir y aprender.



P.- Hay un gran trabajo con el lenguaje. Son y hablan de una manera muy castiza.

R.- Solo a través de la concreción puedes contar historias universales. Las historias tienen que estar ancladas en un lugar concreto para que te las creas, cuando ves una película china o danesa aprendes mucho sobre su cultura y al mismo tiempo hay algo en esas historias que es universal. Todo se basa en la credibilidad y ese lenguaje de barrio es lo que da esa autenticidad.



P.- La juventud de los protagonistas marca profundamente la historia.

R.- La adolescencia es esa edad en la que no eres un niño ni tampoco eres un hombre en la que buscas autonomía. Es un momento en el que te estás descubriendo a ti mismo, donde todo es posible y hay mucha libertad, por eso hay tanta gente que se queda anclada en ese momento y de ahí viene el complejo de Peter Pan. Es una etapa muy mágica de la vida, es todo muy radical, o estás muy feliz o estás muy jodido.



P.- ¿Cómo introduce esos elementos más surrealistas en una trama tan realista?

R.- Es raro porque hay humor y hay drama y hay algo de ese realismo mágico. Esos toques surrealistas son como reacciones a esa propia realidad. También es un filme autoral y muy personal pero que quiere ser muy accesible, últimamente hay muchas etiquetas que separan al cine de autor del comercial pero esta es una película muy personal sin etiquetas, puedes conectar o no conectar.



P.- Como actor que ha sido toda la vida, ¿qué tal ha sido trabajar con actores tan jóvenes?

R.- Es una relación muy satisfactoria y muy gratificante. Me sentía un poco como Pep Guardiola que antes que entrenador fue jugador y sabe que hay que tratar con respeto y cariño. Ese conocimiento de cómo me gusta ser tratado como actor ha sido mi guía. Sin actores no hay película, ya puedes tener un buen guion o una buena factura, pero lo fundamental son los actores. Hubo mucho tiempo de ensayos y al ser inexpertos tenías que entrar en su mundo, eso hace mucho más rico la historia.