Los Amanecistas, nombre por el que se conoce a los fieles de Amanece, que no es poco, están de enhorabuena. La editorial Pepitas de Calabaza, tras publicar el año pasado el guion de la película, edita ahora un libro hermano del anterior. Y en este caso, hermano mayor pues son los guiones de los primeros cinco capítulos de la serie Amanece, que no es poco, proyecto previo y truncado en el que ya se encontraba el magma que dio lugar a la película. Hablamos con José Luis Cuerda (Albacete, 1947), que presenta el libro esta martes a las 19.30 en la Sala El Sol, sobre su obra de culto, el humor en el cine español y sobre guiones olvidados que reaparecen de manera inesperada tras una mudanza.

Pregunta.- Parece que Amanece, que no es poco, cuando ya han trascurrido 25 años de su estreno, sigue siendo una fuente de culto inagotable. ¿Qué le parece el interés que suscita todavía la película?

Respuesta.- Me produce extrañeza porque, que yo tenga noticia, no se ha dado caso igual. A lo largo de los años se han ido incorporando nuevas generaciones al disfrute de la película. Creo que Amanece, que no es poco, sin modestia ninguna porque tengo muy poca, tiene los suficientes alicientes para gustar a generaciones muy distintas y probablemente, en esa variedad de estímulos, se encuentran los que vuelven a la película, los que leen el guion que ya se publicó el año pasado... Se animan unos a otros, son gente dicharachera y jocosa y se lo pasan bien.

P.- Son los llamados Amanecistas...

R.- Sí, están organizados. Hacen festejos ambulantes, se reúnen, se disfrazan, venden camisetas... Me imagino que se lo pasan bien porque sino no lo harían.

P.- Ahora se publica el guion de lo que iba a ser en su origen Amanece, que no es poco: una serie de televisión. ¿Cómo surgió el proyecto y porqué no salió adelante?

R.- La verdad es que no tengo una memoria de la que uno se pueda fiar mucho pero surgió después de Total, una película de una hora que me encargaron también en la televisión para el festival de Montecarlo. A partir de ahí me propusieron que hiciera una serie con los mimbres de esa película. Pero me salí de madre y no utilicé esos mimbres sino que escribí una serie complicadísima y costosísima que lógicamente no se hizo. Pero los guiones de los cinco primeros episodios quedaron ahí con todo el magma que daría lugar a Amanece, que no es poco, todo lo que a mí se me ocurrió sobre el asunto hasta llegar a las cinco horas. De esas cinco horas salieron dos que es lo que se ve en la película.

P.- ¿En qué se diferencia lo que podemos leer en esos guiones de la serie de lo que llegó finalmente a las pantallas de cine?

R.- Principalmente en su longitud, lo que posibilitaba un mayor desarrollo de los personajes. De hecho había más personajes de los que hay en la película, que ya es decir... Pero en realidad la materia prima es la misma. Es una distorsión de la realidad desde mi punto de vista, influido por una tradición cultural española que se mueve entre la picaresca y el realismo y que, en el cine, se sustenta en Azcona y Berlanga. Pero las películas de Azcona y Berlanga, que son obras maestras, estaban ya hechas y no me iba a poner a hacer lo mismo. De alguna manera lo que hago es una revisión de aquel estilo de enfrentarse a la realidad y, a la vez, le meto unas gotas (o litros según se quiera cuantificar) de lo que pienso sobre el mundo.

P.- Jordi Costa dice en el prólogo de este libro que lo que hacía Cuerda con Berlanga era matar al padre...

R.- Yo no mataría nunca a Berlanga porque lo admiro y lo he querido siempre. Jordi Costa habla de ese principio psicoanalítico de matar al padre pero no como algo cruento sino en una búsqueda de la libertad y en una manera propia de hacer las cosas y perder el peso vigilante de alguien que sabe mas que tú.

P.- ¿El humor era también el mismo en la serie y en la película?

R.- Era más o menos el mismo tipo de humor, el mismo talante por así decirlo, el mismo estilo.

P.- Ahora, con la perspectiva del éxito que ha alcanzado la película, ¿se alegra de que no saliera adelante la serie?

