Ángel Mateo Charris

El pintor presenta en Madrid las pinturas originales de sus ilustraciones para Grandes Esperanzas de Dickens (Galaxia Gutenberg, 2012).

Pintor infatigable y lector insaciable (está leyendo Cuadernos de un escritor de Somerset Maugham, una autobiografía de Marsden Hartley... Y a la vez, Hacia los confines del mundo de Harry Thompson y los diarios de Darwin), Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962) llega a Madrid, a la galería My Name's Lolita Art, para presentar las pinturas originales que realizó hace dos años para la maravillosa edición de Grandes Esperanzas de Dickens (Galaxia Gutenberg, 2012). Antes, ya se había enfrentado a similar tarea cuando ilustró en 2007 El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad y pronto aparecerá un proyecto en el que participa sobre Kafka, nos adelanta. Hacía tiempo que no exponía, "necesitaba librarme un poco de tiempos de entrega y plazos prefijados, poder hacer cosas a otro ritmo -explica-. Pero he estado trabajando más que nunca, no ha sido un sabático sin pintar".



Además, paralelamente, esta semana inaugura en la galería La Aurora de Murcia otra exposición, Queridos libros, que refleja precisamente sus relaciones con la literatura y los libros. Un universo recurrente en su trabajo, al que se une el omnipresente de las aventuras ("desde cosas de nieve hasta paisajes africanos, mucho salacot y national geographic"), que veremos a partir del día 10 de octubre en el Palacio Pedreño de Cartagena, o el de los mares del Sur, en el que sigue trabajando ("el Pacífico y toda la subcultura del tiki que es una cosa que me interesa hace mucho tiempo, colecciono cosas de allí, camisas hawaianas, etc.").



Pregunta.- Separar las imágenes que han sido creadas como ilustraciones de un texto de las páginas del libro tiene sus riesgos... Así empieza su texto sobre Steampunk Dickens, la exposición que muestra los dibujos realizados para Grandes Esperanzas. ¿Cuáles han sido esos riesgos?

Respuesta.- Hablaba de forma general. Cuando creas obras que siguen un soporte literario y luego le quitas las palabras, puede que no se entiendan bien, que parezcan demasiado fuera de contexto. Pero, como explico ahí mismo, eso pasaría con obras que siguieran muy literalmente el texto. Yo prefiero que lo acompañen, que sugieran cosas, que recojan chispazos de la época y las emociones que recrean, pero que puedan ser interpretados como una cosa diferente. Juego muchas veces con anacronismos y con iconografías muy variadas, así que estos tipos vestidos con levitas tampoco están tan alejados de algunas obras de mi producción normal.



P.- Sus dibujos quieren ser "una casa para los pensamientos de Dickens", ha dicho, "más allá de la servidumbre de ir siguiendo una historia", pero la historia está ahí y hay que ilustrarla, ¿hasta qué punto se ha sentido esclavo o libre para dar rienda suelta a su creatividad?

R.- He intentado un equilibrio entre hacer mi obra y entender al autor, que mis imágenes no le resultaran demasiado extrañas. Las piezas se van enredando en torno a la historia, pero no la siguen de forma literal. Aparecen personajes que no salen en el libro, escenas interpretadas de forma muy libre, pero tampoco quería hacer algo ajeno, que pasara de lo dickensiano. Supongo que a veces tiene que ver con el cine, como dirigir un guión propio o ajeno, o una adaptación de una obra literaria. Pero las imágenes tienen que funcionar de forma independiente, servir de soporte a nuevas interpretaciones o lo consideraría fallido.



P.- ¿Qué le deben a Dickens sus dibujos?

R.- Le deben la piel, el disfraz, y a veces el esqueleto. Lo veo como una conversación. Tú tienes preparado tu discurso pero a lo largo de la charla, vas descubriendo cosas, pensando con el otro en cosas que no se te habían ocurrido, así que al final, no sé cuanto hay de mí, o cuanto aprendido o absorbido de Dickens. Por cierto, él se involucraba mucho en las ilustraciones que acompañaban en sus libros, dando instrucciones precisas y hablándolo con los artistas, uno de los primeros escritores que lo hizo. No hubiera estado mal saber lo que pensaba él en torno a Grandes Esperanzas, pero curiosamente fue la única que salió sólo con texto en su edición inicial. Aunque mejor así, cuantos menos condicionantes mejor.



P.- Utiliza los objetos y decorados victorianos muy a su manera, "tomados bastante a lo steampunk", escribe. ¿Es en parte un modo de redescubrir al escritor? ¿Descubrió usted un nuevo Dickens al ilustrar este libro?

R.- Reconozco que no lo conocía en profundidad antes de que me hicieran el encargo. Después de sumergirme en su obra, su biografía, etc, descubrí, aparte del gran escritor que ya sabía que era, un tipo lleno de matices, con un sentido del humor y un conocimiento de los registros emocionales que lo hace inagotable. Me parece menos visual que otros autores, pero la época victoriana ya es lo suficientemente atractiva como para que la tengas presente mientras vas leyendo. De todas formas yo la he tomado a lo "steampunk", como digo en el texto, con bastantes pocos prejuicios, saltando de aquí para allá, a mi manera.



P.- Su cercanía al mundo de la literatura viene de antiguo, ¿qué libro le gustaría que un editor le propusiera ilustrar?

R.- Tuve la suerte de ilustrar uno de mis favoritos El corazón de las tinieblas, y, en general me gustarían obras que tuvieran una inclinación a la aventura y al viaje, temas que me son más próximos y que me resultan más fáciles de incorporar a mi producción: expediciones polares, viajes exóticos. Ahora que estoy con los mares del Sur, podrían ser cuentos de Jack London o Stevenson. No sé, aunque una marcianada como A contraluz de Pynchon me daría bastante juego, o el Fu Manchú de Sax Rohmer. Hay muchos, de hecho pronto aparecerá un proyecto en el que participo sobre Kafka.



P.- Literarias o no sus pinturas han buscado en muchas ocasiones un referente anterior, ahí está la serie dedicada a Hopper, las referencias constantes a Tintín, el proyecto sobre el Ostende de Leon Spilliaert... ¿Cómo llega a ellos?

R.- Diría que ellos llegan a mí. Soy bastante curioso y cuando encuentro algo que me engancha, me meto a fondo y me paso una temporada sumergido en el tema. Supongo que los que van apareciendo en las obras es porque ya se van posando, por reiterativos, en mi memoria. No es algo forzado, se cuelan por transpiración o algo así.



P.- Por fin nuevo director en el IVAM de Valencia, ciudad a la que ha estado muy vinculado en otro tiempo, ¿cómo ha recibido la noticia de la incorporación de José Miguel G. Cortes al centro?

R.- Cualquier etapa nueva me parece esperanzadora y su gestión en Castellón me parece que lo avala. Valencia se merece un IVAM fuerte y a todos nos vendría estupendo que lo hiciera genial. De paso, es una pena que la época de vacas gordas se acabara antes de que el proyecto de rehabilitación del edificio de Kazuyo Sejima se pusiera en marcha. A Valencia le vendría muy bien un poquito menos de Calatrava y algo más de SANAA.