R.- Pues nunca sabremos el impacto que hubiera tenido la serie. Igual el público se hartaba a los trece episodios y no quería volver a ver nada más. No lo sé. La verdad es que Amanece, que no es poco se ha alimentado de la rareza, de lo poco se vio o de lo no demasiado que se vio y eso la ha hecho gozosa. Además, sus defensores, los Amanecistas, son gente muy activa y hablan con tanta pasión de la película que provocan que se incorporen amigos, familiares y hasta enemigos.

P.- Ahora existe un fenómeno global en torno al mundo de las series. ¿No cree que sería un buen momento para recuperar este proyecto?

R.- Los personajes y la geografía son intocables. ¿Quién podría hacer ahora de Ciges o Cassen? La mitad están muertos y no puedes dar esos personajes a otros actores. La personalidad de estos interpretes, su buen hacer y su buena presencia, no la incorporaría nadie más que ellos. Igualmente se pueden hacer películas con este talante, con esta manera de ver las cosas. Pero no sería la misma historia porque todos echarían de menos el original.

P.- ¿Participa de la serieadicción?

R.- No he sido nunca seguidor de series porque no me gusta atarme. Aunque se pueden grabar y se graban, a mí esa dependencia no me ha gustado nunca. Pero hay series magnificas. En EE.UU. el talento se ha refugiado en la TV de una manera patente y clarisima. Soy un espantoso memorizador pero series como Girls o Mad Men me parecen magníficas. EE.UU. es tan grande, tiene tantos habitantes, hay tantas cadenas y recursos que con que aprovechen el 25% de esas posibilidades les pueden salir muchas producciones magníficas.

P.- ¿Qué le parece el momento que atraviesa el humor en el cine español?

R.- El cine español tiene una larga tradición de comedia. Dependiendo de la épocas se ha centrado en unos materiales u otros pero siempre ha habido buen criterio por parte de escritores, de cineastas... Es un género muy socorrido porque también permite elaborar grandes obras maestras del cine. Yo tengo dos películas favoritas y ambas son comedias: Plácido (Luis Garcia Berlanga, 1961) y El apartamento (Billy Wilder, 1960). Tienen mucha gracia pero también puedes llegar a decir maldita la gracia...

P.- El cine español parece que recupera el favor del público pero la situación sigue siendo complicada, ¿no?

R.- Yo veo que nos arrean por todas partes con una constancia y una dedicación muy desproporcionada. Aquí se han mezclado muchísimas cosas y, desde mi punto de vista y de partida, todas bastante equivocadas. Parece que somos unos privilegiados por las subvenciones y es una batalla que doy por perdida. Algunos medios nos han tomado por el enemigo a batir pero habría que ver cómo está subvencionado todo lo demás. Me parece una estupidez que se nos haya culpabilizado de todos los desastres económicos de la cultura. Yo creo que la administración se equivoca de cabo a rabo y está haciendo un daño a España como no se ha hecho nunca. Desde luego España es mucho mas conocido en el mundo por Almodovar que por cualquiera de los ministros de Asuntos Exteriores que nos han representado. Y luego se dan casos paradigmáticos de hasta que punto se pueden hacer estupideces porque el 21 % no da más recaudación si sobre lo que se recauda es menos. Eso lo ve hasta un niño pequeño. Me joroba mucho hasta dedicar tiempo a hablar de estos temas.

P.- ¿Está trabajando actualmente en algún proyecto?

R.- En dos o tres a ver si sale alguno. No te puedo adelantar mucho porque entonces no se hacen. Estoy intentando sacar adelante un guion que me he encontrado. Yo escribo guiones y luego algunos ni los muevo. Este se lo enseñé a un productor nada más y me dijo que no le interesaba hacerlo. Ahora me lo he encontrado en un cambio de piso y la verdad es que me parece que esta muy bien y voy a ver si tiro para adelante con él. Tiene los mimbres de Amanece, que no es poco y habla de las crecientes diferencias entre ricos y pobres y la falta de comunicación entre ellos. Es casi profético.